El regalo de una flor

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Sakura llevó el báculo a la carta y en menos de un segundo, justo cuando éste estaba por tocar la carta, se soltó de sus manos y voló lejos de ella.

Con el entrecejo fruncido la muchacha miró hacia el lugar en donde había aterrizado su báculo y se dio cuenta de que la carta estaba en el suelo. Miró a Shaoran que aún mantenía la mano elevada en el punto en el que había caído el bastón y sin mirarla negó con la cabeza.

—Ya... ya lo entendí —susurró con la mirada perdida.

Sakura parpadeó confundida y se quedó congelada en el mismo lugar hasta que él la miró con intensidad.

—¿Qué... qué entendiste?

—Ya comprendí por qué estás aquí.

Sakura lo interrogó con su expresión y se mordió el labio inferior mientras se abrazaba a sí misma.

—¿Y por qué estoy aquí? —susurró la joven sin dejar de mirarlo.

—Para ayudarme a recordar quién soy.

Los ojos verdes lo contemplaron con duda... como si no hubiese entendido sus palabras.

—Eriol quiso... que yo volviera a ser como antes; que no olvidara a la persona que fui por lo que me he tenido que convertir. Yo... ni siquiera recordaba cómo reír. 

La mirada de ella se llenó de lágrimas y él parecía sorprendido de encontrar por fin la razón.

—El sabía que yo sería el único que no tendría oportunidad de cambiar... de regresar a ser lo que era antes de todo esto... provocó que coincidiéramos porque sabía que solo tú conseguirías hacerme volver a cómo era, antes de que el tiempo regresase. Eras mi regalo y mi oportunidad para... encontrarme otra vez—su voz se entrecortó y ella pudo ver todas las emociones que había en sus ojos—. No quiero... no quiero olvidarte. No quiero olvidar tu voz en la cama, ni tus besos, ni el modo en el que tus manos me tocan o en el que tus ojos me reflejan emociones que nunca creí poder despertar en alguien. Quiero que tu cuerpo, tu mente y tu corazón me acompañen a cualquier lugar al que decida ir. Independientemente de si estamos juntos o no... tal vez me puedan quitar todo lo que tengo... incluso puedo olvidar lo que he sido... pero, definitivamente, a ti te llevaré conmigo por siempre. 

Sakura se llevó una mano a los labios para acallar sus sollozos y comenzó a llorar. Shaoran avanzó hasta ella y la besó con urgencia; ella rodeó con sus brazos el cuello masculino y sonrió sobre su boca. 

—Soy un tonto... —susurró contra sus labios.

—Será más difícil para ti.

—Tal vez lo sea... lo será... será condenadamente difícil... pero nunca será más difícil que estar sin tu recuerdo. Yo... te buscaré. Te prometo que te buscaré cuando regrese el tiempo y logre arreglar todo, cuando acabe con Shuji, iré por ti. 

Ella lo besó en todo el rostro y él la abrazó con fuerza.

—Te quiero tanto, Shaoran. 

—También... también te quiero —dijo y sintió que por alguna extraña razón esas palabras no eran suficientes... ninguna palabra que él pudiera decir sería suficiente—. ¿Sakura?

—¿Sí?

—Cásate conmigo.

La muchacha se alejó para estudiarlo con sorpresa.

—¿Casarnos? 

—Sería solo de palabra... y solo en esta realidad. No sería válido cuando regresemos... y yo no...

—Sí acepto. Sí quiero —interrumpió ella y se ancló de sus hombros para besarlo rápidamente con una sonrisa—, quiero casarme contigo.

Shaoran rio contra su mejilla, volvió a sujetar su rostro con delicadeza y la besó profunda y lentamente. Al momento en el que ambos se separaron él sujetó su mano izquierda y deslizó un anillo en su dedo anular. Sakura lo observó hacerlo y se dio cuenta, justo cuando el anillo tocó la base de su dedo, que había aguantado la respiración. 

—Es hermoso —dijo observando la argolla de oro rosado que adornaba su dedo. 

—Tú lo eres más —aseguró él y le alargó el de él. La chica tomó la argolla plateada y la colocó en el dedo de él sin dejar de mirarlo.

—Escúchame bien —le dijo mientras deslizaba el anillo y él la miró con interés—. Prometo estar contigo siempre... y yo... nunca rompo mis promesas.

Shaoran sonrió y, aunque supo que eso no sería posible, asintió.

—Y yo... prometo llevarte conmigo... siempre. Sin importar lo que pase... estarás conmigo.

—¿Lo juras? —preguntó ella y él asintió.

—Así como tú... soy fiel a mis promesas.

—Entonces... serás mío por siempre y yo seré tuya por siempre —susurró ella y volvió a besarlo con emoción. Shaoran la abrazó por la cintura y la pegó contra él.

—Es una promesa.

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora