Ataque

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Sakura jadeó sorprendida e intentó adivinar el porqué del comportamiento del chico de cabellos marrones; no pasó mucho para que descubriera la razón.

—Mira nada más a quién tenemos aquí —dijo una voz sobre ellos. Ambos alzaron el rostro y pudieron observar a un sujeto con gabardina de color negro y botas militares que, de pie sobre el borde de una azotea, silbó y se hincó como para verlos más de cerca.

—Mierda —susurró Shaoran que sujetó a la muchacha de la cintura, la cargó como un costal y corrió con ella rápidamente entre las callejuelas.

Sakura, sorprendida en un inicio, no había podido decir nada, pero en cuanto las cosas cobraron sentido, golpeó la espalda del muchacho, luego pensó mejor y gritó:

—¡Ayuda!, ¡por favor, ayúdenme!

—Sakura, deja de gritar —le ordenó con tono frío su carcelero.

La joven se sintió llena de valor. Si conseguía que esos sujetos los encontraran, tal vez la ayudasen.

—¡Estoy aquí!

Shaoran se detuvo abruptamente y Sakura se fue de espaldas, pero él evitó su caída y la abrazó contra su cuerpo. La muchacha escuchó golpes en el suelo y se dio cuenta en cuanto volteó, que estaban rodeados.

—Lobito, lobito... parece que tienes una excelente presa contigo, ¿no es así?

Shaoran, frustrado, reconoció de inmediato a los líderes de la zona cuatro, mismos que habían quedado en penúltimo lugar, a nada de perder la vida. Supo que estaban allí buscando a Sakura y que intentarían llevársela con ellos a la sede para argumentar que él había fallado.

—¡Ayúdenme! —exclamó la chica entre sus brazos e intentó alejarse, pero Shaoran la mantuvo apretada firmemente contra él.

—¿Por qué no nos la entregas? No hay manera en la que puedas ganarnos a todos, por muy bueno que seas.

Y Shaoran sabía que el tipo tenía razón porque, aunque era muy poderoso, usar su magia por completo, y en especial la elemental, estaba fuera de discusión. Cualquiera de esos sujetos podría descubrirlo e iría directo a la sede para arruinarle todo. Maldijo en su mente porque siempre había sido más difícil controlar su poder que liberarlo en su totalidad.

Shaoran contó rápidamente un total de doce sujetos y no pudo creer su mala suerte.

—Sobre mi cadáver —dijo con voz grave mientras retenía a la chica que intentaba alejarse.

—Qué cabrón —comentó uno de los sujetos con una risilla—. Ya te divertiste con ella... ahora es nuestro turno. Tu sector ya está a salvo y realmente no necesitas tanta atención, ¿cierto, lobito?

Sakura se congeló en los brazos del muchacho el enterarse de las intenciones de los tipos y entonces se giró para encararlo.

—No se te ocurra dejar que me lleven —suplicó con rostro preocupado.

—¿Quién te entiende? —preguntó él en un susurro y miró hacia el cielo como para ponerlo de testigo de las tonterías de la muchacha.

La soltó y ella se colocó a su espalda. Los sujetos los atacaron todos juntos y Sakura, a pesar de no poder usar sus poderes, decidió que también lucharía. Al menos lo intentaría.

El primer sujeto que se acercó a ella intentó tomarla por los brazos, pero la joven se hincó en el suelo y lo pateó en las pantorrillas para tirarlo. El tipo cayó de costado y gimió por el dolor y la sorpresa que el ataque le causó. Shaoran se adelantó hacia uno de los hombres que estaba más cerca e hizo un movimiento con la mano para lanzarlo por los aires, pero el tipo se cruzó los brazos frente al rostro y los separó como para lanzar el hechizo del de ojos miel lejos de él. Shaoran brincó hacia la pared para tomar impulso y luego pateó al tipo en la cara. Un grito femenino de dolor lo distrajo y se giró para ver a la muchacha.

Sakura cayó de bruces contra el suelo cuando un tipo se le subió encima y la haló de los cabellos. Shaoran se adelantó hacia allí pero un hombre lo sujetó de los brazos, él brincó hacia atrás en un mortal para quedar a la espalda del tipo y lo pateó en el coxis. Con un movimiento de mano alejó al tipo que estaba sobre la muchacha y éste cayó a su lado en el suelo con un ruido sordo. La chica se levantó, sujetó la cadena de cristal de su pierna y la amarró rápidamente al cuello del hombre con tanta fuerza que éste perdió el conocimiento al no poder respirar. Intentó incorporarse, pero otro de los hombres se le fue encima y le colocó los brazos contra el suelo arriba de su cabeza. Rápidamente ella dobló las piernas, rodillas encarando hacia el cielo, afianzó los pies y entonces impulsó las caderas hacia arriba y hacia el lado desestabilizando al tipo y, con la cabeza, le golpeó la nariz.

—¡Perra! —le gritó el hombre con la sangre corriendo por sus labios.

La muchacha reaccionó antes de que él pudiera hacerlo, se incorporó rápidamente y lo golpeó en la cara con la rodilla. Se puso en pie y observó a dos sujetos más que iban hacia ella; tragó con dificultad y sintió su pulso latir desbocado. Alguien chocó contra su espalda y ella se giró a punto de golpear a la persona, pero se detuvo al darse cuenta de que se trataba de su carcelero favorito.

—Regresa al vagón. Yo me encargaré de ellos —le dijo y llevó su mano a la mejilla de la muchacha que estaba roja por un golpe que le habían dado. El de ojos miel sintió la furia surgir dentro de su pecho y ella lo observó con atención—. No te detengas hasta llegar y cierra la puerta.

—¿Vas a volver? —preguntó ella sin tener idea de por qué le preocupaba eso; se dijo que prácticamente sería libre si él moría, pero por alguna extraña razón... no le deseaba eso.

—No lo sé, pero hay algo que quiero decirte, yo... —justo en ese momento, Shaoran reaccionó, la sujetó por la cintura y saltó lejos del hechizo desestabilizador que les habían lanzado. Cuando la colocó en el suelo con suavidad, asintió—. Vete. 

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora