Enfrentamiento

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Shaoran elevó la otra mano para sujetar la de ella y ambos comenzaron a forcejear, pero la chica mantuvo el amarre con fuerza. De pronto, la venda se desintegró y ella rápidamente llevó una mano a la cintura del muchacho y sujetó el cuchillo por el mango con la intención de acuchillarlo en el pecho.

En ese instante, Shaoran usó su peso y la empujó hacia la cama para dejarla entre el colchón y su cuerpo. Sujetó la mano que empuñaba el arma blanca sobre la cabeza de su dueña y Sakura, con la respiración entrecortada le aplicó una llave con las piernas, tomó impulsó y lo hizo girar con facilidad... como si supiese usar su cuerpo en combate físico, y Shaoran no recordaba que ella fuese tan buena en eso. Fue él el que quedó preso entre ella, el colchón y él cuchillo; el filo contra su cuello a punto de cortarle la yugular.

—¡No moriré! —le gritó la joven mientras empujaba el filo contra la piel. Shaoran usó su magia y el cuchillo salió volando; ella resolló, sujetó las manos de él sobre su cabeza y las apresó contra el colchón, luego, llevó su rostro a la máscara e intentó quitársela.

El muchacho con un poco de dificultad, cosa que le sorprendió, elevó las manos de la cárcel de las de la muchacha, sujetó sus muñecas y las colocó tras la espalda femenina para apresarla contra sí. Sakura gritó por el dolor que el movimiento que él la obligó a hacer le provocó en el hombro lastimado.

—¡Muestra el rostro, hijo de perra! —le gritó furiosa.

La máscara estaba solo un poco descolocada, solo alcanzó a ver una marca en la mejilla del muchacho que no supo con exactitud qué tan larga o gruesa era.

—Ya basta —reprendió él y apretó más el amarre. Sakura no pudo permanecer más tiempo sin el apoyo de sus brazos y se dejó caer sobre el torso masculino. Shaoran la apretó con fuerza y ella comenzó a tener dificultades para respirar.

—No puedo... respirar —susurró ella contra su oído. Shaoran sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando escuchó su voz tan cerca. La chica comenzó a sentir que perdía el sentido porque él seguía cerrando sus brazos alrededor de su cuerpo con la misma fuerza—. Por... por favor...

Shaoran la soltó y ella inspiró ruidosamente, tosió, se quedó recostada sobre el pecho de él por unos segundos y después se movió con las pocas fuerzas que le quedaban, para recostarse a un lado de él en la cama. Se sentía mareada y le dolía la cabeza.

Él se incorporó y la observó con cuidado por sobre su hombro. Estaba sorprendido. Ella parecía mucho más fuerte que antes y se reprendió por haberse fiado... se llevó una mano al cuello y sintió la sangre caliente y espesa entre las yemas de sus dedos. Nunca... nadie había estado tan cerca de hacerle un daño real.

Sakura se hizo un ovillo y abrazó sus piernas.

—Si quieres permanecer fuera de esa caja —comentó él con tono molesto—, más te vale no volver a hacer algo así.

Se puso de pie y avanzó con paso lento hasta el lugar en donde el cuchillo había caído y lo sujetó entre sus manos con un extraño sentimiento de vacío en su interior. Ese había sido el último regalo que su prima y mejor amiga le había dado.

Intentaba, por todos los medios, no recordar las cosas. El terrible final que su familia había sufrido... era algo que permanecía en una alejada esquina de su mente y que odiaba traer al presente. Estaba decidido a no darle importancia porque quería hacer algo para remediarlo... para cambiarlo todo.

Observó la empuñadura y recordó los hermosos ojos carmesí de su prima, que tantas veces lo habían mirado con cariño y luego negó con la cabeza para obligarse a seguir con lo suyo.

Sakura se había incorporado cuando él había girado sobre su eje y lo observaba con un dejó de temor y de algo más que él no pudo reconocer. Avanzó de nuevo a la cama, apoyó las manos abiertas en el colchón y se inclinó sobre ella, mas la muchacha permaneció impávida y lo retó con su expresión temeraria.

—Escúchame bien, Sakura Kinomoto. La paciencia no es mi virtud, ¿comprendes? Si intentas algo contra mí de nuevo o tratas de quitarme la máscara, te meteré en esa caja y te dejaré allí hasta el momento en el que lleguemos a nuestro destino. ¿Te quedó claro?

El lobo contra la florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora