22- Ey.

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Vanesa

Después de desayunar y estar un rato juntas en la playa, Mónica ha tenido que ir a casa de sus padres, yo he decidido quedarme nadando y tomando el sol aquí, mañana regresamos a la realidad de Madrid y quiero aprovechar al máximo esta paz, para componer algo.

Tengo planeada una sorpresa para Mónica, los días han pasado tan rápido y para ser sincera, no se que nos espere a nuestro regreso, se que por ahora no quiero dejar de verla, pero pensar en una relación con ella es una locura, hasta yo lo sé, Mónica tiene mucho que arreglar de su vida y no puedo más que esperar a que estos días que hemos vivido tengan el suficiente peso para que ella decida regresar y seguir caminando conmigo.

Por otra parte, es muy pronto, tanto ella como yo venimos saliendo de algo y es necesario tener un espacio para estabilizarnos, después de todo, si nos hemos encontrado y algo debe ser entre nosotras, sucederá.



Mónica

Le he dicho a Vanesa que tengo que venir un momento con mis padres, no los he visto y necesito un poco de cotidianidad entre toda es locura que estoy viviendo, necesito abrazarme a mi madre, desahogarme, han sido días maravillosos con Vanesa, me he vuelto a sentir viva en sus brazos, pero no logro entender porque tengo estas barreras, en un comienzo pensé que el tema de Dey me tenía muy reservada, pero pensándolo bien, llegue a la conclusión que no, hace mucho que Dey me dejo de ver como mujer y yo igual, cuando regresemos tendremos que hablar y ya he buscado otro piso, he ahorrado lo suficiente para la hipoteca y es momento de crecer, llego a casa de mis padres y el recibimiento no se hace esperar.

María: Hola hija! como estas? pasa, pasa que tu padre está en la sala.

Mónica: Gracias mamá, oye ven -la parto un poco- escúchame, no quiero que papá me oiga, ¿puedes venir a caminar conmigo en un rato? necesito hablar contigo mamá están pasando tantas cosas, pero no quiero que se entere nadie aun.

María: Claro mi amor, saluda a tu padre, comemos y nos vamos por ahí a tomar un algo ¿estás bien mi niña? te veo más contenta que la última vez, hace tiempo que no veía esa sonrisa... esa mirada... Mónica!.. Hija, ¿es esa muchacha que conociste?

Mónica: Sí mamá... por eso necesito platicar contigo, no quiero que papá o Jesús sepan nada aun, mamá Dey lo sabe, cuando regrese hablaremos y bueno, yo... he comenzado a buscar un piso.

María: Bueno hija mía, lo que decidas te apoyare, anda saluda a tu padre y ahorita nos escapamos por ahí.

Pase toda la tarde en casa de mis padres, venir aquí siempre es sanador para mi, mi familia es un motor vital en todo lo que hago y sentir su cariño siempre me ayuda a asentar cualquier confusión o sentimiento que me agobie, después de comer y estar un rato con papá conversando de noticias del país y algo de finanzas, me despido y salgo con mi madre.

-Mamá, no se ni por dónde comenzar, la última vez que nos vimos, te adelante que la situación con Dey, y también de la chica que había conocido y no sabía bien ni siquiera quién era, recuerdas?

María: Claro que lo recuerdo, hablabas de ella con una emoción y al tiempo con una angustia que no se podía distinguir cual ganaba a cual, ha pasado algo Mónica?

Mónica: Pues sí, han pasado muchas cosas.

A mi madre no podía ocultarle nada, ella siempre ha sido para mí más que solo mi madre, junto con mi abuela éramos cómplices y amigas, lamentablemente mi abuela se fue primero, así, de forma natural como la vida misma, pero mi mamá y yo somos más unidas aun, si es que eso es posible.

Entrelazadas... ¿Puedes sentirlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora