146- Ármate de valor, o aléjate definitivamente

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Vanesa: ¡Yo no hice nada! ¡Carajo, Dey! ¿por qué siempre tengo que ser yo quien hace algo mal?

Dey: ¡Porque lo hiciste! – tomo lugar a su lado, confié en ti, no una, dos veces ¿y qué hiciste? ¿Quién carajos te crees para tratarla de esa forma, ¿eh?

Vanesa: ¿Pero de qué estás hablando? ¡Yo no le hice nada, te estoy diciendo!

Dey: ¡Quizá no en este momento, pero te has comportado como una grandísima idiota! Te apoye, creí en ti, y te has dado el lujo de ignorarla y dejarla de lado, no tienes ni puta idea, de lo que le costó dar el paso para acercarse a ti, ese flequillo tuyo no te deja ver a más de dos dedos de distancia lo que tienes frente a ti, y no seré yo quien venga a revelarte lo que se nota a la legua.

Pero algo sí te voy a decir, a mí no me importa quien seas, no me interesa tu fama, ni quien te creas que eres para poder tratarla así, pero no te voy a permitir una lagrima más de mi chica con tu nombre, ¿te queda claro?

Vanesa: ¡Pues no! ¡No tengo claro nada y tú no entiendes un carajo! ¿Tú qué sabes las razones que tengo para mantenerla lejos de mí? ¿Qué carajos sabes tú si esto me está llevando al infierno o no? ¡Como te atreves a reclamarme, cuando estás aquí pavoneándote con ella feliz de la vida, mientras yo me muero de celos!

Dey: Jajaja me atrevo porque la adoro, porque la quiero más de lo que tú lograrías entender, me atrevo porque dos veces te he apoyado y me quedado de lado sin luchar para recuperarla, y no lo hice por ti, que te quede bien claro, lo hice cada vez por lo mucho que la quiero, porque para mí lo más importante es su felicidad ¡y porque no creí que estuviera tratando con una cobarde!

Vanesa: ¡No te permito que me hables así!

Dey: ¡Y yo no te estoy pidiendo que me permitas o no! 

¿Te duele? ¡Bien! porque es lo que quiero, que te duela en lo más profundo, ¡que sientas lo que ella ha sentido en cada intento de acercarse a ti para ser tu apoyo y de ti solo recibió desplantes!

¿Te molesta? ¡Bien! Que sientas algo de lo mucho que me molesto a mí, que llegaras a la vida de mi mujer a robarle el corazón como lo hiciste ¡solo para despreciarlo!

¿Darías lo que fuera por soltarme un golpe ahora? Te entiendo, yo te habría partido la cara aquella noche en el búho real apenas te tuve de frente, e incluso lo haría gustosa en este mismo momento, si no fuera porque ni tu mujer, ni Mónica se merecen una vergüenza así.

¡Entonces, no necesito tu permiso, Vanesa Martin! No lo necesito para decirte que eres una cobarde, que no eres ni el rastro de la chiquilla que me enfrento decidida a no renunciar a mi mujer, y que estaba decidida también a hacerla sonreír cada día, ¡no eres ni la sombra de la muchachita que quería una oportunidad para ser algo en su vida, y ahora la desprecia con una mano en la cintura!

Por lo que veo, de esa Vanesa no queda ni rastro, porque yo recuerdo palabra por palabra, cuando dijiste que pasaste días horribles, imaginando mil cosas que pudieron pasar cuando no volvió a buscarte, cuando te sentías orgullosa de haberle demostrado minuto a minuto lo que te hacía sentir, y sobre todo, recuerdo palabra por palabra cuando dijiste que no podías imaginar por que renuncie a hacerla sonreír... jajaja la vida da muchas vueltas... y entonces, Vanesa ¿dime por qué renunciaste tú?

¿Te estás muriendo de celos? Bien, muérete de celos entonces, ¡porque Mónica volverá a sonreír al pensar en una chica y esta vez no serás tú!

Y no te confundas, Vanesa, esta vez no será igual que como con Lola, Mónica matara tu recuerdo, porque ahora tu marcaste claramente la diferencia, al ignorarla así, esta vez tu recuerdo quedará en pasado, ¡serás eso y nada más!

Entrelazadas... ¿Puedes sentirlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora