175- Hay espacio para las tres...

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Vanesa

Durante la cena el ambiente relajado fue el protagonista de la mesa, por un momento, todos lo que ahí estábamos fluimos dejando de lado nuestras diferencias, y cualquier cosa que en este momento nos mantuviera con la angustia a flor de piel.

En todo momento, Mónica sostuvo a luna entre sus piernas, y vale decir que incluso la perrita se veía un poco más animada durante la cena, sin embargo, de quien no pude evitar darme cuenta que, a pesar de sus esfuerzos, algo le pasaba fue de Dey.

Cuando los padres de Mónica se retiraron a dormir, Dey acompañó a María dejándonos a Mónica y a mí solas por unos momentos.

-Al fin solas... -me acerco sonriendo y le dejo un beso- te echaba de menos...

Mónica: Y yo a ti, bonita... -sonreí un poco antes de voltear a ver a luna-

Vanesa: de nuevo parece decaída... si quieres espera en el salón en lo que yo termino de recoger la mesa, no tardó nada...

Después de limpiar la mesa y dejar todo recogido, me acerco al salón con una botella de vino y el whisky de Dey, al llegar, veo a Mónica observándola caminar por el jardín, desde el ventanal.

-No sé qué le sucede, pero te confieso que prefiero la versión antipática, no me gusta verla así... -le digo ofreciéndole una copa de vino, mientras la abrazo por detrás dejándole un beso en el cuello-

Mónica: A mí tampoco... pero con ella así son las cosas, lo que está pasando es doloroso y eso que ves es su forma de manejarse, necesita un tiempo a solas, por eso estoy aquí y no allá -volteo y le sonrío dejándole un beso en la boca- como te sientes tu.

Vanesa: Bien... después de la charla con tus padres, me relaje, lo siento, no sé qué me sucedió, pero debió ser el sol... -sonrío- no les creas a los médicos eso del pánico, no, nada de eso -sonrío y aprieto más nuestro abrazo sin quitar la vista de Dey- ¿De verdad no hay nada que podamos hacer para ayudarla?

Mónica: Oh, lo estamos haciendo, créeme...- sonrío- estamos aquí y ella lo sabe, solo necesita procesar lo que pasó hoy... -bebo un poco de mi copa- la madre de Dey es una mujer sumamente difícil, ella es hija única y el único apoyo incondicional y su héroe siempre fue su padre, desde que el murió, Dey se envolvió en una coraza de fortaleza, incluso para protegerse de su propia madre...

Vanesa: Eso suena duro, nosotros somos afortunadas, tenemos familias unidas y unos padres amorosos, eso sin contar con nuestros hermanos que son los mejores cómplices que podemos encontrar... debe ser muy duro para ella.

Mónica: Lo es... pero aun así siempre se las ha arreglado para sobrevivir, Dey es maravillosa, mi amor... -sonrío- por eso es que para mí ella es importante, nos conocemos desde adolescentes, lo que pasa es que, ahí cómo la ves, Dey siempre tuvo esa personalidad encantadora, nunca le costó trabajo ser el centro de atención en el colegio, en parte le gustaba, tenía la atención que le faltaba en casa.

Ella y su padre hacían una mancuerna de locura, muchos la buscaban casi solo por convivir con ellos, el señor era un arquitecto reconocido y muy ocupado, pero siempre se dio el tiempo de disfrutar a su hija, le enseñó cuanto supo -bebo un poco más de mi copa- y ahí como la ves, Dey no siempre fue así... quiero decir de tacón y cuidando cada detalle de su imagen.

Ella es un poco mayor que yo, en realidad iba al nivel de mi hermano, ellos se conocieron en el colegio y yo solo era la hermanita pequeña

Vanesa: Pues bien echado le tenía el ojo a la hermanita, eh... -sonrío y le doy un beso en el cuello-

Mónica: Jajaja no, en realidad no fue así, aunque no lo creas Dey me esquivaba siempre, era yo quien la veía con admiración, y mucho después me di cuenta que en realidad me atraía como mujer, como te digo, ella no siempre fue así, imagínate a esa mujer que ves ahí, vestida de ropa deportiva todo el tiempo, y liderando el equipo de baloncesto...

Entrelazadas... ¿Puedes sentirlo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora