Capítulo 1 parte A

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MI QUERIDA CAMPEONA

by

Lady Graham

. . .

Chicago, 1995

¡¿Has dicho Nueva York?

Esa hubo sido la pregunta exagerada y llena de sorpresa que exclamara Tom, —hombre de 35 años de edad, alto, muy bien parecido y abogado de profesión.

Y justamente la pregunta había sido lanzada a su pequeña hermana Candy.

Ella se columpiaba de una llanta colgada debajo de un enorme árbol que estaba dentro de la propiedad de los Stevenson en Lincoln Park, Illinois, y respondía sencillamente:

Sí, Tom.

¿Estás segura, o al rato cambiarás de parecer como siempre lo has hecho?

Ésta vez lo estoy completamente, hermano. Además, no puedo retractarme ahora. He aceptado la beca y me iré a Nueva York.

Pero, ¿por qué allá, Candy? ¿Qué acaso Chicago no te ofrece las mismas posibilidades? No veo la necesidad de que tengas que irte tan lejos. Sobre todo... sola.

¿Qué puede pasarme? — hubo dicho la jovencita con una actitud muy confiada y sin dejar de balancearse.

Muchas cosas, señorita. La Gran Ciudad es peligrosa y...

Pero no más que Chicago; así que, no busques más excusas, por favor, porque no me harás cambiar de parecer — se escuchó total determinación femenina.

Sin embargo, al ver el rostro serio del abogado, la chica se detuvo en seco para decir suplicantemente:

Vamos, Tom. Eres el único del que necesito su aprobación y apoyo, y no veo que estés ayudándome mucho con mi decisión.

Es que...

El hermano se llevó una mano a la nuca.

No me pasará nada.

¿Me lo prometes? —, él la miraba con ternura.

Por supuesto que sí.

¿Y cuándo debes marchar? — preguntó el resignado abogado ante la firme postura de su hermana.

Ésta primero se mordió un labio con nerviosismo ya que diría:

Mañana.

¡¿Mañana?! ¡Eso es demasiado pronto! ¿Por qué no me lo informaste antes? —. Tom hubo reprochado con molestia.

Porque apenas lo decidí. Y ayer me enviaron la aceptación con la condición de no retrasar más las clases y ponerme al corriente, porque ya hace dos semanas que inició el semestre.

Tom, —yaciendo parado a un lado del tronco del árbol—, se llevó las manos a la cintura. Quiso reprenderla, pero al ver esos hermosos ojos verdes de ella y tan llenos de decisión, no le quedó más que decir:

Está bien. ¿A qué hora sale tu vuelo?

Candy, primero pasó saliva para después informar:

A las 7:30... ¡era el único vuelo disponible! — se excusó rápidamente al ver que su hermano nuevamente fruncía el ceño.

Bueno, al menos tendré otro día más para disfrutarte. Llamaré a la oficina y cancelaré mis citas para estar contigo.

De la mañana

La chica tuvo que terminar la frase; y el hombre amenazante sonaría:

¡Ahora sí te golpeo, Candice Caroline Stevenson!

Lo siento, de verdad. Debo presentarme lo más pronto posible — ella informó bajándose de la llanta para acercársele y tomarle de las manos.

Vamos, no te enfadarás conmigo ahora ¿verdad?

Candy finalizó haciendo un gracioso pestañeo.

¡Eres una zalamera! Ante eso siempre pierdo contigo y ¿enfadarme?... nunca.

El hombre suspiró resignado y asimismo decía:

Está bien, hermanita, pues si ya así lo has decidido: ve y cumple tu sueño.

Frente las palabras de aliento, Candy besó las fuertes y grandes manos de su hermano para corregirle:

No, Tom. Será el sueño de ambos.

Y la chica guiñó un ojo, haciendo que el hombre medio sonriera y levantara un hombro.

Como sea. Bueno, entonces vayamos adentro para descansar temprano. ¿Me imagino que ya tienes listo tu equipaje? — el abogado preguntó conforme caminaba abrazado de su hermana hacia el interior del hogar.

— contestó ella agachando la cabeza; y es que Tom le había propinado un coscorrón y le regalaba otro calificativo:

¡Eres una sinvergüenza!

Pero me quieres — ella se aferró a la cintura de él que le contestaba:

Mucho —, y Tom dejó un beso sobre la corta cabellera rubia.

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