Capítulo 10 parte F

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El entrenamiento de ese día llegó a su fin; y después de asearse y alistarse, Candy era la última persona en los vestidores, y le avisaban que el autobús estaba listo para partir y dejarla en el hotel donde se hospedaba el equipo nacional.

En lo que la jugadora estaba cerrando su casillero, una voz que hacía años no escuchaba, la saludaba...

— Hola, Candy.

El cuerpo de la joven se paralizó y no quiso voltear de inmediato para confirmar de quien se trataba.

Ella sólo cerró los ojos para controlar lo que en ese momento sentía... ¡recriminándose interiormente cómo era posible que después de tanto tiempo no pudiera evitar los nervios que ese hombre le provocaba!

Más ella debía tomar el control de la situación y no dejarse perturbar por aquella presencia.

Por lo tanto, Candy suspiró profundamente, finalizó con serenidad lo que hacía, tomó su mochila tranquilamente, se giró y lo miró muy segura...

En cambio, sus corazones les traicionaron porque estos brincaron de gusto en el momento que sus miradas se cruzaron.

— Profesor Grandchester — ella sonó secamente; e indiferente comenzó a caminar pasando a su lado.

— ¿Podemos hablar?

— Lo siento. No puedo. El autobús me está esperando — ella respondió sin detenerse y buscó la salida.

El actor la detuvo por el brazo, acto que hizo que Candy se zafara rápidamente de su agarre, porque sintió una fuerte corriente eléctrica a su simple contacto y siguió caminando para no notarse perturbada.

No obstante, el castaño la alcanzó y le bloqueó el paso para insistirle:

— No te quitaré mucho tiempo... te lo prometo.

La joven suspiró con resignación y titubeante diría:

— No sé si deba. Además, el entrenador...

— Por mí no hay problema, Candy. Confío en Terry y sé que estarás en buenas manos — dijo Albert apareciendo por el pasillo y haciéndole recordar a la joven que estos dos se conocían.

— Considero se deben una oportunidad... de hablar, por supuesto — aclaró el entrenador.

Candy levantó una ceja, torció la boca, se rascó la frente y posó su mirada en el suelo. Luego, de resoplar con fastidio...

— Está bien — autorizó sin mirarles y retomó su camino, agradeciendo el castaño la intervención de su amigo y deseándoles éste, buena suerte.

Terry, casi tuvo que correr para darle alcance.

Posteriormente, caminaron juntos y en silencio hasta el estacionamiento.

Allá, se indicó donde estaba su auto: un Mustang Cobra del año en color amarillo, logrando que la deportista levantara las cejas irónicamente.

En cambio, él, caballerosamente, le abrió la puerta.

Antes de ingresar, Candy se encontró con sus bellos ojos y su sonrisa amable, aprovechando él ese instante para guiñarle un ojo, a lo que ella no le quedó de otra más que agradecerle su amabilidad con una media sonrisa que para Terry fue más que suficiente.

Él cerró la puerta; y la joven lo vio pasar por el frente del auto y se dio cuenta de que el castaño estaba mejor que nunca; su nuevo corte largo en capas hasta la nuca lo hacía verse más varonil, más guapo, más...

Candy se sacudió las ideas de la cabeza y mejor se puso el cinturón de seguridad aguardando por su compañero de viaje que abordó en cuestión de segundos y se pusieron en marcha.

Durante el trayecto del camino no dijeron mucho... sólo un emocionado: ¿Cómo has estado? por parte parte de él, y un seco: Bien, gracias, de ella como respuesta ya que se concentró por la vereda en que Terry manejaba que era la misma ruta que años atrás él tomara.

Sin embargo, Candy veía con desconfianza la carretera a pesar del verde y bello paisaje; y mayormente después cuando el auto doblara hacia la derecha y comenzaron a descender por la curveada montaña donde lujosas casas campiranas llamaron su atención y buscó el nombre de la villa: Piermont en Nueva York, un pueblo a la orilla del Río Hudson, logrando que Candy sonriera al ver el lugar y volviera sus ojos hacia Terry quien le devolvió el amable gesto.

Él dio vuelta a la izquierda; y una milla más adelante, se estacionó en la parte trasera de una casa.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora