Capítulo 10 parte H

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Terry se tragó un pedazo de pastel que lo hizo toser ante la cuestión anterior.

— Perdón... este... no tengo hijos, Candy.

— ¿Ah, no? ¿Qué Susana no iba a darle uno? — ella preguntó y lo miró como si nada, siguiendo saboreando su rice pudding y volviendo a la formalidad.

— ¿Quién te dijo eso?

Él quiso saber ya que el recordaba no haberlo comentado con ella.

— ¡Ah! No tiene importancia.

Candy se quedó callada por un instante; y al siguiente volvió de hostigosa:

— Entonces su esposa, ¿cómo está?

— Tampoco soy casado.

— ¿Divorciado? — cuestionó burlona.

— No —, el castaño medio sonrió. — Susana murió hace ya 3 años.

— Lo siento — dijo ella sintiéndose apenada; siendo ahora el turno de Terry:

— ¿Y tú? ¿Qué me cuentas? ¿Tienes... novio?

— ¡Uy, sí!

Con eso, el castaño, que intentaba darle un trago a su copa, la dejó a medio camino para seguir escuchando:

— Se llama Carlo, y está por venir en los próximos días.

Candy hubo sonado muy segura; y el guapo hombre frunció el ceño y terminó finalmente su copa para decir:

— ¿Ah, sí? Qué bien. Lo felicito. Y... ¿habrá boda pronto? — preguntó para saber hasta donde llevaría su mentira.

— Sí, terminando el torneo. La estamos planeando para finales de año.

— Espero conocerlo para felicitarle personalmente.

— ¡Ya lo creo! ¿Por qué no? Y siendo también un aficionado del deporte, no dudo que se llevarán bien.

Candy sonrió con pretensión, mientras que Terry se servía otro trago de vino preparándose para hablar seriamente.

En cambio, la joven no terminó su postre, porque miró su reloj que marcaba las 7 de la noche y decía:

— Profesor, le agradezco mucho la cena, pero... ¿le molestará llevarme de vuelta? No me gusta desvelarme y la verdad me siento muy cansada.

— ¡Te dije que quería hablar contigo! — él habló con severidad.

— Así fue, pero la verdad... no tenemos nada qué comentar.

— ¡En eso te equivocas! porque tenemos demasiado qué decir.

— Profesor...

— ¡Deja de llamarme profesor!

Terry alteró un poco la voz consiguiendo que Candy se irguiera sobre su silla y lo mirara con molestia.

— Lo siento, pero la verdad es que me estás irritando con este juego de evasivas.

— Yo no...

El castaño le hizo la señal de detenerse porque diría:

— ¡Tú sí! ¡Todo este tiempo lo has hecho! ¡Te dejé que preguntaras y dijeras cuanto quisieras y ahora que es mi turno... quieres huir!

— ¡Por favor! ¿Yo, huir de usted?

— Entonces, ¿por qué quieres marcharte?

— Porque ya le expliqué mis razones.

— Bien. Entonces, si de razones se trata, te parecerá justo que escuches las mías del por qué te traje aquí ¿no te parece?

— Bueno, eso es claro, fue para cenar ¿no? Ya hemos terminado, ahora es tiempo de regresar... no hay nada más que hablar, punto.

— Comprendo. ¿Es que acaso siempre has de ser tú quién tenga la última palabra?

La joven se encogió de hombros dándole poca importancia.

— Me hiciste lo mismo hace años. Te dije que te amaba y aun así no me diste la oportunidad de explicarte lo que en aquél entonces pasó.

— ¿Es que tiene caso hablar ahora del pasado?

— ¡Por supuesto! Porque de eso depende mi, no, ¡nuestro futuro! — dijo con firmeza respondiéndole ella con altanería.

— Si es de eso, entonces no pierda su tiempo, porque yo... ¡ya tengo uno!

— ¿Con tu "novio ficticio"? — fue su turno de burlarse y ante la cara de sorpresa de la joven, Terry rió victorioso.

— Te dejé con tu mentira para ver hasta donde llegabas. ¡Vamos, Candy! En aquel entonces conocí a una chiquilla con cierta madurez que yo admiraba; y ahora que tengo en frente a una mujer, actúa como una niña que se cierra al entendimiento.

Candy lo miró furiosa porque no supo qué decirle.

— ¡O dime qué estoy mal!

La joven, sintiéndose acorralada, lo único que hizo fue cubrirse el rostro, respirar hondamente comprendiendo que aquél tenía la razón; así que le hablaría con serenidad...

— No, no lo está, pero si hablo de un futuro es porque sí lo tengo y si le digo que no hay nada de que hablar es...

— ¡¿Por qué, Candy?! ¡¿Por qué me niegas la oportunidad de corregir mi error?!

— ¿Y qué caso tendría?

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora