Capítulo 14: FINAL parte D

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Los siguientes días pasaron tranquilos y sin novedad alguna.

En la segunda semana del mes, Candy cumplió sus tres meses de embarazo y se observaba su figura tras el espejo, no dándose cuenta de que unos ojos la contemplaban con veneración desde el umbral de la puerta hasta que le dijo recriminatoriamente y fingiendo enojo:

— ¿Hace cuánto estás ahí?

— Voy llegando — se respondió inocentemente; — además de que toqué la puerta, pero no me escuchaste y me preocupé.

Él sonrió traviesamente y fue hasta ella; abrazándola por detrás y acariciando su vientre.

Luego, le besó el cuello y la miró tras el reflejo para desearle:

— Buenos días, amor.

— Buenos días —, ella se giró para quedar de frente y abrazarlo.

— ¿Todo bien? — preguntó el futuro padre.

— Sí.

— ¿No tienes molestias?

— No, para nada.

— Sabes que te amo, ¿verdad?

— Lo sé — se hubo escuchado pretensiosa.

Candy ofreció sus labios, los cuales Terry no rechazó.

Minutos después, se les veía bajando juntos y muy sonrientes, encaminándose al llegar abajo en dirección al comedor para tomar el desayuno y allá repasar sus actividades del día; empezando Candy quien tenía la última prueba de vestido y Terry aprovecharía ese tiempo para ir a la oficina del Teniente Donald.

Y es que el asunto de Eliza le había estado manteniendo despierto un buen rato por las noches; así que, después de dejarlas con el modisto, el productor se dirigió a un juzgado y después de un rato salió hacia la comandancia, pero desafortunadamente el encargado del caso no estuvo cuando le visitó, así que sólo le dejó recado.

Consiguientemente, Terry se dirigió al teatro para atender sus últimos pendientes, ya que después de casarse, el futuro matrimonio se mudaría por completo a California.

Entonces, era el mediodía cuando el guardia de seguridad tocó la puerta de su oficina llamándolo:

— ¿Terry?

— Sí, Víctor.

— Te busca el agente Donald.

— Hazlo pasar por favor —; y el guardia le dio acceso al agente.

— Gracias — dijo el oficial y luego se dirigió a Terry; — Me avisaron por radio de su visita y como hacía un rondín por esta zona...

— Le agradezco mucho que haya venido. Tome asiento, por favor. ¿Le ofrezco algo de tomar?

— No, gracias.

— Bien. ¿Ha tenido alguna noticia?

— Lo lamento. No muchas. Seguimos en la búsqueda, pero ya hemos pasado una orden federal para localizar al fugitivo por el todo el país.

— Bueno, algo es algo. Teniente, necesito que me haga un favor.

— Usted dirá.

Terry, del cajón de su escritorio, sacó una carta que entregó.

Por supuesto, se quiso saber:

— ¿Qué es esto?

— Una orden de alejamiento solicitada y autorizada por el juez para Eliza Legan, ya que al parecer ha tomado represalias por su cuenta a consecuencias de ciertos problemitas pasados con mi mujer; así que, mientras ustedes siguen investigando yo debo proteger a mi familia. Le entrego esta copia para que usted esté al tanto y vuelva a cuestionarla. Un abogado le notificará a ella ya que yo no puedo hacerlo por estar directamente involucrado con la víctima y además para no obstruir su trabajo — le apuntó.

— Entiendo. Bueno, entonces sólo me gustaría saber cuáles fueron esos "problemitas" si no le incomoda, Señor Grandchester

— Por supuesto que no.

Y en quince minutos Terry le contaría todo: desde esas pequeñas diferencias estudiantiles hasta la seria agresión en el campus.

Por ende, para esa misma tarde, Eliza fue citada en las Oficinas de Policía para un nuevo interrogatorio, no saliendo ésta vez victoriosa, ya que todo se le complicó.

Y es que el agente fue muy astuto en las preguntas hechas y la hizo caer más de una vez hasta que la pelirroja se vio acorralada y no le quedó de otra más que de confesarlo todo, quedando así como actora intelectual por el intento de homicidio en contra de la persona de Candice Stevenson; y mientras su cómplice no apareciera, sería también la responsable de los cargos que Archie obligó a Annie a presentar.

Por su parte Neil, al ver la situación grave de su hermana, por primera vez en su vida, optó por no buscarse problemas con Grandchester, porque si lo hacía, sabía que sería como cavar su propia tumba, porque él también, traía una larga cola que pisarle y en un chasquido, el castaño podría actuar en su contra; entonces, como Eliza había planeado todo el atentado sola, pues sola la dejó para confrontar su problema.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora