Al enterarse Tom que todo ese tiempo su hermana hubo estado en California con su "novio", sí se molestó un poco. Pero al verla tan feliz y radiante, cedió a la relación ¡con! la condición de hablar primero con Terry.
Ante la petición, Candy puso resistencia, y mayúsculamente al escuchar las razones que su hermano le daba, entre ellas el interés de saber si Terry tenía algo que ver con el bebé perdido.
No habiendo pensado en eso y conociendo a su hermano, a pesar de ser un amor de hombre, la deportista reconoció que le dio miedo confesárselo conforme lo platicaban reunidos en la sala de su nuevo hogar en Chicago.
— Te estoy esperando — dijo Tom manteniendo un rostro verdaderamente serio y notando la indecisión de ella.
— ¿Qué harías si...?
— ¡Sólo quiero saberlo!
El abogado hubo alterado fuertemente la voz y su hermana se atragantó.
En eso, Martha, la cuñada, que iba entrando a la sala, daba un apoyo:
— Vamos, cariño, no la presiones.
Tom miró con cierta molestia a su esposa y la ignoró para nombrar recalcadamente:
— ¡Candice Caroline!
— ¡Sí, es él! — ella lo confesó finalmente; más, le pediría a su sangre: — ¡pero júrame que no le dirás!
— ¡¿Es que acaso tú no le has dicho?!
— No... porque no le veo el caso — respondió ella caminando hacia el ventanal y cubriéndose de temor.
El abogado miró nuevamente a su esposa, sólo que ahora con un gesto de "ya ves, sigue solapándola"; así que, fue turno de la cuñada en aconsejar a la joven:
— Candy, yo creo que ¡sí! deberías decirle porque bien o mal era el padre. Además, de que —, se pasó saliva; — deberás hacerte estudios para saber si ese aborto suscitado en el pasado fue por accidente o porque...
Martha miró a su esposo brevemente para proseguir:
— ... tu matriz no los retiene.
— Pero... ¿y si no puedo? — la chica cuestionó pavorosamente.
Sería de nuevo el hermano en tomar la palabra:
— Entonces, tu matrimonio sería una mentira y albergarías en él, la ilusión que todo hombre tiene: ¡el de ser padre! y matarías ese amor por no tener confianza ni comunicación.
El abogado se había acercado a ella; y en lo que la abrazaba seguía diciéndole:
— Querida, habla con él. ¡Cuéntaselo! Si dice amarte como tú me cuentas, te aseguro que estará contigo por siempre pase lo que pase; pero no lo hagas después de casados. Es más...
A Tom le surgió una idea.
— Pídele que vaya contigo al doctor y juntos reciban la noticia sea cuál sea; aunque yo estoy seguro que será buena — finalizó Tom alentándose por los dos.
Como punto final, le dio un beso en la frente.
Con la ayuda del matrimonio, Candy se animó a hablarlo.
Sin embargo, con cada día que pasara le aumentaría la tortura, porque una tercera cuarta parte de ella estaba muy segura de que Terry lo tomaría con calma y sin cambio alguno, ya que a su parecer no le era hombre de ideales machista, pero... y ¿qué tal si, sí?... le cuestionaba su cuarta parte a la que se le respondía:
— Bueno, con tantos niños huérfanos para darles amor podíamos adoptar ¿o no?
Eso pensaba la mujer, porque la verdad la mayoría de los hombres no lo aceptan tan fácilmente.
Como fuera, así se pasó el mes, claro que por supuesto, con las llamadas diarias de él y una que otra que ella le hacía, pues los tiempos libres de Terry variaban y donde nunca dejaban de decirse lo mucho que se amaban.
Alentada por ese amor, Candy le pidió a Martha le ayudara a conseguirle la cita con el ginecólogo, para que cuando el galán llegara, no perdieran demasiado tiempo.
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Mi Querida Campeona
FanfictionUna joven soñadora deja su casa para emprender su propio camino, topándose en ese al amor. Uno lleno de comprensión y apoyo. Una amistad que terminara uniéndolos más. (2010)