Capítulo 13 parte G

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Con la buena noticia, Terry solicitaba:

— ¿Puedo verla?

— Claro que sí. Sólo permítanos unos minutos en lo que la trasladan a piso. ¿Hay algún familiar de la otra paciente entre ustedes?

— Su novio.

Señalaron al guapo Archie que no les quitaba la vista de encima.

— ¿Cómo está ella? — preguntó el actor.

— Por el momento, no puedo dar un diagnóstico preciso, más, puedo decirles que la paciente está delicada e inconsciente. En un momento les aviso dónde visitar a su familiar. Con permiso — pidió el galeno y se alejó por el pasillo, consiguiendo que Archie se acercara a ellos rápidamente y preguntara:

— ¿Qué ha pasado? ¿Qué les ha dicho con respecto a Annie?

— Debemos esperar un poco más — dijo Eleanor tomándole del brazo y caminando de regreso a la sala de espera.

— ¿Candy está bien?

— Sí, gracias al cielo; y ya verás que Annie también lo estará.

Y mientras aquella pareja se envolvía en su silencio, Terry fue llamado para indicársele el número de habitación de su prometida.

En lo que se dirigían allá, la policía del estado hizo su arribo.

— Soy el Teniente Donald, y mi compañero Stewart. Estamos a cargo de la investigación con respecto al accidente de las Señoritas Brighton—Stevenson.

— ¡¿Ya han atrapado al responsable?!

— Pues no, ¿señor...?

— Cornwall... Archibald Cornwall.

— Bueno, señor Cornwall... desafortunadamente no tenemos nada todavía, porque según a lo dicho por algunos testigos fue un acto imprudencial por parte de una de las mujeres.

— ¡MENTIRA! Candy tenía la señal de paso... porque Annie y yo también cruzábamos la calle.

— Por eso estamos aquí, señorita, para saber exactamente lo que sucedió.

Y conforme Patty explicaba los hechos a los Tenientes... Eleanor, Martha y Terry llegaban a la habitación privada de Candy.

— Pasa tu primero, hijo — ofreció Eleanor comprensiva ante el angustioso rostro del actor.

Él, además de apreciar la atención de su madre, se dispuso a abrir la puerta lentamente, observando a Candy que yacía sobre la blanca cama y mantenía los ojos cerrados.

Cuando la joven sintió que alguien le tomaba la mano, abrió los párpados; y al reconocer a la persona que se sentaba a su lado, se abrazó a ella y comenzó a llorar.

— Está bien, querida, Ya pasó — decía Terry cariñosamente acariciando y besando su rizada cabellera.

— ¡Oh, amor!... de verdad lo siento. Te juro que...

— Shh... no necesitas decir más... ahora lo importante es que estás bien.

— ¡Tuve tanto miedo por el bebé, Terry!

— Lo sé, querida, lo sé... pero yo tuve más miedo por ti.

— Y Annie, ¿cómo está?

— No dicen nada los doctores todavía... pero no te angusties... que todo saldrá bien.

Terry la arrulló y se quedó con ella por unos minutos hasta que llamaron a la puerta, siendo su madre la cual le hizo una señal de salir.

El castaño dejó un beso en los labios de su amada y abandonó la habitación para que Martha entrara como su relevo y se escuchara de Eleanor:

— Unos agentes de la policía quieren hablar con Candy con respecto al accidente.

El rostro del actor se endureció.

— ¿Dónde están? — él quiso saber su ubicación.

— Al fondo del pasillo — se le indicó.

El actor caminó hacia ellos presentándose al arribar:

— Soy Grandchester, el prometido de la señorita Stevenson.

— Sabemos quién es usted, Señor.

— Y bien, ¿qué noticias traen? ¿Ya está tras las rejas el responsable del accidente?

— Nos gustaría hablar primero con la paciente, ya que se nos ha informado que está consciente.

— Así es; pero en este momento no me parece prudente que pasen a verla para cuestionarla.

— Señor Grandchester... necesitamos su versión de los hechos para verificarlo con la información que la señorita O'Brian nos ha proporcionado y proseguir con la investigación.

— Es decir, ¿qué no han hecho nada al respecto?

Terry enarcó una ceja comenzando a perder el control cuando les decía en tono sarcástico:

— ¡Caramba, señores! Creo que el simple hecho de que dos mujeres hayan sido arrolladas y de que el conductor huyera, es suficiente para comenzar a investigar... ¿no les parece?

— Por supuesto; pero tenemos diferentes versiones de algunos testigos, y si se trata de imprudencia al cruzar las calles... no hay nada que investigar

Ante las palabras sin sentido de aquel oficial, Terry sintió la sangre hervir y despotricaba contra ellos:

— ¡¿Cómo que no hay nada qué investigar?! ¡¿Es que acaso ya revisaron las Cámaras de Control del Tráfico y tienen las placas del automóvil que huyó con el nombre de su conductor?!... o ¿Hay alguna fotografía de sus "testigos" donde pruebe que alguna de ellas en un "acto de descuido" cruzó la avenida sin respetar las señales peatonales?

Los oficiales no respondieron al abogado.

— No ¿verdad? Me lo imaginé

Terry sonrió irónico, pero sentenciaba furioso:

— ¿Y tienen la desfachatez de presentarse aquí para venir a decir de que si se trata de "imprudencia" no hay nada que averiguar?... ¡Por favor, Oficiales!... ¡Hay una joven seriamente delicada en la sala de emergencias!... ¡y den gracias de que a mi mujer no le pasara nada... porque si no...!

— ¡No necesita amenazarnos ni decirnos lo que tenemos qué hacer, señor Grandchester, sabemos muy bien cuál es nuestro trabajo!

— Entonces, ¡¿por qué no están trabajando en ello?! y más les conviene que su "diagnóstico" sea cierto, porque les aseguro, Tenientes, que no tendré compasión del responsable para meterlo por un buen tiempo en la cárcel si a la señorita Brighton le sucede algo grave — el actor finalizó amenazadoramente y los retó con la simple mirada.

Los oficiales no se dejaron amedrentar, pero tampoco dijeron nada más y optaron por buscar la puerta de salida, claro que entre ellos comentaban de la arrogante prepotencia de aquel individuo; en lo que Terry con su rabia contenida, se quedaba parado viéndolos alejarse.

Para relajarse un poco, el castaño bajó hacia a la sala de espera para encontrarse con los hermanos Cornwall y hablar al respecto.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora