Capítulo 4 parte D

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Después de obedecerlo, la joven comenzó a relatarle:

— Vine a Nueva York con la ilusión de ser parte precisamente de este equipo únicamente por el Coach Williams, pero... mi primera desilusión sufrida fue al enterarme de que el entrenador se iba por un tiempo.

Un "así es" se escuchó por parte de Terry. Y de nuevo Candy:

— La segunda ha sido porque cuando llegué a mi primer día de entrenamiento y a pesar de que el asistonto de Legan...

El castaño rió.

— ... se notó "poco amable" conmigo, me ordenó que fuera a cambiarme; y al regresar, ya había cambiado de pensar, poniéndome a asistir a las compañeras. Ya ha pasado un mes y no veo que quiera cambiar de parecer, sino todo lo contrario que hasta lo veo imposible. Pero, por una parte está bien, porque el horario de entrenamientos que ha elegido ¡está por demás cruel!

— Sí, algunas quejas he escuchado al respecto — comentó el profesor recordando que en más de una reunión ya se había comentado el tema.

— Lo peor es que las chicas no quieren confrontarlo.

Candy estiró las piernas y las cruzó al mismo tiempo que los brazos y miró hacia el frente.

Terry, imitándola, le cuestionaba:

— ¿Tú lo has hecho?

— Sí, precisamente el día que nos lo informó y creo fue lo que más le molestó. Además, hay algo que...

Candy se mordió un labio para callar y oír a su interior que le decía:

"Estás hablando de más"

Obviamente, el castaño notó ese gesto en ella; y mayormente intrigado, la instaría a proseguir:

— ¿Qué, Candy? ¿Por qué te quedaste callada?

— No, no, no es nada.

Ella se negó; y desbarató su cruce de brazos para apoyar sus manos sobre el borde de la fuente.

Estando así, él la alentaba:

— Vamos, chiquilla. Tal vez, si tú me cuentas todo, yo podría ayudarte.

— ¡¿De verdad?!

La joven se hubo escuchado emocionada y giró su cabeza para mirarlo y afirmársele:

— Claro.

— Pero son del gremio, y no quisiera... —, la muchachita lo evadió.

— Vamos, dime lo que sabes.

Él volvió a instarla, compartiendo finalmente ella:

— Hay algo raro en algunas acciones o "reacciones" en ciertas chicas.

— ¿Cómo qué reacciones?

Ante la cuestión, la joven pícaramente sonriente cuestionaba:

— ¿Es usted psicólogo?

— ¡Candy! — Terrence contestó desesperado.

— Perdón, perdón. ¡Ay, qué carácter, profesor! —, lo imitó tal y cual el castaño lo hubo hecho anteriormente.

Casi enseguida, ella retomaba lo interrumpido:

— Bueno, usted bien sabe que después del entrenamiento y con la temperatura, uno se agota.

— Por supuesto — aseveró el magistral.

— Viera que algunas de las chicas no — la rubia lo retó con la mirada.

— ¿No? — preguntó Terry entendiendo a la perfección hacia donde iban dirigidas sus palabras.

Aun así, él fingió demencia al observar:

— Han de tener buena condición física.

— Oh, sí, bastante. Tanta que... no necesitan agua para hidratarse — la joven lo dijo poniendo una sonrisa irónica.

— Está bien, creo que ya te entendí. Entonces, tus sospechas son de que probablemente se estén empleando ciertos "medicamentos" en el entrenamiento.

La rubia únicamente se encogió de hombros.

— Y, ¿cómo sabes de esteroides, Candy? — cuestionó el profe con curiosidad; y con atención oiría:

— Mi hermano fue jugador de football americano y entre sus pláticas algunas veces escuché a sus amigos hablar al respecto. Sólo espero que me guarde el secreto — ella se lo pidió fervorosamente.

— ¡Por supuesto! — él respondió, siendo ahora su turno de compartirle: — Desde hace tiempo, se ha estado sospechando; pero hasta la fecha no han dado con quién; y si es cierto lo que me dices, creo saber de quién se trata.

— El asistente, ¿verdad?

Terry se sorprendió de tal afirmación.

— ¿Tú lo crees?

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora