Capítulo 9 parte D

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Era la medianoche del domingo, cuando en el aeropuerto, se anunciaba abordar el vuelo con destino a Río de Janeiro.

Sonrientes, los hermanos Stevenson tomaron sus maletas de mano y se formaron en primera línea mostrando su documentación y dándoseles el paso, al entregar su boleto.

Sin chistar, se abordó el avión, se acomodaron en sus asientos y se prepararon para el despegue que fue después de unos minutos de espera.

Conforme la nave se elevaba, Candy cerró los ojos por un momento y se despidió mentalmente de sus amigos, deseándoles a estos éxitos, felicidad y mucho amor.

También, se pensó en Anthony, en ese guapo rubio que tuvo la mala suerte de no corresponderle como se merecía, agradeciéndosele infinitamente por todas sus atenciones y detalles para con ella, pidiéndole además perdón por no haber sabido apreciarlo y por errar el camino con alguien que...

La rubia abrió los ojos abruptamente antes de que sus recuerdos le traicionaran.

Sin embargo, al enfocar su vista en el cristal de la ventanilla y mirar hacia el vacío se escuchaba:

— Prometo que haré hasta lo imposible por olvidarte.

— ¿Cómo dijiste, Candy? — preguntó su compañero de asiento.

— ¿Ah? No, nada, Tom... un simple pensamiento en voz alta.

— Entiendo, te estás despidiendo de él, ¿no es así? — se cuestionó con mala intención.

— Sí — le contestaron suspirándose con melancolía.

Seguidamente, Candy reaccionó mirando a su hermano con extrañeza y corrigiendo con exalto.

— ¡Por supuesto que no!

Pero se dudó al notar la sonrisa irónica de Tom.

— ¿De quién estamos hablando?

— De tu país, por supuesto, ya que estarás un buen tiempo fuera — se respondió con fingida inocencia. — ¿Qué pensabas tú?

— ¡Oh! pues precisamente en eso también — contestó Candy.

Y en lo que se reclinaba sobre el asiento y volvía su rostro hacia la ventana, Tom sonreía con travesura.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora