El profesor levantó la cabeza para encontrarse nuevamente con una angustiante mirada, logrando que Candy pasara saliva para limpiarse la garganta ya que algo comenzaba a lastimarle.
— Yo... lo siento, no...
La rubia separó bruscamente sus manos de él al que no le dejaron terminar porque se le diría:
— ¿Sabe qué? No, mejor no me diga nada, creo que entiendo —, la joven sonrió verdaderamente dolida. — ¡Qué tonta!
— Candy...
Terry quiso tomarle nuevamente las manos, pero ella lo evitó.
— Candy, escúchame...
— No. No tiene caso.
La rubia quería llorar; y lo único que pudo hacer fue cubrirse la cara porque no permitiría que viera sus lágrimas.
Lo que sí dejó escapar fue un suspiro que brotó desde lo más profundo de su ser e interiormente se decía repetitivamente:
— "No llores, Candy" "No llores"
Más, de repente, se rascó la cabeza con desesperación y se puso de pie dispuesta a marcharse.
— No te vayas — él la detuvo. — Déjame explicarte.
A pesar de la súplica, ella volvería a decir:
— NO.
— ¿No me darás la oportunidad? — ¿es que acaso valía la pena?
— ¿Para qué? Para escuchar otro..."Lo siento" o "No debimos" o tal vez "Nos equivocamos", aunque ésta es mejor: "Nunca fue mi intención ilusionarte" Como ve, profesor, ya se lo que dirá. Sin embargo, no lo culpo, aquí la única responsable de "lo que pasó" soy yo. Sé muy bien lo que hice y a pesar de todo... ¡no me arrepiento!
Ella calló momentáneamente, porque estaba a punto de quebrarse junto con su voz.
— Así que, olvidaremos que ni ayer ni nunca pasó nada. Yo seguiré siendo la misma; y cada quien por su camino.
Al finalizar, dos traicioneras lágrimas se le escaparon; y las cuales rápidamente se limpiaron provocando en él aún más dolor.
— Candy, por favor
Terry intentó abrazarla y ella se alejó.
— Escúchame. Llo que te dije anoche es cierto. Te amo; y Dios es testigo de que así es...
— ¡No jure en vano, profesor! Pero gracias de todos modos... por todo.
Candy, con una sonrisa forzada, le palmeó su brazo.
— ¡Ande, estése tranquilo! No se preocupe por mí, yo estaré bien ¡muy bien!
— ¡Pero yo no!
El castaño pretendió tomar una mano que nunca alcanzó.
— No quiero que pienses que no significas nada para mí. Que lo que anoche pa...
— ¡Ya no siga, por favor!
Candy se cubrió los oídos, se dio la vuelta y comenzó a caminar.
— ¡¿Adónde vas?!
El profesor hubo preguntado al ver la dirección que tomaba.
Ella, como respuesta, sólo levantó los hombros.
Conforme la veían alejarse, se dijo a sí mismo:
— Cuando el dinero cae erróneamente en manos de algunos hombres, éstos sólo lo saben utilizar para hacer daño a otros. Candy, mi padre es uno de ellos que en un chasquido, si así lo deseare, puede destruirlo todo y yo no quiero que tú seas otra víctima de él como lo fue mi madre, a la cual vi padecer penas, hambre, miseria y humillaciones; y las dejó de sufrir hasta que ella le suplicó de rodillas a él para que pudiera tener una vida tranquila. Sin embargo, yo no permitiré que haga lo mismo contigo, así que, perdóname, preciosa, pero creo que es mejor así, prefiero que me odies y me olvides aunque yo sin ti tenga que morir lentamente antes de ver cumplida su amenaza.
Y mientras Terry la veía perderse, Candy ya caminaba cuadras abajo haciendo el mayor de los esfuerzos por no llorar.
Pero, gracias a una señal de detenerse, ésta le dio la oportunidad de mirar hacia los lados y ubicar una caseta telefónica a la cual fue rápidamente hacia ella para llamar a casa.
En cuanto escuchó la voz de Tom, la rubia rompió en llanto, alarmando seriamente a su pobre hermano que le gritaba por el otro lado de la línea:
¡Candy! ¡Candy! ¡¿Qué pasa, pequeña?! ¡¿Por qué lloras?!
Absolutamente, la rubia no podía decirle lo que verdaderamente estaba padeciendo, sino:
— ¡Te extraño mucho! ¡Quiero irme a casa! — le dijo entre amargos sollozos.
— Yo también te extraño y mucho más que tú, chiquita; pero dime... ¿es simplemente eso? Todo está bien ¿verdad? No te ha pasado nada.
— No, Tom, sólo que te extraño — sonó convincente.
— Menos mal, porque ya me estabas preocupando en serio, hermanita.
La rubia no perdió tiempo para pedir:
— Tom, ¿puedo ir a casa... ahora? Ya salí de vacaciones.
— Por supuesto que sí, nena. Sólo dame 15 minutos en lo que te hago las reservaciones de vuelo ¿si?
— Está bien.
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Mi Querida Campeona
FanfictionUna joven soñadora deja su casa para emprender su propio camino, topándose en ese al amor. Uno lleno de comprensión y apoyo. Una amistad que terminara uniéndolos más. (2010)