Capítulo 3 parte D

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Ante la obvia mofa, la pelirroja aventó molesta el brazo de su hermano; y lo nombraría:

— ¿Neil?

— ¿Qué? — él, que hubo pretendido emprender camino, respondió secamente.

— No la quiero en el equipo.

— ¿Cómo dices?

El asistente se sorprendió de la petición; y la miró al afirmarle:

— Lo que oíste. No me gusta. No me cayó bien.

— ¿A ti quién no, Eliza? Pero lo siento, ésta vez la chica se queda en el equipo.

— ¡No! — gritó ella y lo sujetó del brazo porque el moreno ya se iba nuevamente; y en claro le dejaría: — ¡porque a nadie le dejaré mi lugar!

— ¡No seas tan dramática, por favor! —; calmadamente él se deshizo del amarre. — Además, nadie te lo está quitando. Aunque ahora que lo mencionas... — ¿le bromeaba? — un buen cambio en el equipo no caerá nada mal

Ella frunciendo el ceño, quiso información:

— ¿Qué insinúas?

— ¿Yo? Nada, hermanita, es sólo que...

Neil se cruzó de brazos para comenzar a "analizar" la situación.

— Fíjate qué raro está esto. Toda la temporada juegas como nunca, fantásticamente, pero cuando llegamos a la final... perdemos como siempre y nadie se explica por qué nunca hemos podido levantar ese dichoso trofeo.

— ¡Eres un estúpido! — espetó enfurecida; y él insistió en no tomarle importancia:

— Vamos, Eliza; es una simple chica, que no se ve nada peligrosa.

— ¡He dicho que no, Neil!

— Bueno —, resopló el hombre; — y ¿qué harás al respecto?

Silencio se obtuvo por parte de ella; y él queriendo que entrara en razón, le hablaría seriamente:

— Hermana, la chica trae un documento de un alto mandatario.

— ¡Me importa un...!

— ¡Eh! Ten mucho cuidado con ese lenguaje, porque aunque seas mi hermana, en el terreno de juego debes mostrarme respeto.

— Pues si quieres mi respeto, haz lo que te ordeno. ¡No la quiero en el equipo!

— ¡Ah! y ya que me está dando órdenes, ¿dónde quiere que la ponga, "su majestad"?

— Que sea la mascota del equipo.

— ¡No seas absurda, Eliza!

— Neil, o haces lo que yo te pido o...

— ¿O qué?

— Muchos estarán interesados en saber "quién" ofrece y aplica esteroides a algunos jugadores de los diferentes equipos.

— No te atreverás —, el moreno palideció. Atragantado quiso defenderse: — Soy tu hermano.

— Si no haces lo que te pido, verás que sí, importándome muy poco el hecho de que lo seas.

A paso de trote y sin dar oportunidad de réplica, Eliza se alejaba para regresar al campo, dejando a Neil verdaderamente pensativo ante la amenaza recibida; y es que conociendo bien a su hermana sabía que sí era capaz de eso y mucho más.

Por lo tanto, conforme la pelirroja se integraba a las actividades, Candy que salió de vestidores trayendo consigo una sonrisa, también se incorporó al equipo.

En cambio, Neil que no apartaba los ojos de su hermana, recibió de ésta una señal de advertencia; y ante eso:

— ¡Hey, tú! — gritó; y lógico todas voltearon, pero para ser más específico, apuntó. — La nueva.

— ¿Yo? — la joven se auto señaló.

— ¡Sí, tú, ven!

Candy se acercó hasta él para escuchar lo siguiente:

— Como principiante que eres y si quieres pertenecer a este equipo, deberás pasar por algunas pruebas.

— ¿Cómo? — la rubia frunció el ceño; y hesitó. — No entiendo ¿qué... tipo de pruebas? — había preguntado con suma desconfianza.

Él, como si nada, respondía:

— Las más básicas: estarás más temprano de lo normal, deberás tener listo el campo para el entrenamiento y por supuesto, al cuidado de los balones; también asistirás a las jugadoras, hidratándolas, dándoles masajes cuando alguna lo requiera, en fin.

— Y... — la joven sintió nervios; más debía cuestionarlo: — ¿a qué... hora practicaré?

— Cuando yo te lo ordene. Así que... ¡a empezar!

Candy no se movió porque lo miraba como si tuviera tres ojos, a lo que él:

— Vamos, ¿qué esperas? ¡Trae los balones y pásalos! — le volvió a gritar.

Posteriormente de haberse estremecido, la rubia obedeció y caminó hacia el costal contenedor de balones sin poder salir de su sorpresa que era mayúscula; pero cuando estaba tomando el primer balón, reaccionó y lo dejó para regresar valientemente adonde el asistente y hacer un último esfuerzo.

— Entrenador, creo que comete un error porque debería considerar más el documento que le he entregado.

Al oírla, Neil se volvió furioso contra su pequeña persona para espetarle:

— ¡Yo no cometo errores! —, y se atrevió a amenazarle: — Y si no estás contenta con mi orden, renuncia al equipo. ¡Ah! y en cuanto a tu dichoso papelito... mira lo que hago con él

Neil comenzó a romperlo en varios pedazos ante los ojos de Candy que se volvieron molestos hacia esa humanidad, logrando que Legan también la retara con la mirada.

Por su parte, la rubia estaba que no lo podía creer y por un momento sintió deseos de salir corriendo y tirarlo todo por la borda. Sin embargo, se acordó que no sólo era su sueño sino también era parte del de su hermano. Por ende...

— Está bien, entrenador — se doblegó; — haré como usted ordena

... provocando con la derrotada aceptación, la sonrisa burlona no sólo de Neil sino la de Eliza que en conjunto con el equipo miraban a la recién integrada regresándose por los esféricos, sin pensar ninguno que en ese corto trayecto, la joven se decía para sí que obedecería por un tiempo determinado, y que después les demostraría a todos, que no era cualquier "principiante" como él se había atrevido a llamarle.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora