Capítulo 7 parte G

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Por eso había huido, para sacarla de sus pensamientos y seguir como su destino estaba trazado, pero ese día cuando regresó de "vacaciones" y revisó los mensajes en la grabadora ¡ahí! estaba la respuesta que tanto deseaba: la escuela de leyes dándole fecha exacta para presentar al fin, ¡su examen!

Así que, en cuanto pudo, él salió corriendo hacia el estadio; y es que debía hablar con ella y confesarle ¡cuánto la amaba! pero al ver a Anthony, sus ansias disminuyeron y se llenó de cargos de conciencia.

No podía hacer eso. No podía interponerse entre ellos; además, de que también estaba Susana que ya bastante le había aguantado y soportado.

Entonces, el castaño se acobardó, y sólo se conformó con sentirla entre sus brazos cuando se acercó a él, para festejar su triunfo.

Pero esa noche, cuando llegaron y se acercaron al grupo, Terry fingió sorpresa, porque ni comentario pudo hacer al verla vestida como una sencilla, pero adorable y hermosa mujer; agradeciéndole a la chica de que se retirara, para mala fortuna del castaño, de mano de su novio.

Y desde el rincón de la barra del bar no podía dejar de mirarla, porque nunca, ni en sus más desvariados sueños, se imaginó que la chica tuviera ese cuerpo; bueno, una idea de las piernas tal vez, pero al verlas completamente al descubierto se sorprendió más y qué decir de sus curvas.

Sin embargo, su escrutinio descarado llamó la atención del amigo de Eliza que le comentó con morbo:

— Es hermosa, ¿verdad? Ya me imagino lo sabrosa que se pondrá en unos años más.

Y eso a Terry le molestó bastante, y no sólo quería golpear a su vecino, sino ir hacia donde Anthony, quitársela y llevarla a que se cambiara.

No obstante, el castaño se burló de sí mismo por los celos que nunca antes con ninguna había sentido.

Tomándose rápidamente su copa de champagne, inventó "X" excusa y se retiró, porque ya la había visto desaparecer y luego volver a su novio que parecía haber dejado su impresión de lado al ver a su novia así y estar más emocionado con el grupo de chicos aquellos.

Mas, la perdió de vista por cuestión de segundos; y su búsqueda no cedió hasta que finalmente la encontró en ese mullido sillón.

Terry se había acercado sigilosamente a ella y pudo aceptar que todo gesto, todo movimiento, inclusive con que sólo hablara: le fascinaba.

¡Con cuánto deseo! quería curarle con suaves besos ese labio lastimado, luego acurrucarla entre sus brazos para que durmiera sin frío y entrelazarse en sus piernas desnudas.

Por lo tanto, al verla tan cansada o más bien enfadada, se ofreció a sacarla de ahí.

Esas líneas de la canción tal vez no fueron demasiado impactantes, pero sí lo fue la mirada que Candy le dedicó, diciéndole sin palabras lo que representaba para ella... por eso decidió Terry lo que decidió, estacionar el auto y probarla.

Sí, quería saciarse, y si fuera posible y ella se lo permitiera, la haría su mujer esa misma noche, ya que no habría impedimentos, porque terminado el doctorado, renunciaría al colegio como profesor, trabajaría en su proyecto personal de teatro e iniciaría una relación seria con ella.

Ella, que escucharla decir... "Quiero que me hagas el amor"... a Terry le provocó shock, haciéndolo interrumpir el beso, porque ¿acaso le leyó el pensamiento?

Por instantes, se dedicó a observarla: su mirada estaba oscurecida por el deseo, sus mejillas rosadas, su acelerada respiración; y cuando la escuchó disculparse y esconder su rostro apenado acurrucándose en su cuello mientras que él le sonreía halagado, le preguntaba:

— ¿Estás segura, Candy, que eso es lo que quieres? —, y le enderezó la cara para que la chica lo mirara.

— Yo... — titubeó ella mordiéndose el labio.

— ¿Tú? — él la instó.

— Profesor... — lo llamó.

En cambio, Terry la calló poniendo un dedo en los labios de ella.

— No, ya no más profesor. A partir de ahora, sólo Terry —, él acarició la barbilla femenina; — pero antes de, yo necesito confesarte, que... te amo, chiquilla. Te amo por lo que eres, y por lo que me haces sentir cuando estoy a tu lado. ¡Te amo demasiado, mi linda campeona!

— ¿Lo dice en serio? — preguntó Candy dudosa, con voz poco audible y sin dejar de admirarlo.

— Completamente.

Y de nuevo, él se posesionó de su boca sintiendo las manos pequeñas y suaves de la rubia sobre su varonil rostro.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora