Capítulo 6 parte G

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Hasta ese instante los asistentes reconocieron que la rubia aquella tenía talento y por lo mismo, se levantaron para festejarla impresionados y maravillados, consiguiendo con su acto que a Eliza ni el sol la calentara y Neil pareciera león enjaulado caminando de un lado a otro.

Para esa vez, Terry se puso de pie para aplaudirle satisfecho de su esfuerzo mientras que Anthony reconocía feliz que si su novia se lo proponía podía ser GRANDIOSA.

Conforme entre compañeras se felicitaban, Neil hizo llamar a Eliza para gritarle:

— ¡¿Qué carajos es lo que te pasa?! ¡Hasta pareces principiante!

— ¡Esa... imbécil!

— ¡Tienen que detenerla! Si siguen dejándola, ¡les empatará el juego!

— ¡¿Y qué es lo sugieres que hagamos?! — le devolvió el grito.

Un brillo en la mirada de Neil apareció y se acercó al oído de la pelirroja.

¿Qué le dijo? No se supo, sólo se le vio sonreír malévolamente ante las indicaciones de su hermano.

El juego reinició y las locales comenzaron a tocar balón haciendo una jugada donde todas cubrían a una.

En eso, Eliza pegó la carrera y golpeó el balón con todas sus fuerzas hacia la portería, pero la bola salió desviada por una contraria y provocando un saque de esquina a favor de las columbianas.

Por supuesto, Candy bajó para apoyar a su defensa.

Anthony le pidió desesperadamente que regresara arriba, a su posición.

Lógicamente la rubia no le prestó atención.

Terry, por su lado, había permanecido callado casi todo el tiempo y sabía que la chica tenía potencial, pero el hecho de ver a Neil hablando secretamente con Eliza, lo hizo dejar su lugar y unirse a los gritos de Anthony.

Fue demasiado tarde, porque el servicio de esquina ya era ejecutado.

Por alguna razón, Candy cubría a Eliza; y al ver venir el balón en esa dirección, las dos saltaron al mismo tiempo.

La pelirroja, al tener un poco de ventaja en altura sobre la rubia, sobresalió más en su salto no siendo su objetivo el balón, sino que cuando tuvo de cerca la cara de Candy, le dejó caer con todo un codazo que hizo que la rubia cayera al pasto y se retorciera del dolor.

Obviamente, toda la audiencia vio la agresión y la pelirroja se ganó una rechifla.

Y mientras el árbitro marcaba la falta a favor de las visitantes, Anthony corrió hacia Candy junto con el cuerpo de asistencia médica para encontrarse que la chica estaba sangrando por la nariz.

El árbitro asistente se acercó a Anthony para pedirle que sacara a su jugadora del campo para retomar el juego y llevarla a la banca.

Allá, Terry frunció su ceño al notar que la agresión de Eliza no sólo le había dado en la nariz, sino que además le abrió feamente el labio inferior.

— ¿Estás bien? — le preguntó angustiado.

— Sí — dijo ella sosteniendo su nariz.

— Haremos tu cambio — sugirió Anthony.

— ¡No! — gritó la rubia.

— ¿Estás loca? ¡No puedes seguir jugando así! — Terry la reprendió duramente.

— Anthony, sólo haz un torniquete para que se detenga el sangrado.

Ante eso, el castaño la recriminó con la mirada.

— Por favor, estoy bien — rogó ella.

Los dos hombres se miraron; haciendo Anthony como se le solicitara.

Ya después conforme Candy ingresaba al campo...

— No debimos dejarla. Pueden lastimarla seriamente — comentó el entrenador.

— Esperemos que no — respondió Terry.

— Haré el cambio.

— No, Anthony. No lo hagas.

— Pero la podrían lastimar — insistió el rubio.

— No ésta vez. Candy es una chica precavida.

Con eso, Anthony ya no comentó más, sólo siguieron observándola cuando se acercaba a Sandra para felicitarla por la anotación que el árbitro, —después de consultarlo con la capitana local—, autorizó y así empatar el partido gracias a Eliza que a cambio, le costó una simple tarjeta de amonestación.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora