Capítulo 4 parte E

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Ante la cuestión, la chica no dudó acusación diciendo además:

— A su hermana no le caigo bien, y algo que me hace pensar es que, fue ella la que tuvo que ver con el que yo no esté en el equipo. En los entrenamientos hace comentarios burlones de mi situación o se mofa de mi persona, criticando mi manera de vestir o indirectas para poner en duda de que en verdad sea yo una chica.

Terry, impulsivamente, rió ante eso; y eso precisamente le costó un mal gesto y el que se le dijera:

— Sí, usted también lo duda.

— Pero estamos equivocados —, el hombre defendió su postura; — porque la impresión cambia cuando hablas; tu tono de voz es el de una mujer... es un tono suave y... muy dulce.

— ¡Vaya! Gracias por el cumplido.

— Ahora dime, Candy, y con toda honestidad... ¿sabes jugar el soccer o sólo quieres aprenderlo a jugar? No es porque defienda al "asistonto" de Neil, pero que tal si tu juego no es tan convincente y no es lo que el equipo en verdad necesita, porque... no sé si sepas que las competencias entre la Liga Ivy son muy fuertes ya que son entre las universidades más prestigiosas del país y por lo mismo sus niveles de juego son altos y exigen demasiado. Yo no dudo que tengas esa capacidad o habilidad, porque he visto tus notas y sé que también eres una chiquilla muy inteligente, pero...

Candy que le había prestado atención todo el tiempo, de repente comenzó a reír y él:

— Ahora no sé por qué pero presiento que te estás burlando de mí.

— No — dijo ella, mientras calmaba su risa para aclararle lo siguiente:

— Sí, me declaro fan del soccer; y no voy a decir algo que halague a mi persona, pero... ¿cómo quieren saber si soy buena en el deporte o soy sólo una fanática como me acaba de llamar, cuando no me han dado la oportunidad de demostrarles lo contrario? Se es tan fácil criticar y etiquetar a las personas sin conocerlas verdaderamente, y eso ¡es tan triste!

— Tienes toda la razón y te pido disculpas por lo que dije.

— No, no dijo nada ofensivo, al contrario, sus palabras han sido muy estimulantes para mí, y una vez más me afirmo a mí misma lo que soy y lo que puedo hacer. Gracias por escucharme, profesor Grandchester.

La alumna finalizó regalándole una linda sonrisa.

Como el sol ya estaba a punto del ocaso, Terry miraba con detenimiento como los últimos rayos del astro rey hacían ver en los ojos verdes de Candy, un brillo especial que le gustó.

— Y... ¿sólo practicas soccer?

Él indagó para borrar la imagen que se había creado.

— No, también juego canicas, balero, pin pon...

Los dos rompieron en risas.

— Ya seriamente — dijo Candy, — sé jugar hockey, baseball, basketball, voleyball, tenis, practico natación, ¡football americano!

— ¡¿Lo juegas?! ¡Debes estar bromeando! — él había exclamado sorprendido.

— No, y apenas me está interesando un deporte que es precisamente muy parecido —, Terry sonrió arrogantemente, — ¿cómo le llaman? ¿Rugby?

— Eres chica ruda.

— Eso es gracias a mi hermano.

— Y, ¿por qué elegiste el soccer, Candy?

— Porque en Chicago no hay un equipo al qué apoyar; y mi sueño es... ser parte de la selección nacional para el mundial que se jugará en 1999 aquí en Estados Unidos.

— ¡Aspiras alto, chiquilla!

— Sí, lo sé. Pero también sé que puedo lograrlo; y lo primero que haré es derribar las barreras que me han puesto.

— Eso es importante: que no te dejes abatir.

— Profesor, ¿dónde hay un área, aquí dentro del parque, en el que pueda practicar?

— ¿Quieres entrenar por tu cuenta?

— Sí. Ya llevo un mes inactiva; y no quiero perder más práctica. Mi hermano me daba rutinas, así que, lo único que necesito es un lugar.

El castaño no respondió de momento; y en lo que su mente maquilaba, sus ojos se posaron en una pareja de corredores.

Posteriormente, diría:

— Candy, si como dices tener todas esas habilidades para el deporte, yo te entrenaré.

El hombre había hablado con firmeza; y el rostro de Candy se llenó de sorpresa y preguntaba con incredulidad:

— ¿De verdad... usted haría eso por mí?

El castaño la miró seriamente; y así mismo confirmaba:

— Sí, por supuesto.

— Pero... ¿y Legan?

— Eso déjalo por mi cuenta. ¿Qué tienes que hacer mañana sábado?

— Este... nada, bueno el entrenamiento.

— Hoy en la reunión de maestros, notificaré a Neil. ¿Sabrás llegar aquí?

— Me imagino.

— Bueno, aquí te veo mañana, a las ¿6 30 AM?

Con una gran sonrisa, la rubia acordó.

— Hecho; entonces, ahora deja te acompaño hasta la salida.

Los dos seres se pusieron de pie; y entre más pláticas, emoción y perdiéndose en el corredor, la pareja salió del parque.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora