Capítulo 10 parte E

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Al día siguiente, los periódicos hablaban de ella y del desorden armado en la línea aduanera, mientras que la televisión transmitía un video captado de los dos hermanos abandonando el aeropuerto enterando a todo Estados Unidos, de la llegada de la deportista y resumiendo con ello, su siempre sí participación en el próximo campeonato.

Pero también unos bellos ojos la miraban tras la pantalla.

Sentado en su cómodo sofá en la sala de su apartamento, Terry, vistiendo sólo los pantalones de sus pijamas estaba tan enfocado en la jugadora que el subconsciente lo traicionó.

— ¡Está hermosísima!

— ¿De quién hablas, querido?

— ¿Eh? ¡Ah! No me hagas caso — respondió indiferente a una guapa castaña.

Ella, usando un sexy negligé negro, se sentaba a su lado para mirar el televisor y sentir celos de la cara que el castaño tenía; por ende, con menosprecio, se expresaba:

— ¡Ah! ¡Tanto escándalo por la futbolista esa! ¡Cómo si de verdad fuera muy buena!

Sintiéndose la dueña de aquel hombre, lo tomó del rostro, lo giró hacia ella y lo besó con voracidad para distraerlo y quitarle esa mirada que nunca antes le había visto Karen: bailarina exótica que Terry había conocido en uno de los tantos eventos a los que asistía, reconociendo que la mujer le gustaba y ella ni se dijera llevando ya más de 6 meses saliendo juntos, pero...

— Karen — la separó bruscamente porque la castaña ya estaba encima de él; — dejemos esto para más tarde, ¿quieres? Ahora, tengo algo importante que hacer.

El hombre la dejó en el sofá totalmente pasmada, ya que nunca, desde que comenzaran su "relación", la había rechazado.

Al sentirse plantada, la mujer se cruzó de brazos; y con el ceño fruncido perdió su mirada en la pantalla tratando de explicarse el por qué de la conmoción del guapo productor.

Por su parte, en esa misma mañana, Candy se reportaba en las inmediaciones del Estadio de los Gigantes donde se llevaría a cabo el campeonato.

Desafortunadamente desde ese día no tendría tiempo libre para poder ir a saludar a sus amigos, ya que el evento cada vez estaba más cerca y debía entrenar con el resto del equipo para adaptarse a sus nuevas compañeras.

Cuando fue presentada oficialmente con Albert Williams, éste le expresó con sinceridad lo encantado que estaba por darle una nueva oportunidad y darle él su apoyo, alabándole a la jugadora sus espectaculares estrategias de juego que se habían estudiado a fondo.

Más, en su interior, el entrenador, hasta ese día comprendió, porque su amigo Terry ¡estaba loco por ella! y es que si en las revistas y televisión se le veía hermosa, tenerla a unos centímetros de distancia era simplemente impactante.

Otra de las cosas que al coach le impresionaba era, que cuando de entrenar se trataba y se instruía al equipo, Candy se disciplinaba y seguía al pie de la letra todas sus órdenes, pero si ella se lo proponía, le cambiaba las jugadas que ni en sus 15 años como entrenador se las hubiera imaginado, aprovechando eso para pasarse la mayor parte del tiempo juntos para que ella le platicara de sus experiencias vividas en Brasil.

Hasta que un día conforme se descansaba un poco de una práctica y sin querer faltarle el respeto, —porque el entrenador era un hombre felizmente casado con una hermosa mujer latina de cabellos y ojos color azabache que respondía al nombre de Lorrain y eran padres de 3 niños—, le comentó lo hermosa que era y le observó que el hombre que ella eligiera como compañero en su vida sería muy afortunado, causando con su galante comentario que la joven se ruborizara, ya que el hombre a sus 40 años de edad también era realmente interesante.

De pronto, el artefacto móvil del rubio sonó y le pidió un momento.

La jugadora se alejó para seguir practicando y dar uno que otro autógrafo que trabajadores o espectadores le pedían, sin imaginar que la persona que estaba al teléfono con Albert era nada menos que... Terry.

Él, desde que supo de su llegada a la ciudad, llamaba a su amigo constantemente para mantenerse al tanto de todo lo que hacía SU Candy.

Por supuesto, Albert lo alentaba a visitarla, pero el castaño respondía tontamente:

— ¿Con qué excusa?

— ¿Qué no podrías venir a visitarme a mí, tu amigo? Además, mucha gente viene a ver el entrenamiento y al equipo — respondía Albert que ya le había informado que la chica no salía con nadie y que se había quedado a su cargo por petición de su hermano Tom.

Éste, por cuestiones personales, tuvo que regresar a Brasil, logrando que Terry lo dudara por momentos, pero su verdad era que se moría de ganas por verla, ya que...

Habían sido cuatro años de penas, sufrimientos, añoranzas y anhelos; y eso no era todo, porque, conforme pasaban los años, su amor por Candy lo había tatuado en el corazón.

Después de pensarlo por unos minutos, Terry afirmó a Albert que iría justo esa tarde y con ella...

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora