Capítulo 11 parte F

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En lo que ella seguía esperando, Terry ya había salido de la ducha enredado únicamente con la toalla y checaba nuevamente su computador.

Minutos después, lo dejó para acercarse al closet.

Ahí, él comenzó a jugar con la ropa, notándose que no tenía humor para muchas cosas; además, de que no saldría a ningún lado, así que, sólo se puso unos cómodos pantalones encima, una camiseta de tirantes y unos zapatos de meter en piel.

Posteriormente, el castaño retomó sus pasos, saliendo por el despacho para ir al primer piso.

Estaba a la mitad de las escaleras largas y rectas cuando escuchó el timbre de la puerta, más, como su intención era ir al comedor, si se seguía derecho alcanzaba esa área y la cocina.

Pero ante la insistencia, Terry dio vuelta en U para llegar a la amplia sala, la cual cruzó para conducirse a la puerta que deslizó y desde ahí, pretendió ubicar quién llamaba, ya que según él no esperaba a nadie, además, de que anteriormente ya habían tocado y cuando salió a atender, habían sido unas personas que andaban en busca de trabajo.

Por lo tanto, creyendo que se trataba de lo mismo, él intentó ignorarlo, más no lo consiguió, porque le molestó la manera en como se pegaron al timbre.

So, no quedándole de otra más que ir allá, salió, empero los rayos del sol reflejados en la piscina, le incomodaron y agachó la cabeza para cubrirse de ellos, cruzando de ese modo todo el trayecto hasta la puerta sin imaginar que detrás de ésta, le aguardaba una sorpresa.

Por su parte, Candy se estaba desesperando pensando que tal vez Terry no estaba ahí, así que, limpiándose la falda de su vestido de lino blanco holgado de dos delicados tirantes, se había dirigido de nuevo al timbre y lo tocó; y en lo que esperaba, se había recargado en la barda poniendo sus manos detrás y apoyándose en las enredaderas.

Cuando el castaño abrió la puerta, el corazón de la chica saltó de gusto; no obstante, la voz molesta del productor la dejó con la boca abierta cuando gritara:

— ¡¿Qué se le ofrece?!

En cuanto la reconoció, él quiso atrapar las palabras dichas y tragárselas, así que rápidamente, Terry corregía:

— ¡Candy, perdón! ¡Pasa, por favor! — y se hizo a un lado para que ella ingresara.

La joven, ante la invitación, se regresó a tomar sus pertenencias, dejando a un castaño con gesto asombrado, y el cual reaccionó después de que ella hubo pasado a su lado.

En lo que él cerraba la puerta, la joven detenía su andar quedándose parada en medio del césped y poniéndose muy nerviosa sin saber cómo explicar de su presencia ahí.

El visitado se acercó para ayudarle y le indicó continuar con el camino que se avanzó en silencio hasta que llegaron de nuevo a la puerta principal y se le invitó a pasar obedeciendo ella y observando maravillada el buen gusto de la vivienda; de pronto la sacaron de su inspección al ofrecérsele:

— ¿Quieres sentarte? —, una pequeña maleta se dejaba.

— Terry... yo — ella intentó hablar.

— ¿Quieres algo de tomar? — él la interrumpió notándose en su voz la emoción de tenerla ahí.

— Agua, por favor.

— ¿Vienes?

El visitado extendió una mano y la visita la aceptó, dejando su bolso personal en el sofá de la sala y siguiéndole hasta el bar.

Ahí, en lo que ella ocupaba una silla alta, Terry servía dos vasos del vital líquido que nunca entregaría porque...

— Me imagino que estarás... pensando que hago aquí, ¿no es así?

Él negó con la cabeza y le dedicó una linda sonrisa preguntándosele con incredulidad — ¿No? — conforme lo veía acercarse a ella y mirándole con adoración.

Luego, al quedar a centímetros de distancia, Terry le zafó el broche que sostenía su cabello en una coleta para complementarle:

— Me gusta más suelto —, y la acorraló después, apoyando sus manos en la barra del bar e inclinándose para quedar muy cerca del rostro de Candy quien pudo percibir el brillo de esos ojos azules y la sensual sonrisa.

De pronto, se pasó saliva de sólo imaginarse lo que pasaría enseguida: ambos, él con su experiencia y ella totalmente dispuesta, se entregarían nueva, plena y más que satisfactoriamente al amor.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora