Capítulo 13 parte C

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Para esa misma noche en Chicago, en el patio de la casa improvisada del actor, la pareja estaba acostada sobre una cama hamaca de madera, cómodamente abrazados y mirando las estrellas en el firmamento.

— Este fin de semana debo regresar a Nueva York — informó Terry acariciando la mejilla de su joven amante que respondía:

— ¿Tan pronto? —, ella buscó su rostro.

— Sí — Terry afirmó besando su suave frente. — Debo iniciar presentaciones en el teatro exactamente el primer día de noviembre, para que a partir de diciembre lo dedique completamente a ti —, fue turno de la mejilla en ser besada. — Ahora que...

— ¿Qué? — ella urgió saber.

— Si tú quieres podemos partir juntos —, él se escuchó seductor además de que se removió para quedar encima de ella y decirle: — y así te tengo todos los días a mi lado y mi madre estaría al tanto de ti mientras yo estoy ausente.

— Sí, lo sé —; Candy disfrutó de besos-caricias que le daban a su cuello, más la joven evitando un gemido de placer, le diría: — pero no lo creo posible.

— ¿Por qué? — Terry enderezó medio torso; y en lo que acariciaban el castaño cabello...

— Porque el cumpleaños de Tom es la primera semana del mes y le prometí celebrarlo con él.

— Lo entiendo, pero...

Frustrado, el castaño se hizo de lado poniendo su cabeza sobre el pecho de ella y le acarició el vientre.

— No me gustaría que viajaras sola en tu estado.

— No me pasará nada. Además... —, Candy puso su mano sobre la de él; — nadie sabrá que estoy embarazada.

— No sé — dijo él además de recordar: — por cierto, ¿qué ha dicho la doctora? ¿puedes viajar?

— Sí. Sólo me ha pedido que antes de marchar vaya por una última revisión y me extienda la autorización, aunque dice que todo queda bajo nuestra responsabilidad; y que normalmente las aerolíneas lo piden para las mujeres que tienen más meses.

Sin embargo, Terry no se veía muy convencido, a lo que le confirmaron:

— No iré sola, no te preocupes, Martha vendrá conmigo.

— Bueno, creo que deberé conformarme con eso; pero...

Jugando con sus dedos, éstos emprendieron camino hacia cierto lugar:

— ... como serán muchos días los que no te veré...

Candy preguntaba "inocentemente": — ¿Qué harás? — al sentir como aquellos osados dedos hacían círculos en un punto determinado.

— Aprovechar contigo los minutos que me quedan.

Él se había inclinado para dejar un beso en la parte que acariciaban, logrando que ella volviera a cuestionar:

— ¿Haciendo?

— ¿Qué te gusta más: te cuento mi idea o la llevamos a cabo?

... provocando con la seductora mirada que le dedicaron a la joven madre que respondiera ésta ya excitada:

— ¿Lo segundo?

— ¡Excelente elección!

Con la respuesta dada, Terry rápidamente se puso de pie, la tomó entre sus brazos y la metió a la casa, donde se buscó la recámara y a ella le hicieron el amor calmadamente.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora