Capítulo 7 parte C

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Parada detrás de un gran espejo, la pecosa se contemplaba de pies a cabeza, reflejándose en su rostro la incomodidad, además de que lo anunciaba:

— Chicas, yo creo que esto no se me ve muy bien que digamos.

Annie, sentada y abrochándose las zapatillas, giró la cabeza para mirarla; lo mismo que Patty que venía saliendo del baño.

Las dos morenas, después de analizarla, cruzaron miradas sorprendidas.

La primera en halagarla era Patty que envuelta en su toalla, se secaba con otra el cabello.

— Estás bromeando, ¿verdad, Candy? ¡Te queda maravillosamente bien!

— Es verdad, Candy. ¡Te ves preciosa!

Hubo sido el turno de Annie conforme se acercaba a ella para arreglarle un poco el cabello que ya comenzaba a crecerle, y también observarle:

— El pobre de Anthony quedará infartado de verte vestida así

... en un vestido de corte imperio color negro, escote en "V" al frente compuesto por tiras delgadas hacia la espalda, su falda en semi vuelo un poco más arriba de la rodilla adornado por un bordado de piedras en forma de flores marcándole el busto y el inicio de la falda, y siendo su calzado zapatos cerrados de bajo tacón.

En eso, la morena sonaba mal intencionada:

— Ahora que si no enamoras al profesor Grandchester con esto, ¡es que de plano el hombre es de palo!

— ¡Annie! — Candy gritó escandalizada y dejando de mirarse en el espejo. — ¿Cómo se te ocurre?

La morena se le acercó aprovechando que Patty se metía de nuevo al baño.

— Vamos, amiga, no trates de engañarme. En la mañana ya no quise comentarte nada, pero la verdad, es que a leguas se nota que mueres por el profesor, aunque lo siento por el pobre de Anthony y mira que es un chico tan guapo.

— Por favor, Annie, no la incomodes con tus comentarios — Patty que la alcanzó a oír, la recriminó.

— Pero si no digo más que la verdad. ¿O a poco lo negarás, Candy? ¿No nos confesarás lo que sientes por el profesor "G"?

La rubia se perturbó y se giró nuevamente para quedar frente al espejo y evitar contestarle, porque interiormente se preguntaba... "¿tan obvio es?"

Pero Annie, al ver que su amiga, no les diría, decía:

— ¡Está bien, ya no diré nada! Veamos, Candy, ¿qué es lo que no te gusta?

— Siento el vestido muy escotado. Las piernas me las veo demasiadas gordas y... —, se puso de lado, — ¿no creen que las... — se señaló las asentaderas — están muy anchas?

— ¡O sea, hello! La señorita no sólo es modesta, sino presumida.

— ¡Annie!

— Sí, lo eres. ¿Sabes lo que yo daría por tener tus piernas?

— Pero están demasiado cortas y las tuyas son largas.

— Sí, pero las tengo como chichicuilote.

— ¿Cómo es eso?

— Largas y flacas.

Tanto Candy como Patty soltaron la carcajada frente a la descripción.

— En cambio, las tuyas están rellenitas, firmes, y a pesar de tanto ejercicio que haces están muy bien moldeadas y los glúteos ni se digan.

— Tienes unas muy buenas formas, Candy, y como dijera Annie ya quisiera yo tener el tamaño de tu busto. No que mira el mío — se lo tocó Patty; — apenas llega a la copa A y hasta eso..."a" minúscula.

Con eso, las tres se echaron a reír; y creyendo que la habían dejado más relajada, las morenas se giraron para intentar continuar con sus propios arreglos, pero no se pudo porque oían:

— Sí, pero...

— ¿Ahora qué? — dijeron las dos morenas que la veían nuevamente mirarse en el espejo y pararse de puntitas.

Nuevamente Annie volvía al ataque con:

— ¡AAH!... ¡AAAH!

Y recibió las miradas de extrañeza por parte de Candy y Patty hasta que les explicara.

— ¡Ya sé lo que en verdad te preocupa!

— ¿Y qué es, según tú?

— Tu 1.60 contra el 1.95 de cierto guapo ejemplar — expuso Annie levantando las cejas provocándola a que lo aceptara.

Una vez más, Patty salía a su rescate:

— No le hagas caso, Candy. Ahora que si quieres molestarla... pregúntale por Cornwall.

— ¡AAHHH Cornwall! — la morena suspiró y con eso se acabó. — ¿Le has invitado, Patty?

— ¡Por supuesto! Stear me ha prometido traerlo, y a su grupo de rock también.

— ¿Stear tiene un grupo de rock? — preguntó Candy con interés.

— Sí; y también tiene un canta bar en la ciudad. Un día de estos le diré que nos invite. A lo que he escuchado tiene un ambiente excelente.

— Sí, que nos invite —, Annie palmeó sus manos infantilmente; — antes de que entre en los exclusivos, porque luego es imposible ingresar a ellos. Y desde ya le pediremos tarjetas de membresía.

Concluyó la morena, al momento de que lo hizo con su arreglo, que consistía en un vestido en color marino demasiado corto para el gusto de Candy, ceñido al cuerpo sin mangas y cuello redondo; con una tira ancha con detalles dorados en el ruedo y en el cuello; zapatillas altas y su cabello negro suelto.

— ¿De verdad es bueno? — insistió la rubia dejando de analizar el atuendo de su amiga.

— Excelente. Ya lo escucharás tocar en mi fiesta. Ahora, ¿serían tan amables de ayudarme con mi arreglo?

Las amigas pusieron manos a la obra frente a la petición de la festejada.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora