Capítulo 12 parte D

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Tomados de las manos, la pareja salió de la casa para dirigirse al jardín.

Allí, había un lago artificial.

A su alrededor había varias bancas esparcidas.

En la más cercana, se sentaron para mirar a los patos nadar.

No esperándose más, ya que al parecer todos se habían puesto de acuerdo ¡justo ese día después de no verle treinta! para martirizar a Candy, ésta preguntaba:

— Terry, ¿te gustan los niños?

— En adobo y bien cocidos, sí.

Esa broma la hizo sonreír.

En cambio él, al ver que rápidamente cambiaba su gesto, cuestionaba:

— ¿Qué pasa? ¿A ti no?

Terry le buscó la cara; y la joven notó un gesto desilusionado que la apresuró a responder:

— ¡Sí, y mucho! —, más ella decía: — ¿Me amas?

— Sí, y mucho.

El castaño había usado el mismo tono hablado.

Ella bajó la cabeza, y él se la levantó tomándole la barbilla.

— ¿Qué pasa, amor? ¿Ya no me tienes confianza? ¿Hemos perdido la comunicación que nos caracterizaba?

— No... es sólo que... tengo miedo —, la joven a sí misma se abrazó.

— ¿De qué? —. Terry le sobó un brazo creyendo: — ¿Acaso dudas de mi cariño?

— ¡No! — contestó ella rápidamente; y el castaño querría saber:

— ¿Entonces?

Candy se puso de pie para quedar frente a él y decirle:

— Necesito que vengas conmigo a... —, se quedó callada.

— ¿Adónde? — él la instó.

— No... — ella pretendió ir al punto: — Terry... la primera vez que... tú y yo...

Candy no pudo; y desesperada, se rascó la cabeza confesando:

— ¡Ay, no puedo decirlo!

... consiguiendo con su acción que él abandonara su asiento para abrazarla y consolarla:

— Linda, lo que sea que tengas que decir, ten por seguro que no cambiará en nada mi decisión ni afectará nuestra relación.

— ¿De verdad? —, Candy lo miró a los ojos.

— Por supuesto, querida.

Terry buscó sus labios y los besó tiernamente, diciéndole:

— Te amo; y eres lo más importante para mí. Todo lo que te pasa, me afecta; y si hay solución a los problemas, entre los dos siempre la encontraremos juntos.

— Y si no la hay... ¿me dejarás? ¿Me abandonarás?

— ¿Por qué habría de hacerlo?

El castaño la separó un poco para escuchar:

— ¿Por lo qué voy a decirte?

Candy le dio la espalda.

Después de unos instantes pasados, informaba de sopetón:

— ¡La primera vez que tuve relaciones contigo quedé embaraza!

Ella se giró para confrontarlo de frente notando que Terry se había quedado en una pieza sin saber qué decir ni qué hacer; más su corazón le brincó de emoción con la posibilidad de...

Pero Candy debía terminar pronto porque ya una sonrisa comenzaba a formarse en su rostro:

— ¡Lo siento, lo aborté!

— ¡¿Qué has dicho?!... ¡¿Cómo que...?!

La joven tuvo que actuar rápido al ver ahora el rostro molesto de él y debía hacerlo antes de que sacara sus propias conclusiones:

— ¡Pero te juro que no fue a propósito!... ¡No lo supe, no me di cuenta!... ¡además el entrenamiento era muy exigente, muy pesado que...!

Candy sintió horrible al ver como el castaño le daba la espalda.

— ¡Terry, de verdad, no fue mi intención! — se escudaba tratando de no llorar al ver que el hombre que amaba no le dijo nada más.

Y es que el productor no sabía qué pensar, ya que no negaba que la noticia le había agradado ¡y mucho!

¡Un hijo! ¡De él, de ella, producto de su amor! construyendo en cuestión de segundos un castillo de ilusiones que en un chasquido de dedos se derrumbó al confesarse que aquel ser no había llegado a su culminación.

¿La hizo responsable? Sí, porque él se preguntaba interiormente ¡¿por qué lo había hecho?! ¿Acaso su carrera era más importante que un hijo? O quizá lo hizo pensando en ¿qué haría sola con una criatura y sin nadie que la respaldara?

Sin embargo, no quiso dudar más de ella reconociéndose que sí le dolió la mala nueva.

Así que, al terminar de escuchar su explicación, se giró sobre su eje para mirar de frente a Candy quien ya se había dicho resignada que si Terry tomaba la decisión de irse, ella lo entendería debido a su falla.

En cambio él, la miró y simplemente la abrazó. No obstante...

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora