Capítulo 8 parte C

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Ante tal desfachatez en la respuesta de su hijo, Richard brincó en su asiento. Mas, serenamente aguardó un momento para decir:

— ¿Sabes? Me sorprende tu descaro; y no niego que seas mi hijo. Sólo me pregunto... ¿qué pensará Candice Stevenson cuando se entere de esto? porque me imagino que anoche después de dejar botada a Susana fue para lle...

— ¡NI SIQUIERA TE ATREVAS A MENCIONARLO! — espetó rudamente Terrence apretando con fuerza los puños.

— ¡Vaya, vaya, hijo! por un momento pensé que tenías atole en las venas.

— ¡¿Cómo sabes de ella?! — se demandó conocimiento.

— ¿De quién? — Richard se mofó con descaro.

— ¡No me hagas perder la paciencia, padre! ¡Sabes de lo que hablo!

— ¡Ah, sí! estamos hablado de...

Richard se interrumpió para leer un documento:

— Candice Caroline Stevenson, 17 años... Ttst, tst, tst, tst... cuídate, porque te podría demandar.

Terry arrebató el papel para leer todo el historial de la rubia de quien querrían saber:

— ¡¿Cómo ha llegado esto a tus manos?! ¡¿De dónde lo has sacado?!

El cuestionado, por su parte, no dejaba de burlarse; y consiguió con sus gestos que el hijo no midiera su tono de voz y palabras:

— ¡CONTÉSTAME CON UNA MIERDA!

— ¡CUIDADO CON LO QUE DICES, TERRENCE, QUE ES A TU PADRE AL QUE LE HABLAS!

Richard se había puesto de pie para escuchar:

— ¡PUES QUÉ LÁSTIMA DE PADRE TENGO!

Por su insolencia, se le cruzó un golpe en la mejilla logrando con eso que Terry comenzara resoplar furioso y volviera a cuestionar:

— ¡¿Cómo conseguiste esto?!

— Digamos que...

El señor Grandchester se sentó en su reclinable con cínico desenfado.

— ¡Para tu padre nada es imposible! Y como te habrás dado cuenta, ahí dice todo acerca de ella.

— ¡¿Qué ganas con esto?!

— ¡Que cumplas con Susana!

— ¡¿Y qué si no lo hago?!

El mismo Terry se engañó, porque sabía de antemano la respuesta; y de sólo pensarlo, un escalofrío le recorrió la espalda.

— Tu "amiguita" y su "hermanito" pagarán las consecuencias.

— ¡No te atreverás! — lo retó.

— ¡Sabes que puedo! Y sería una verdadera que pena que todas esas ínfulas de triunfadora que posee, se le desvanecieran... "puff"... con un simple soplido.

Con cada palabra dicha, el castaño le dedicaba a su padre una mirada asesina; y el poderoso ese no se amedrentó intentado sonar comprensivo:

— Vamos, hijo, sé que eres hombre; y no te reprocho que quisieras pasar un buen rato con ella, porque la verdad, no niego que la chica es linda.

Eso hubo dicho Richard conforme tomaba una foto de Candy estando con sus amigas; y luego otra, otra, otra, otra y así sucesivamente, porque en sus manos tenía una colección de ella en sus diferentes actividades; entonces volviéndose a su hijo:

— ¿Ves cómo no tienes opción? Y a lo que acabo de darme cuenta, en verdad te interesa la muchacha. Lo malo de esto es que perderás inútilmente el tiempo negociando conmigo.

Así que, con determinación el padre le ordenaba al hijo:

— Te casarás con Susana, simplemente porque ¡LO DIGO YO! y porque no permitiré que por esta insignificante —, le aventó las fotos, — se ponga en ridículo mi palabra dada... ¡ah! y por supuesto... que mi nieto se quede sin padre.

— ¡¿Te das cuenta de lo que me pides?! ¡¿Renunciar a lo que...

Terry optó por callarse y continuar mirando a su padre con verdadero desprecio.

— ¡Pero claro! ¡No sé qué estúpida cabeza la mía! ¡Sí destruiste a mi madre, a la mujer que según tú "decías amar con todo tu ser", ¿qué no harás con otros a los que consideras inferiores a ti?

Sin embargo, el castaño también le dejaría en claro:

— Sólo una cosa te advierto, Richard, que si algo le llegara a pasar a ella o a su hermano... me olvidaré que eres mi padre y te faltará vida para pagarlo.

— No me asustan tus amenazas, Terrence, porque yo tengo la ventaja que te da dinero.

— ¡Sí, por supuesto! ¡Y te crees todo un dios con él! ¡Más lo que me alegra saber es que estando en el infierno, no te servirá de nada, porque con almas podridas como la tuya, automáticamente gratis, ya perteneces a ese caluroso club!

Con eso, el castaño dio fin a la "conversación" y salió de ahí a pasos agigantados. 

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora