Capítulo 7 parte F

75 13 5
                                    

Terry ya manejaba por la autopista interestatal 95 a Triboro Bridge; y volteaba a ver de vez en cuando a su compañera de viaje que dormía acurrucada sobre su lado derecho.

En sí, la rubia estaba despierta contemplando a la hermosa luna llena que los seguía en el camino.

En eso, unas conocidas notas musicales la hicieron enderezarse y volverse rápidamente a él.

— ¡Esa melodía me encanta! — dijo la chica emocionada.

Y como si hubiese sido mandato, Terry subió el volumen.

Ella comenzó a bailar suavemente en su asiento, y empezaría a cantar Dreams by Cranberries cuando el párrafo se marcara.

Oh mi vida

está cambiando cada día

en cada manera posible

Aunque mis sueños

nunca están tranquilos como parece

nunca tan tranquilos como parecen

Sé que me he sentido así antes

pero ahora lo estoy sintiendo más

porque viene de ti.

Y la rubia, sonriente, se volteó un momento para encontrarse con la mirada profunda del profesor que le guiñó un ojo.

Entonces abro los ojos y veo

que la persona que está cayendo aquí soy yo

Una diferente manera de ser

. . .

Quiero más

Es imposible ignorarlo

imposible ignorarlo

Se harán realidad

imposible de no ser así

imposible de no ser así

Y las siguientes líneas Candy se las dedicaría abiertamente; y nunca le apartaría su mirada mientras que él, fingía enfocarse en la carretera, pero su rostro le escondía una sonrisa.

Ahora te lo digo abiertamente

Tienes mi corazón, así que no me lastimes.

Tú eres lo que no podía encontrar.

Una mente totalmente maravillosa

bien comprensivo y bondadoso

lo eres todo para mí

Oh mi vida

está cambiando cada día

en cada manera posible

Y oh mis sueños

Nunca fueron tan tranquilos como lo parece

Porque tú eres un sueño para mí

Y la rubia siguió tarareando la canción, pero viendo con desconcierto cuando el auto se orillaba.

Por momentos quiso preguntarle por qué se detenía.

En eso, oyó unos "click" de los cinturones de seguridad; y en cuestión de segundos, ella sintió su rostro atrapado por las grandes manos de Terry.

Él la atrajo rápidamente hacia él para posesionarse de su boca y besarla con ansias, pasión, deseo y voracidad; logrando que Candy, al momento de sentirse atraída, se tensara, perdiendo un poco el control y por accidente posara su mano derecha en la ingle del profesor, causando que éste respingara de ¿dolor?

La rubia, al escuchar lo que había provocado con su sencillo contacto, movió rápidamente su mano y la puso en el musculoso hombro, mientras que con la otra, ya aferraba la gruesa muñeca.

Después, conforme pasaban los segundos y sin dejar de disfrutar el beso ardiente que Terry le daba, Candy se fue relajando; y prefirió gozar de esas maripositas que le revoloteaban en el estómago causadas por la traviesa y exigente lengua del castaño, pero más de ese cálido y extraño dolor que sentía en su parte femenina.

Por ende, cuando sintió que el guapo hombre la devolvía a su asiento; y presintiendo que la privaría de su sabor, sin importarle nada, porque ya había aprendido a diferenciar entre el cariño que le tenía a Anthony y el amor que sentía por el castaño, fue por eso que Candy le pidió... que le hiciera el amor.

Para Terry habían sido días muy difíciles, empezando desde aquella noche que reconociera que estaba enamorado de Candy como el jovencito que ya no era; y también reconociendo los altibajos que esto representaba, uno: ese compromiso absurdo con Susana que los padres de ambos impusieron desde que eran niños y que lo seguía como su sombra.

Dos: ese doctorado que su padre siempre le exigió, ya que no se conformó con una simple licenciatura o maestría, no, sino que lo quería tener esclavo de las leyes.

Pero el tercero y más grave era lo que lo atormentaba: que no podía sostener una relación profesor-alumno con ella, mucho menos en la institución a la que pertenecían.

Por eso, había huido, para sacarla de sus pensamientos y seguir como su destino estaba trazado.

Mi Querida CampeonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora