Mary Rose Osterfield

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Luego de aquella llamada de mi hermana, Tom y yo fuimos al hospital en su auto. No se veía nada ilusionado con la idea de ir, me dio un largo discurso de porqué era mucho más sencillo solamente enviar flores en estas situaciones. Finalmente, tuve que decirle que fuera amable y que se guardara todas sus opiniones. Él accedió de mala gana y me prometió que se comportaría.

Mi pequeña sobrina nació varias horas más tarde de aquella llamada, con una buena salud y un peso más que adecuado. Tan hermosa como era de esperarse, el escaso pelo que posee es de un color rubio bastante brillante, anque aún es difícil saber si adoptará el color de los ojos de su padre o los de mi hermana, Melanie asegura que su mirada es igual a la de Harry.
Mientras atendían a mi hermana, la enfermera nos invitó a conocer a la bebé en la sala cuna. Tom me siguió sin decir nada, pero con su cara de hastío.

Me acerqué lo más que pude al vidrio que nos dividía y la vi, tenía la piel bastante sonrojada y estaba bastante hinchada lo que hacía que sus ojos se vieran más achinados. Quedé maravillada con aquella pequeña criatura, me trajo tantos recuerdos, toda una mezcla de ellos que las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Me sequé las lágrimas con la parte posterior de mi mano y miré a Tom, que estaba varios pasos detrás mío con las manos en los bolsillos del pantalón.

- ¿No es acaso hermosa?
- ¿Perdón? - dijo inclinándose ligeramente hacia adelante.
- Te pregunté: ¿No es acaso hermosa?
- ¿Quién? - dijo frunciendo el ceño y mirando hacia los lados.
-  No puede ser... - murmuré soltando un bufido - La bebé, la hija de mi hermana y Harry, la bebé que está durmiendo justo ahí - señalé en su dirección, parecía que no le interesaba ni un poco.
- Ah... sí, es muy linda.
- Ni siquiera la viste - me crucé de brazos.
- Bien, veamos... - se acercó más al vidrio que nos dividía de la sala cuna casi arrastrando los pies - Parece un riñón.
- ¿Qué? Por supuesto que no parece un riñón, ¿qué pasa contigo?
- Claro que sí, mírala, su cara está toda roja e hinchada.
- Los bebés se ven así al nacer.
- No creo que todos se vean así...
- Oh vamos, no tienes ni idea de cómo es el proceso que...
- Sus mejillas parecen dumplings.
- No puede ser - negué con la cabeza y me dirigí a la salida, él me siguió.
- Solo describo lo que estoy viendo.
- No te atrevas a decirle eso a mi hermana.
- Claro que no, solo voy a sonreír y decirle enérgicamente: Felicidades... tal  y como me hiciste practicarlo.
- Vaya, que buen chico - dije volcando los ojos y caminando hacia la habitación donde se encontraba mi hermana - ¿Acaso dijiste lo mismo de nuestros hijos?
- No, claro que no
- ¿En serio?
- Por supuesto,  ¿crees que un hijo mío y tuyo se vería como un dumpling rosado? - solté una carcajada por su comentario y negué con la cabeza.
- No, yo creo que no, pero no le digas nada de eso a mi hermana o a Harry.
- No lo haré, a menos que me pregunten alguna estupidez como: ¿no es acaso hermosa? - dijo en un tono agudo, queriendo imitarme
- Deja tu sarcasmo en la puerta, ¿quieres?

Toqué la puerta y luego ambos entramos a la habitación, Melanie hablaba con Harry, luego ambos se voltearon en nuestra dirección y nos sonrieron ampliamente.

- Es la bebé más hermosa del mundo, ¿no? - preguntó Harry acercándose para darme un abrazo mientras yo buscaba a Tom con la mirada, quién tosía forzadamente para contener la risa.
- Muchas felicidades Harry y a ti...

Me acerqué a mi hermana y la abracé con fuerza, aquella niña que cuidé cuando era pequeña ahora se había convertido en madre, un montón de emociones me invadían por dentro, me sentía conmovida y tan feliz a la vez.

Por el rabillo del ojo pude ver que Harry y Tom se abrazaban también, dándose mutuamente sonoras palmadas en la espalda.

- No tienes ni idea de cuán asustada estaba durante el parto - susurró mi hermana a mi oído - Pero me olvidé de todo, absolutamente todo al verla.
- Felicidades, Mel - me aparté y limpié con la mano una lágrima que caía por su mejilla - Es bellísima
- En realidad... Harry y yo decíamos que parece un pequeño mono, tiene una expresión algo rara pero es adorable.
- Eso es muy cierto - apoyó Harry acercándose a Melanie y tomando su mano, sentándose en el borde de la camilla.
- ¡Felicidades! - dijo Tom detrás mío con una sonrisa sarcástica en el rostro.

Melanie levantó una ceja mirándolo y asintió con la cabeza como forma de agradecerle su felicitación.

- Nunca creí que diría esto pero quiero oír tu opinión.
- ¿La mía? - preguntó Tom con cierto tono de sorpresa en su voz.
- Sí, eso dije
- ¿Mi opinión sobre qué?
- Mi hija
- Bueno creo que ella es...
- Él dijo que era muy linda cuando la vimos - lo interrumpí tratando de salvar su cabeza.
- ¿Si? Quiero oírlo de él
- Yo dije que ella parecía un dumpling rosado, ya sabes por sus mejillas.

Mi hermana no dijo nada y tampoco lo hizo Harry, ambos compartieron una serie de miradas como si pudieran hablar entre ellos de esa forma y luego ambos se pusieron a reír. Los miré confundida y luego a Tom que tenía una sonrisa de suficiencia en la cara.

- Eso es totalmente cierto - admitió Harry riendo y besando la mano de mi hermana.
- Tenemos un dumpling - repitió Melanie volviendo a reír - Deberíamos poner un cartel aquí que diga: Bienvenida al mundo Mary Rose Osterfield, pequeña dumpling rosado.
- Que inscripción tan larga - dije haciendo una mueca.
- Perfecta para ella

Mientras tanto Tom respondía afanoso unos mensajes en su teléfono, luego se disculpó de todos y dijo que debía retirarse en ese momento por asuntos de trabajo.

- ¿Y yo vuelvo caminando? - pregunté mirándolo.
- No, enviaré alguien por ti, tranquila.

Aproximadamente unos 20 minutos más tarde un hombre llegó a la habitación con un gran ramo de flores rosadas que entregó mi hermana y un gran cartel del mismo color con el mensaje que ella había dicho antes:

Bienvenida al mundo Mary Rose Osterfield, pequeña dumpling rosado.

Infiel    TOM HOLLAND ©   T1 Y T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora