Un triste monólogo

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Interrogó a Bitia con la factura en mano, mientras ella hace una escena melodramática haciéndose dar un ataque al corazón y falta de aire para evadir mi pregunta.

- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Basta, vas a matarme, no respiro, todo se ve borroso, no veo.
- Bitia, ¿por qué me ocultaste esto?
- ¡Agua!¡Agua!¡Necesito agua!
- Bitia, ya - me siento en el suelo - ¿Hay más?

Ella no responde y yo empiezo a impacientarme.

- Bitia, por favor - ella asiente.
- ¿Recuerdas los cuadros de estilo cubismo, que hiciste?
- Sí, hice cómo 5 y estuvieron en exhibición por al menos seis meses, luego alguien las compró todas a buen precio.
- A nadie le gustaba, él los compró.
- Mierda - susurro.
- También los bocetos londinenses que hiciste en carbónico.
- Me dijiste que los tiraste por accidente.
- Básicamente no se los vendí, se los llevo por apego.
- ¡No tenía derecho a verlos!¡Ni tú a mostrárselo!. Había un retrato de él en esos bocetos, Bitia.
- Eso es a lo que estaba apegado.
- ¡Bitia! - niego - Me mentiste, todo este tiempo me mentiste sobre eso
- Lo siento, tú necesitabas el dinero y a él le gusta el arte.
- No necesitaba su compasión, lo llamaré ahora mismo y va a oírme- tomo mi teléfono.
- No, no puedes hacer eso.
- ¿Por qué no?
- Le juré que no te enterarías, Diana.
- Buen trabajo escondiendolo - niego - Bitia, debiste decírmelo, mostrármelo.
- ¿Cómo te lo iba a decir si te pones así?
- Necesitaba el dinero, sí, pero no la caridad de ese imbécil, Bitia.
- Dudo que esa fuera su intención, Diana, estoy siendo honesta con eso.
- ¿Qué más debo saber?
- Nada más.
- Bitia, no más sorpresas, habla ahora.
- Diana, ya eso es todo, lo juro.
- No debiste ocultarlo.
- Lo sé, lo siento mucho.
- Ya olvídalo - suspiro y tomo una de las bolsas plomas, tiro la factura - Eso debiste hacer y no guardarlo, debiste quemar la factura si era necesario.
- Diana...
- Hay mucho que hacer, vamos, necesitamos esos registros para mañana.

Por al menos unas dos horas, el silencio reina en la habitación, no digo nada y ella tampoco, juntas seleccionamos y solo el suave ruido de las hojas inunda el lugar.

Tengo cortaduras minúsculas en los dedos y Bitia se ha roto una de sus uñas postizas, en ese momento el silencio desaparece, oigo sus quejas, ella sale a buscar pegamento corriendo y veo que el reloj marca la medianoche.

Bueno, Tom es sin duda un ser inoportuno, está lleno de sorpresas, no me gustó que me hayan ocultado esto, pero me imagino que de ninguna manera hubiese aceptado el dinero de Tom aquel entonces si me lo decían, quizás ellos tenían razones, pero me hubiese gustado estar enterada de que Tom era un inversionista fantasma en mis finanzas todo este tiempo.

Ahora, me pregunto dónde tendrá los cuadros, quizás los regalo, quizás los tiene tirados, me causa gracia pero me pregunto si compraría un cuadro con mi cara en él, probablemente si, quizás pagaría millones por ese cuadro, eso me gustaría.

Ha hecho mucho por mi, aunque es más el daño que me ha hecho lo que reina en mi corazón y pensamiento, no puedo dejar de pensar en eso, es imposible, forma parte de mí, mi pasado y mi presente, ese suceso me ha marcado completamente.

Quiero que todo sea como antes pero ahora tengo unas ansias de vivir y disfrutar mi independencia que no pienso dejar, me gusta mi vida, me gusta como me resulta todo ahora, pero tengo que admitir que me siento un poco sola, tengo a mis hijos pero hay un pequeño espacio que me hace falta llenar, no lo admito a nadie, pero es verdad.

Quiero que alguien me ame, me bese, me lleve el desayuno a la cama, me acompañe, este a mi lado y quiera a mis hijos, probablemente eso es imposible o una simple ilusión, pero lo quiero. ¿Es mucho pedir?.

Tengo todo lo necesario, dinero, a mis niños, estabilidad, un trabajo, pero me cuesta ignorar que al final del día solo quedo yo en la cama, sin nadie con quien compartir mi día, sin un calor humano que me acoja en un abrazo, sin una caricia, sin un beso antes de dormir. Solo soy yo y tiene que bastarme, yo tengo que bastarme como única compañía mía, pero a veces es tan difícil sobrellevar esta soledad que siento, no se lo digo a nadie, ni siquiera a mi hermana, porque quiero pretender ser valiente, ser fuerte, nadie se entera pero también tengo momentos en que me rompo, en que necesito que cuiden de mí, yo siempre cuido a todos y recorro mar y tierra por ellos, por ayudarlos, me esfuerzo por sonreír para ellos, siempre lo he hecho, pero nadie ha hecho eso por mi, a tal punto he llegado, que he dejado de esperar que alguien me rescate o me pregunte como estuvo mi día.

Soy fuerte pero me quiebro en silencio, y nadie es capaz de decirme que todo estará bien, nadie nota que estoy mal, me siento mal.

Siento que una autolamentacion de vez en cuando no hace daño, este es solo un triste monólogo de mi triste vida, debo admitir que decir todo esto es algo liberador.

Tengo una presión en el pecho porque evito llorar en estos momentos, y es cuando llega Bitia.

- ¿Cómo está la uña?¿La llevamos a emergencias? - sonrio.
- No puedo pegarla, pagué un montón por hacermelas, voy a llorar - veo las lágrimas a punto de caer en su rostro.
- Lo haré yo, siéntate, le pondré pintura encima y no se notará que está quebrada, lo hacía siempre por mi hermana, especialmente cuando debía a ir una fiesta, el universo le rompía mínimo dos uñas y ella se ponía en una crisis nerviosa, ahi aprendí este truco, es muy útil para estos casos - digo sonriendo mientras arregló la manicura costosa de Bitia, quien ahora está feliz y ha dejado de llorar.

Bueno, el show debe continuar, debo sonreír ante todo, hay gente que me necesita, tienen más problemas que los míos, ¿no?.

Infiel    TOM HOLLAND ©   T1 Y T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora