La Pintura

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En cuanto llegué a mi casa de la dichosa, incómoda, tediosa y vana reunión con Tom, me percaté de que mis hijos ya se encontraban ahí, junto con Mel, luego de saludarlos con rapidez, a modo de ignorar a mi hermana y sus preguntas, corrí al segundo piso y me dí un baño, creo que estuve una hora entera ahí dentro, como usualmente hago, pensando en voz alta otras formas en que pude haber respondido, es tonto, pero ya se me volvió una costumbre. Es relajante de hecho.

Salí y revisé mi teléfono mientras me vestía, tenía un mensaje nuevo, debo admitir que creí que era de Tom al principio, pero resultó que no, era de Nate, me preguntaba si quería acompañarlo a comprar una pintura nueva, para su oficina, según escribió que quería contar con una opinión experta antes de invertir una gran suma de dinero en algo que no entendía.

¡Ja!. Ahora yo soy la experta.

Accedí a ir, luego de preparar unos nuggets de pollo con salsa de miel y mostaza (algo que les encanta a mis hijos), ver como Melanie vomitaba en el baño por el sabor a la mostaza y limpiar todo, salí con rumbo a la dirección que me envió Nate.

Tomé un taxi hasta el lugar, bajé del auto y saludé a Nate con la mano mientras me acercaba, él me mostró su sonrisa, dulce y enérgica como siempre, creo que jamás se pierde de su rostro.

- Hola, hermosa - besó mi mejilla.
- Hola, espero que no hayas esperado mucho, tuve un percance con mi hermana.
- Diana, tú no serías tú, si no tienes un percance en el camino - río y yo con él.
- ¿Piensas comprar una pintura? - dije mirando hacia la galería que teníamos en frente.
- Sí, una nueva, quiero que mi oficina se vea un poco más acogedora, el negro del ambiente es muy profesional, pero siento que le falta algo de vida, ¿se entiende?.
- No, pero entremos.

Al entrar, se nos acercó una mujer joven de cabello rubio y ojos celestes, con una sonrisa nos guió hasta el pasillo donde se exponían las obras que estaban a la venta.

- Empieza por aquí y yo por allá, ¿te parece? - dijo Nate, asentí y caminé por el pasillo mirando los cuadros, algunos ya vendidos tenían una plaqueta que indicaba el nombre de su comprador.

Me detuve a ver una pintura al óleo, tenía una textura similar a la técnica que usaba Van Gogh, era una hermosa vista de la ciudad de Londres, desde la ventana de una edificio, los colores era azules y amarillos, una tonalidad bien aplicada, era una obra maestra, me sorprendió que aún no estuviera vendida, miré el nombre del pintor, era de una de las becadas de Bitia, una a la cual le negué una entrevista hoy, por Tom. ¡Maldición!. Se nota que es muy talentosa.

- Wow...
- Es hermosa, ¿no crees? - volteé con una sonrisa a mirar a Nate.
- Lo es, creo que la quiero - miró de cerca la pintura y luego me miró, supongo que hice una mueca, mi egoísmo no quería que él la tuviera - ¿Te gusta?
- Sí... Creo que deberías comprarla.
- No, no es mi estilo, prefiero seguir observando, si me dejas, la compraré para ti.
- ¿Qué?. No, gracias, vinimos por ti.
- Diana, mírame - hice lo que dijo y él entrecerró los ojos - Ahora mira la pintura - la miré y él sonrío - Sí, estás enamorada de la pintura, lo veo en tu mirada - llamó a la encargada y pidió que le entregué los papeleos - De nada.
- Nate, no, no puedes comprármelo.
- ¿Por qué no?
- Es muy costoso.
- Pero quiero hacerlo - firmó un cheque.
- Nate no puedo aceptarlo, hablo en serio.
- Diana, si no lo aceptas, estarías insultandome.
- Claro que no - ruedo los ojos.
- Claro que si, Diana quiero darte un regalo, déjame consentirte esta vez al menos ¿si?. - suspiré y asentí.
- Gracias...
- De nada, hermosa - se acercó a la encargada y firmó los papeles.

Mientras tanto, observé las demás pinturas, ninguna era tan llamativa como la que me estaba comprando Nate, me siento mal y a la vez feliz, siento que abuso de él y su cariño.

- Listo, ahora es tuyo - se acerca a mí con una gran sonrisa.
- Gracias - lo abrazo con fuerza.
- Es un placer, ví ese brillo en tus ojos y supe que había sido hecho para que tú lo tuvieras.
- Gracias, pero aún tenemos que buscar uno que esté hecho para ti.
- ¿Por qué no me haces uno?
- ¿Qué?
- ¿Por qué no me pintas un cuadro para mi oficina?. Te pagaría lo que me pidieras.
- Yo... Estaría encantada...
- ¿Pero? - por mas que lo piense, no se me ocurre una excusa para decirle que no, además sería una buena forma de agradecerle que me comprara el cuadro.
- No hay ningún pero, Nate.
- Dudaste, de seguro no se te ocurrió una excusa coherente para rechazar mi idea - sonrió y tomó mi mano - Deberías saber de antemano que soy una persona muy exigente - me acercó más a él con delicadeza - Y con gustos estrafalarios - lo miré a los ojos y acorte la distancia entre nosotros.
- Tienes razón, no conozco a nadie más estrafalario que tú - susurre y otra sonrisa se formó en sus labios .
- Ni yo - se acercó más a mi rostro, sus labios estaban tan cerca de los míos a un solo movimiento para que nos besemos...

No.

Retrocedí y lo mire, se veía algo decepcionado y confundido a la vez.

- Necesitaré que me des más especificaciones sobre lo que quieres que pinté para ti - empecé a caminar por el pasillo - Quiero que quedes satisfecho con mi trabajo.
- Es imposible no quedar satisfecho con algo que provenga de ti.
- Tienes razón, mi trabajo no tiene ni una critica mala - sonrío con nerviosismo.
- Espero no ser yo quien dé esa critica mala - ríe y me mira - Confío en que me harás algo digno de admirar.
- Debería pintar tu retrato entonces - me arrepentí de decirlo y estoy más que segura que me puse colorada como un tomate.
- ¿Me estás coqueteando, Diana? - sonrió y se detuvo a mirarme.

Infiel    TOM HOLLAND ©   T1 Y T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora