Cariño, cuanto te odio

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Acordamos vernos en un restaurante italiano famoso que se encuentra en el centro de la ciudad, fuí varias veces con Bitia y sus socios, es el típico lugar donde se reúnen los empresarios, gente importante y a donde los influencers recurren para sacarse fotos.

Llegué al lugar unos treinta minutos antes y seguí a la camarera de melena rubia y cuerpo esbelto (tal y como se las ve en las películas), hasta una mesa con dos sillas, una frente a la otra, al lado de la enorme ventana que daba a la calle. Pedí que me trajera una copa de vino blanco, grande, necesitaba una botella entera para lidiar con Tom, pero me basta una copa por ahora.

Estaba distraída respondiendo los mensajes de mi hermana quejándose sobre su hinchazón de pies, cuando lo ví llegar, con una camisa y un pantalón negro, zapatos del mismo color,  el cabello desordenado con algunos mechones pegados en la frente por el sudor y con el teléfono pegado en la oreja mientras hablaba, en síntesis, se ve hermoso, como siempre. Maldición.

- Hola - me dedicó una sonrisa tensa y poco honesta cuando se sentó frente mío - Tráeme un whisky con hielo - indicó a la camarera, quien sólo asintió y se retiró - Gracias por reunirte conmigo, Diana, pero debo aclarar antes que nada que no cuento con mucho tiempo para entablar una conversación extensa, así que prefiero quue seamos puntuales en lo temas a tocar.

- Yo tampoco tengo tiempo que perder, tuve que vaciar parte de mi agenda para venir aquí contigo, así que... Mejor empiezas a hablar ya y te agradecería si me evitas el dolor de cabeza que me traen estas reuniones que tenemos.

- La sutileza siempre fue tu mejor cualidad, lo reconozco. Imagino que a estas alturas ya estás más que enterada de la razón por la cual estoy preocupado y por la que te pedí que vinieras.

- En realidad no, pero me sorprende que te preocupe algo relacionado conmigo después de todo este tiempo.

- Mi preocupación es más por mis hijos, pero sí, también por ti. Seré directo, quiero que te alejes de él, sólo te está usando para intentar ganar esta ridícula pelea que los tabloides armaron entre nosotros, es sólo cuestión de llamar la atención a su favor.

- Imagino que te refieres a mi inexistente pero dulce relación con Nate.

- Sí, exacto, no creo que sea un buen ejemplo para mis hijos que tú tomes esas actitudes con él.

- Thomas - rio sarcásticamente y más fuerte de lo que tenía planeado - Espero que estés bromeando, porque no tienes ni idea de cuán ridículo te escuchas diciendo todo eso. A esto le llamo perder el tiempo insulsamente - niego y bebo de mi copa - Tú, mi cielo, haces cosas peores y en verdad le das un pésimo ejemplo a nuestros hijos, ellos ven tu nombre en los periódicos y las imágenes en las que apareces con distintas mujeres, son públicos por si no estás enterado. Jamás te reclamé nada, porque nuestros hijos merecen conocer a su padre como en realidad es y es bueno que te vean como un ejemplo de lo que no se debe hacer, al final de todo, tú puedes rehacer tu vida de la forma que mejor te parezca, al igual que yo.
- Yo no meto a ninguna de esas mujeres a mi casa con mis hijos.
- Primero, sé que eso no es verdad, hablo con mis hijos, Thomas - su expresión cambió y se puso más seria - Además, quiero aclararte algo, no necesito de ningún hombre, ni siquiera para matar mi soledad, para eso tengo amigos de verdad, soy lo suficiente madura para saber lo que quiero y aún más inteligente para saber cómo conseguirlo - termino el contenido de mi copa y me levanto - Si tú, en cambio necesitas de ello para sentirte bien, contigo mismo o con lo que sea, lo entiendo, pero jamás vuelvas a intentar meterte en mi vida de nuevo, ya pasó un buen tiempo desde la última vez que formaste parte de ella y si te soy sincera, no te necesito de vuelta.
-  Son esas tus actitudes las que me llevaron a estar con Miranda desde el principio.
- No, estuviste con ella, porque jamás supiste valorar lo que tenías frente tuyo, ciego estúpido, estuviste con ella porque esperabas que yo cargara sobre mis hombros todo el peso de una familia y encima querías que me encargara de hacerte sentir un hombre hecho y derecho, pero verás Tom, no puedo convertirte en algo que en realidad no eres - sacó dinero de mi bolso y lo dejó encima de la mesa.
- Imagino que Nate - dijo con sarcasmo - Es un verdadero hombre, él que tú quieres en realidad.
- Sí, lo es - me levanto de la mesa.
- Creo que después de esta conversación, me queda claro que lo mejor para mis hijos es que vivan conmigo.
- Bueno, creo que eso será posible si prometes que no vas a suicidarte al primer berrinche que estos hagan - golpeó la mesa con el puño y se levanto.
- Si vuelves a mencionarlo te juro que...
- Si vuelves a mencionar que quieres quitarme a mis hijos de nuevo, vas a arrepentirte - me pongo frente a él - No sabes de lo que soy capaz de hacer por mis hijos, puedo ir a infierno y volver con los cuernos del mismo diablo si es necesario - susurro cerca de su oído - Ten un buen día, cielo - beso su mejilla y me separo.
- Y tú, nena - toma mi brazo haciéndome retroceder - Espero que nos reunamos de nuevo pronto, estas reuniones se convirtieron en mi mejor pasatiempo, las espero con ansias - sonrió (de forma maquiavélica debo aclarar), me guiñó el ojo y llamó a la camarera a la mesa.
- Cariño, no tienes ni idea de cuanto te odio. 
- Ni tú cuanto te odio a ti.

Salí del restaurante y tomé un taxi, no me esperaba que la conversación resultará de esa forma, fue impresionante ver como los celos, hacen que una persona cambie de tal manera, pero sin embargo fue... Muy interesante.

Infiel    TOM HOLLAND ©   T1 Y T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora