Deberíamos Intentarlo Otra Vez

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Para acortar un poco esto, sólo diré que mi hijo se emocionó al ver a Tom y a mí juntos esperándolo en la puerta, corrió hacia nosotros y nos dió un fuerte abrazo, su maestra se veía complacida con la escena.

Durante todo el camino hacia mi casa estuvo hablándonos de que se hizo un raspón en la rodilla mientras jugaba fútbol en el receso, nos contó que su maestra le dió una estrellita dorada cuando respondió bien en el deletreo y luego su hermano se burló, entre otras cosas más, hubo un punto en que me cansé de oír todo el ruido que hacían esos dos, no pudieron callarse en todo el recorrido, pero era tierno verlos tan emocionados al decir todas esas cosas después de bastante tiempo.

- Gracias por traernos - le digo a Tom mientras bajó y los niños corren a la casa con sus cosas después de despedirse de su padre.
- Creo que deberíamos hacer esto un poco más seguido.
- Ellos estarían muy felices con ello.
- ¿Y qué hay de ti?
- Sólo quiero verlos felices y si esto los hace, así que bien.
- Diana, quiero intentarlo de nuevo - dice mirándome fijamente.
- ¿Qué?
- Quiero que me des una oportunidad.
- No - niego.
- Por favor - baja del auto - Puedo hacerlo mejor, sé que esta vez puedo hacerte feliz, quiero decir verdaderamente feliz - dice acercándose a mí.
- No - niego y me quedo estática por la impresión, creo.
- Diana, por favor, hagamoslo por ellos, por nosotros.
- Dije que no - retrocedo.
- Quiero que volvamos a ser los de antes, Diana, te demostraré que puedo cambiar y ser quien tu quieres, quien tu mereces.
- No se tiene todo lo que se quiere, Thomas, hazme el favor de no volver a mencionarlo - camino a la casa y abro la puerta - Y olvida la cena de hoy.
- Diana, por favor, no hagas esto - me sigue - Sé que podemos intentarlo.
- ¡Aléjate o te tiro mi zapato! - lo amenazó y él ríe - Habló en serio, Thomas, no quiero hablar de esto contigo, jamás, no vuelvas a mencionarlo.
- ¿Ya no me amas?
- No estás en condiciones de preguntar eso.
- ¿Acaso ahora sientes algo por él?
- ¿Hablas de Nate?
- Sí, si hablo de él, Diana.
- Es mi vida y puedo hacer lo que quiera, toma en cuenta eso Thomas.
- Por favor, necesito saber si aún me amas.
- Bien - suspiro - Si te soy honesta, dejé de amarte desde el momento en que recibí esa llamada donde me decían que mi esposo me era infiel - entró a la casa dando un portazo.

Me apoyo en la puerta y cierro los ojos, luego escucho su auto partir.

- ¡Mami! - corren mis hijos acercándose - ¿El lunes vendrá papá por nosotros?
- No lo creo, quizás tenga trabajo - suspiro y veo como sus caritas van poniéndose tristes- Pero hablaré con él y quizás diga que si - finjo una sonrisa.
- ¿Lo prometes?
- Claro que si, lo llamaremos esta noche, los tres, ¿bien?
- ¡Sí! - gritan y corren a la cocina.

¡La comida!

Olvidé comprarles algo de comer, maldición.

Les prepare unos sándwiches de queso y jamón, sé que no es el mejor almuerzo pero estoy muy cansada como para querer hacer alguna otra cosa.

- ¿Podemos pedir pizza? - dice David.
- ¿Para cenar?
- Sí - dijo sonriendo.
- No, mejor pidamos hamburguesas - dice James.
- Decidan una sola cosa y la pediremos en la noche, ¿si? - ambos asienten y se ponen a discutir sobre qué comida es más deliciosa.
- Mami...
- ¿Si?
- Ya decidimos, queremos comida china.
- No - niego - La última vez vomitaron cuando comieron esos dumplings y me insistieron mucho en comprarlos.
- ¡Pidamos sushi! - dice David.
- No van a comerlo, decidan otra cosa.
- Bien, pollito.
- ¿Pollito? - río un poco - Bien, pediremos pollito - ambos festejan y terminan su almuerzo - merienda.

Cuándo suben a darse un baño, llamó a Bitia para pedirle una licencia hoy.

- Hola - contestan del otro lado.
- ¿Hola?
- Diana, soy Nate - dice divertido desde el otro lado.
- ¿Qué haces con el teléfono de Bitia?
- Estaba por llamarte, ella me pidió hacerlo, dice que hoy no podrá ayudarte y que si puedes hacer el resto del trabajo, tu sola.
- No, dile que no.
- Mmm... Bien, eso haré.
- No, espera, lo siento, no me siento bien hoy, dile que lo haré mañana temprano.
- Esta bien, le.... Hola - escucho susurros, en realidad parecen ronroneos de una mujer, supongo que es alguien hablándole en el oído - Le daré tu mensaje.... Vamos, cielo - dice de nuevo esa voz, de forma persuasiva - Debo irme, gracias Diana - cuelga el teléfono.

No entiendo porqué pero me siento traicionada al oír eso.

Antes, cuando le decía que me sentía mal, en menos de una hora, él aparecía con un helado y su buen humor en la puerta de mi casa, pero supongo que ahora está muy ocupado para eso.

Dejó el teléfono en la mesa y voy a mi habitación a cambiarme, me pongo mi pijama y mis pantuflas, me quito todo el maquillaje y me hago un moño desordenado, no estoy de humor y mi aspecto lo demuestra, mientras mis hijos ven la televisión yo camino vagando por toda la casa, tomando un bote entero de helado con unas galletas de chocolate.

Mientras me siento al lado de mis hijos para ver su caricatura, alguien llama a la puerta.

- Maldición - dijo bajo y camino a la puerta.
- Hola - me sonríe Nate - Te ves muy bien - me mira de pies a cabeza.
- No estoy de humor, ¿qué necesitas?
- Te traje helado - sonríe.

Sigue siendo mi Nate.

- Pasa - él entra y lo miró, su camisa está mal puesta, un trozo de tela sobresale de su pantalón - Tu también te ves bien - le digo y luego veo un chupon en su cuello, no, son dos y tiene uno en el pecho también.
- Quizás necesites una aspirina o algún otro medicamento - dice y con incomodidad se abrocha mejor la camisa cubriendo las marcas.
- No, los niños están en el salón principal, ve con ellos y yo llevaré el helado, ¿bien?
- Claro, Diana, lo siento por no prestarte atención en la llamada.
-  No te preocupes, entiendo que estabas ocupado - sonrió y le guiño el ojo caminando a la cocina - No soy tonta, querido.

Infiel    TOM HOLLAND ©   T1 Y T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora