47. ESCAPADA

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Stella Di Lauro

Suelto un largo resoplido cuando escucho los ruiditos extraños. Sin siquiera alzar la vista soy consciente de que está registrando todo. Así es ella, mi tía Leah es demasiado curiosa y atrevida y eso la ha metido en más de un problema.

—Con esa postura pareces una copia de tu señor padre —me señala con una de sus cejas enarcadas.

—Pues muchas gracias —le doy una sonrisa forzada.

—No era un cumplido, cariño —aclara con descaro antes de sentarse en el sillón frente a mi escritorio. Si no tuviera tanto trabajo... juro que me escaparía con Enrico. Apuesto a que esta noche volarán los dardos en una cena especial—. Entonces, por ahí me ha dicho un pajarito que tienes novio.

—Por pajarito te refieres a Cassandra Di Lauro, me imagino —expongo con la voz cargada de sarcasmo.

—Has atrapado al soltero más codiciado del momento —añade ignorando mi mal humor—, siempre supe que estabas destinada para grandes cosas.

—¿Dejarse conquistar por un play boy pervertido es una gran hazaña? —cuestiono con evidente burla.

—Aunque no lo creas, así es. Después de todo, muy pocas mujeres puedes lograrlo y además, el pajarito me ha contado que lo has reformado.

—Tendré que hablar con esa ave medio chismosa para que cierre el pico —refunfuño—. Mejor cuéntame de la familia —trato de cambiar el tema de conversación—. ¿Has venido con las mellizas?

—¿Crees que me habrían dejado venir si no las trajera? —refuta con cara de circunstancias—. Esas niñas van a acabar conmigo. Por suerte, su padre ha venido para comerse el marrón de controlarlas. Yo debo trabajar.

«Oh, oh, problemas a la vista»

Si el Diablo está en Florencia se desatará el Infierno.

»Estamos considerando muy en serio la idea de trasladarnos a Italia de forma definitiva —agrega, encrispándome los pelos de la nuca en el acto.

Si es así, a mi padre puede darle un infarto.

—¿Ya leíste el libreto del primer comercial? —pregunto de pronto y cuando la veo sonreír antes de explayarse en explicaciones, sé que he conseguido mi objetivo... al menos de forma temporal.

Mi tía puede ser bastante intensa cuando quiere y lo peor es que tiene una copia en miniatura mucho peor llamada Christina Frost.

Al poco rato la llaman en publicidad y puedo centrarme de lleno en los papeles hasta que mi móvil suena con una llamada entrante de mi madre. Entonces, jadeo al ver la hora. Giro sobre mi silla hacia la pared acristalada de la oficina y compruebo que ya ha anochecido.

«Va a matarme»

«¿Y si invento alguna emergencia en el trabajo para no ir?»

Joder, que adoro a mi tía y las mellizas son de las pocas amigas que tengo..., pero el Diablo Frost me cae como una patada en el trasero.

«Tal vez debería llamar a papá y escaquearnos juntos»

—¿Pero tú no piensas dejar de trabajar, princesita? —mi play boy reformado aparece en la puerta con gesto serio—. De verdad, Ella, me parece que te cargas demasiado de trabajo.

—¿Debo recordarte de quién es la culpa? —le observo de manera acusatoria—. Fuiste tú quien me arrastró hasta Santa Croce.

—Pero lo de retenernos hasta pasado el mediodía fue cosa de Pola —expone con un bufido buscando librarse de cualquier responsabilidad, pese a que en parte lleva razón.

Princesa de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora