Y subí al autobús
Yo también sé lo que es echar de menos algo que nunca he tenido todavía.
ANNE SIN FILTROS1. TOMA AIRE PARA CANTAR Y ESTA VEZ NO PARA RESPIRAR UNA Y DOS VECES
4 de julio
Desplazaba la maleta apoyada en sus cuatro ruedas.
Escuchaba el traqueteo de estas sobre el suelo rocoso, y no la voz de mi madre repitiéndome las mismas cosas de siempre. Ya las había oido muchas veces, pero el sonido de las rocas luchando contra el plástico era nuevo. Nuevo porque era la primera vez que me iba a atrever a dar el paso, el paso de luchar contra mi fobia como la psicóloga llevaba tanto tiempo diciéndome que debía hacer. «Pues voy a hacerlo» pensé.
Las familias de otros asistentes al campamento causaban mucho alboroto, pero aún estábamos demasiado lejos de la nube de gente. Igualmente me obligué a respirar justo cuando mamá me giró por los hombros, y aunque estuvo a punto de agarrarme el rostro, no lo hizo. Con ella no me costaba tanto como con el resto, estaba acostumbrada a su presencia, pero cuando el contacto era prolongado igualmente me ponía nerviosa.
—Amor, no tengas miedo ¿vale?, ya verás como todo va a ir bien. Vera tiene razón y este campamento puede ayudarte, es una forma de estar en un sitio donde nadie sabe que problema tienes, donde poder acercarte tú a la gente, a tu propio ritmo. Paulatinamente hija, como dice Vera.
«Vera no tiene ni idea de nada» quise decirle. Llevaba desde enero con la nueva psicóloga y solo me decía: «Ve a tu ritmo Thesa, paulatinamente» Ahora también lo decía mamá, y lo aborrecía.
Yo no tenía claro lo del campamento, en realidad no me apetecía mucho. Sí me apetecía poder tocar a la gente como hacía todo el mundo, poder abrazar, chocar los cinco o besar sin taquicardias y ataques de pánico. Sí me apetecía todo lo que Vera decía que el campamento haría conmigo, ¿quién no lo querría? Al parecer era mágico, ni idea.
De repente recordé que yo era sociable, que me gustaba estar con la gente aunque fuera sin tocarla y que no era solitaria y distante.
Agité la cabeza, se me estaba nublando la mente. Y sonreí, mamá lo necesitaba.
—Voy a estar bien mamá, estoy segura. No te preocupes por mí, te llamaré con el teléfono público por la mañana. Recuerda los horarios, de siete a nueve y que seré un número oculto. Te he dejado las instrucciones en la nevera.
—Me vas a hacer madrugar ¿eh, cariño? —me dio pena, estaba triste e intentaba ocultarlo. Era normal, iba a pasar casi un mes, o incluso más en función de mis avances en un campamento perdido entre las montañas, y desde que iba al psicólogo estábamos más unidas que nunca.
—Tenlo por seguro, cuanto más cerca de las nueve más concurrido estará el teléfono —dejé caer los hombros rindiéndome a las absurdas normas del campamento—. No entiendo porque no puedo usar el móvil.
—Ya lo hemos hablado —dijo soltando un risilla de exasperación.
—Lo sé, pero es que hay muchos campamentos en España y justo hemos elegido uno de... desconexión. —dije con desprecio.
—Vera lo recomienda siempre a sus pacientes, es muy tranquilo y está apartado. Además hay muchos lagos alrededor, es perfecto. No pienses en el móvil, te vendrá bien soltarlo un poco, estas enganchada.
—Se llaman nuevas generaciones. Graciosa.
—Oye señorita a mí no me digas eso, que soy tu madre.
Acompañó sus palabras con un golpecito en mi hombro y reaccioné bien, tan solo sentí sus presencia más de lo que usa hacer la gente normal. Mi mente siempre estaba alerta, consciente de la posición de las personas a mi alrededor, de las posibles situaciones que me llevaran a tocar. Ahora, después de tantos años luchando contra mí misma, era tolerable, un par de respiraciones y well well well. Claro, no cuentan los contactos prolongados, estar pegada a alguien en el bus, los abrazos de los abuelos o la presencia de la gente en las aglomeraciones. Todo en pequeñas dosis es mucho más llevable.
El sonido de las voces de la gente a varios metros de nosotras se incrementó, busqué el motivo con la mirada y me tensé al instante. El autobús había llegado. Las personas empezaron a meter las maletas en el maletero y a subir con mucha energía, a mí se me iba por momentos y no debía permitirlo. Estar con mucha gente alrededor me agotaba aunque estuvieran lejos. E iba a pasar tres largas horas metida en un pedazo de metal y acorralada en un asiento, con suerte de cuero limpito.
Miré a mamá.
—Dejaré el móvil, bien, son las normas. Pero las tres horas de viaje me las voy a pasar viendo Netflix —sonreí con suficiencia tratando de esconder mi nerviosismo.
—Va a ir bien —dijo mamá a modo de mantra.
—Va a ir bien —repetí yo.
Mamá dejó caer una lágrima rápida y supe que tendría que hacer el primer esfuerzo de las próximas horas, ella se merecía un abrazo.
Dos respiraciones.
—Me puedes abrazar —le dije si mirarla.
—Amor, Vera dice que es mejor que seas tú quién se acerque.
—Ya, pero mi cuerpo no quiere acercase, y mi corazón sí. Así que por favor hazlo tú para que podamos despedirnos en condiciones —mis palabras sonaron más hostiles de lo que pretendía.
Dudó, claro que dudó, solo hacía falta ver los ataques de ansiedad que me daban de forma rutinaria.
Sentí sus brazos rodearme muy despacio y obligué a los míos a estrecharla. Ignoré la presión en mi pecho, las pulsaciones subiendo a pasos algo más lentos gracias a las terapias y el sudor perlar mi piel. Obligué también a mi mente a no sentirse invadida sino querida y arropada. No conseguí cerrar los ojos y relajarme, pero fue todo un logro. Cuarenta y tres segundos fueron.
Nos separamos sin decir nada y aproveché mientras subía la mayor parte de la gente para estabilizarme de nuevo. Jugueteé con el anillo plateado de mi dedo indice.
—No hace falta que me acompañes —le dije cuando un monitor de pelo rizado empezó a llamar (nos) a los rezagados— Te quiero —agregué aferrándome a la maleta con tanta fuerza que mis nudillos se quedaron blancos.
—Yo también te quiero.
Dicho todo anduve con la cabeza alta hacía al autobús serpenteando entre la gente para no tener oportunidad de rozarles. El chico de pelo rizado, resulto tenerlo de color cobrizo y su sonrisa consiguió arrebatarme otra a mí. Era mono, encantador y a penas se acercaría a los treinta años. Sus ojos verdes fueron tranquilizadores, pero no lo suficiente como para no tener cuidado de no rozar su mano cuando cuando cogió mi maleta de viaje. Me quedé solo con una pequeña mochila vaquera para el viaje.
Me giré por última vez para ver a mi madre y me despedí de nuevo con un gesto de la mano.
Subí rápidamente, sin darme tiempo a echarme atrás. Había dos monitores en total, el chico joven y una mujer entrada en años de rostro amable. Ambos me sonrieron y me dieron la bienvenida. Traté de parecer una chica normal todo lo posible y busqué con la mirada un sitio vacío, mas bien dos, no pensaba compartir con nadie.
Sorprendentemente el del balcón estaba libre y aproveché esa insólita oportunidad. La gente me miraba y analizaba, no me disgustó, me gustaba captar miradas. Mi sonrisa se acentuó de forma natural y me senté tras mirar a los ojos a varios jóvenes. Me llamó la atención una chica de pelo castaño con un semirecogido que daba saltitos sobre su asiento, su novio (o eso supuse) era un chico de cabello rubio y ojos azules, muy guapo, este le daba pequeños golpecitos en la cabeza. Me pareció adorable, tal vez entablara conversación con ellos, estaban justo al lado.
Estaba sentada en el lado de la ventana y recordé lo esperanzada que estaba mamá con esa experiencia en el campamento, realmente tenía fe en que funcionaría. Y movida por eso, por su fe, decidí levantar mi culo y apoyarlo en el asiento que daba al pasillo. La distancia con la alegre pareja no sería de más de un metro pero de momento me sentía cómoda. Y el objetivo valía el segundo esfuerzo de las próximas tres horas de mi vida. Conseguiría superar la fobia.
Saqué mi IPhone, de lo poco bueno que tuvo confirmar mi fobia, mamá quedó tan apenada por mí que pensó que un móvil querido por todos me ayudaría a superar el mal trago. Y lo hizo, ¿desde cuando un IPhone no ayuda a cualquiera? Abrí Netflix y tomé la decisión de que verme la saga de Crepúsculo en el viaje de ida (también necesitaría el de vuelta) era la mejor opción. Tapé mis orejas con los cascos azules y plateados y me dejé llevar.
*
Edward Cullen consiguió evadirme durante gran parte del viaje, y cuando me cansaba de su pálido rostro (si es que alguien puede llegar a cansarse) me dediqué a observar el paisaje. Lo estaba pasando sorprendentemente bien, no esperaba poder estar tanto tiempo rodeada del calor corporal y el barullo de las personas, pero lo hice y gratamente. Tal vez Vera tuviera razón y aquel campamento fuera una buena forma de actuar. De momento, yo estaba decidiendo los tiempos.
Y precisamente por eso, porque sentía que tenía el control decidí hacer aquella locura.
Estábamos llegando, ya habían pasado por muchas paradas, y supe que era el momento cuando todos empezaron a cantar las canciones que retumbaban desde sus smartphones. Me puse de rodillas en el asiento con el cinturón aún puesto y sabiendo que a los monitores no les haría ni pizca de gracia.
Levantando el brazo y saludando a todo aquel que se dignara a mirarme, noté la adrenalina recorrer mi cuerpo. Todos estábamos bastante extasiados y era justo lo que necesitaba para creer que era capaz de superar aquello.
Sin abrir la boca les hice un gesto para que quitaran la música un momento. Y empecé a sentir la presión de las miradas y un poco de vergüenza. Cerré el contacto visual rápidamente al ver que un chico con el pelo decolorado y sonrisa picara me miraba con curiosidad. Retiré mis ojos con un aire de superioridad y el corazón acelerado, y no precisamente por estar rodeada de gente, sino por haber llamado la atención de un chico tan mono. Estaba realmente bien.
Luego ya pondría la canción para que me acompañara, pero ahora tocaba tragarse el orgullo, tomar aire y cantar aunque fuera con mi voz no muy agraciada para ello.It was the summer of love
A delicate daydream
And for a couple of months
It felt like we were 18, yeahIt was the summer of love
La-love
La-love, yeah
It was the summer of
La-love
La-love***
¿Sabéis cual es la canción?
No importa, yo espero que os esté gustando porque me encantaría seguir contando con vuestra presencia a partir del día 13, que es cuando lo publicaré de forma rutinaria.
Y para terminar os dejo una foto con lo que serían las vibras de Thesa.En realidad si importa, es Summer of Love de Shawn Mendes. *se recomienda ver el videoclip 😊😊
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Simplemente Thesa
Teen FictionThesa Lagos, y solo Thesa, llega a TeDI, un campamento perdido al norte de España y con las siglas erróneas, aconsejada por Vera. Vera, es su psicóloga y la misma que la acompañara durante el año más ¿increíble de su vida? Parece adecuado hasta el...