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CAPÍTULO 58. POL

Tragué saliva y alterné la vista entre a la cabaña por la que había visto el fantasma de Thesa pasar, y mi novia.
Emma me miraba desde el cobertizo con los brazos en jarras y, aunque hablar con ella era la última cosa que me apetecía hacer, también era la que debía.
Metí las manos en los bolsillos de mi sudadera marrón claro y caminé en su dirección, sintiendo como el mundo se volvía oscuro.
«Vale, ¿qué puede pasar?» Ahora me rio, pasó todo y más.
—Hola, Em —dije en tono amistoso y algo cohibido.
—Ha pasado algo muy curioso, Pol. He visto a Thesa correr como una loca, bañada en lágrimas, y... justo después apareces tú.
Sus palabras sonaron tan seguras como siempre, pero yo pude ver la forma en la el labio le temblaba de forma sutil.
—Yo... eh —traté de empezar a explicar en vano.
—Esfuérzate un poco más, porque necesito que me digas que ha movido lo que he visto.
Llegando a donde estaba, traté de cogerle la mano, pero la apartó y yo me apoyé en el poste, dolido.
Me pasé un dedo por el pelo sin saber cómo empezar. Y de repente, las emociones volvieron a superarme. Le había fallado como pocas veces, ¡como ninguna! Yo nunca le había hecho algo así. A nada estuve de besar a Thesa y solo Dios sabe lo que me hizo parar.
Abrí y cerré la boca tantas veces como pude por minuto. Sin saber que decir en ninguna de ellas.
¿Cómo excusaba todo lo que había hecho? ¿Era posible que me perdonara? ¿Quería que me perdonara? Esta última pregunta estuvo en mi cabeza lo mismo que dura un pestañeo, claro que quería que me perdonara.
Agradecí que fuera Emma quien se viera con las fuerzas de empezar a hablar.
—Estabas con ella y me jugaría el cuello a que la has hecho llorar, de otro modo no estarías tan roto.
¿Tan obvio era el hecho de que en cualquier momento me caería y no volvería a levantarme nunca?
Eché la cabeza hacia atrás hasta apoyarla en la madera, incapaz de mantener el contacto visual con ella.
Asentí.
Emma resopló y se sentó en la silla de exterior.
—Y cómo no, estabas en una de esas cosas super misteriosas que no me puedes contar, pero que son súper necesarias. ¿Necesarias para quién? ¿Para ella, o para ti?
—Theresa, Theresa... —empecé.
—Ni se ocurra volver a llamarla así en mi presencia —me advirtió y maldije por volver a cometer el mismo error con distinta persona.
La miré tratando de disculparme, pero esos ojos marrón oscuro que tanto amaba, no me buscaban.
—Ella necesita ayuda —logré decir.
—Eso me lo has dicho tantas veces... ¡Deja ya de intentar salvar a todo el mundo! Estoy cansada de decírtelo.
Al ver su rostro destrozado, fui consciente de lo mal que lo había hecho. Tratando de ayudar a Thesa, había olvidado a Em. La estaba descuidando, a la persona que más amaba en el mundo. No quería olvidarme de ella y lo había hecho.
—Siento haber estado tanto tiempo con ella estos días —dije—. Tendré en cuenta que te molesta.
—¡Que no es eso Pol! —me gritó levantándose de la silla de golpe y alejándose de mí—. Es que no te das cuenta de nada.
—Yo sí...
—No intentes explicar algo que no entiendes. Yo lo he visto y tú... me gustaría decir que eres un cabrón, pero nada estaría más alejado.
Fruncí el ceño sin comprender y Emma levantó la vista al cielo, realmente sorprendida por mi ignorancia.
Con las manos se echó el pelo a la espalda y clavó sus ojos en los míos con fuerza.
—He visto como la miras. Tú no te ves, pero pierdes la cabeza por ella. No sé si la quieres, o prefiero no pensarlo. Es aparecer Thesa en una habitación y... ¡te olvidas de todo lo demás! Al principio pensaba que era por tu obsesión con ser el salvador del mundo, creía que veías algo malo en ella que podías arreglar, y me pareció bien, al fin y al cabo es tu forma de ser. Pero ha dejado de ser amabilidad, Pol. Ella no te ve ni te quiere ver como a un amigo y tú... no tengo ni idea de qué se te pasa por la cabeza.
—Yo, yo te quiero Em —balbuceé.
—Ya lo sé, claro que lo sé. El problema es que ya no me quieres como antes, lo que siento yo por ti está a años luz de parecerse a lo que tú sientes por mí. Por no hablar de que ya no soy la única a la que queréis.
—Thesa es mi amiga, claro que la quiero. Y a Valentina, e incluso a Maca.
Giré el rostro en dirección a la trayectoria de Thesa, impaciente por arreglarlo todo con Emma para poder ir a por ella y arreglar más cosas.
—Que ya, tú quieres a todo el mundo. Pero es que yo no quiero que me quieras como al resto, Pol —su voz se rompió con la ultima frase y sin importarme que me rechazara de nuevo, fui a acunar sus mejillas con mis manos. No se apartó.
Me miró y junté nuestras frentes. Estuvimos así apenas dos segundos hasta que se separó. Y no sé, esa distancia se sintió muy definitiva.
—¿No piensas decir nada? Te digo que ya no me quieres como antes, que quieras a otra, ¿y no dices nada?
«¡Es que no sé que decir, joder!», pensé. Y solo lo pensé, porque yo no perdía los papeles, ni siquiera cuando debía para no destrozar la relación que teníamos.
—Está claro que tenemos que hablar —logré decir, causando que una lágrima descendiera por su precioso rostro.
—Es ahora cuando lo estamos hablando, es ahora o nunca. O me dices que me lo estoy inventando, que son paranoias mías o —se tomó su tiempo para seguir—, o no habrá un tú y yo.
—Emma, no me hagas esto. Es un mal momento, sé que me he portado mal estas semanas, pero ahora no puedo hablar contigo.
—¡Ah! ¡Porque ella te necesita mucho más que yo!
Me rasqué la frente con la palma de la mano.
—No es eso...
El césped del suelo me resultó tentador. Lo único que me apetecía era tumbarme en él hasta que se hiciera de noche, apagar mi cabeza y poder dejar todos los problemas de lado. Necesitaba un respiro para pensar, y nadie parecía querer aflojar la soga.
—Dime que la quieres Pol, dímelo y acabemos con esto de una vez, porque me estas haciendo daño. Y ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.
Quise decirle que no quería a Thesa, que éramos amigos y ya. Pero nuestro casi beso llegó a mi mente, recordándome lo mierdas que era.
Humedecí mis labios ansioso por terminar con todo. Esa conversación no debería estar teniendo lugar, y menos cuado acababa de romper un corazón. Y puede que incluso dos...
—Emma, te quiero, te quiero mucho, pero ahora tengo que irme. Voy a volver, lo juro y demostraré que te equivocas, ¿vale? Solo dame tiempo para arreglar algo y vuelvo, lo juro por Snoopy. Estamos enredando demasiado las cosas.
—Así que ahora empezar a querer a otra chica que no es tu novia es enredar las cosas, curioso —murmuró. Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.
Mordí mi labio inferior odiando todo lo que decía, y odiándome más a mí mismo por no poder negarlo, no del todo.
—¿Pol? —Me volví para la mirarla— ¿Has besado a Thesa?
Abrí los ojos y entreabrí boca al mismo tiempo, y el dolor que tiñó el rostro de Emma no hizo más que confirmarme lo delatadora que había sido mi expresión.
Porque, no había llegado a ser un beso, ¿pero realmente servía para eximirme de la culpa? Ni de broma.
—Que fuerte, y yo que albergaba la esperanza de que me estuviera volviendo paranoica.
Emma me sonrió con pena, yo le daba pena.
—Puedo explicarlo. De hecho tengo demasiadas cosas que explicar y lo haré. Pero de una en una, y primero tengo que explicarme con Thesa, para poder contártelo todo como te mereces, Em. Voy a arreglarlo todo, lo juro. —Asentí con la cabeza mirándola a esos ojos nada convencidos.
Y yo, sin dejar de jurar cosas que no sabía si podría cumplir, me di la vuelta dispuesto a marcharme, cuando la voz destrozada de Emma me hizo parar a varios metros de distancia.
—Ve detrás de ella y no me volverás a hablar en la vida, Pol.
Apreté la mandíbula y dejé caer los hombros antes de seguir andando y creyendo que realmente podría arreglarlo todo. Solo necesitaba seguir el orden correcto.
Podría hacerlo.

***
¿Podrá arreglarlo todo? ¿O lo perderá todo?
El lunes más.

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