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CAPÍTULO 63. POL

Si bien que Thessa me pillara en un momento de completo caos mental fue vergonzoso, ver como ella se mataba la cabeza a pensar fue muy muy divertido. Tanto que me sacó una de las bastante escasas sonrisas de los últimos días. Ni siquiera me molesté en pedirle que me dejara llamar a mi padre de lo entretenido que estaba viendo como se colocaba el anillo en la punta de la nariz. Y puede que tampoco tuviera mucha prisa.
Su conversación no había durado lo suficiente como para que yo decidiera si llamar era una buena o mala idea. A priori parecía buena, todo lo que mi padre pudiera aconsejarme o consolarme sobre la pésima situación en la que me encontraba, era positivo. Pero claro, ¿y si me reñía por insensible, por mal novio, por mal amigo o por mala persona? No sabría como llevaría la situación si me echaba en cara haberme comportado como lo hice. Y de cualquier forma, sabía que acabaría sucumbiendo a llamar, porque necesitaba que alguien me dijera que todo va a salir bien, y ese debía ser mi padre.
Carraspeé medio decidido a enfrentarme a las cosas y logré llamar la atención de Thesa. Se mostró bastante sorprendida.
—¿Ya estás? —pregunté divertido de verdad.
—Se me había olvidado que estabas allí —¡Y pareció sincera!—. Ya me marcho y te dejo hablar tranquilo.
Se me paró un momento el mundo, ya la había vuelto a fastidiar.
—¿No te he dejado hablar tranquila? —me pasé una mano por la cara, arrepentido por mis actos—. Lo siento mucho, pensaba que me habías dicho que estaba bien lejos, pero claro mucho mejor si me marchaba. ¡Oh, que mal! —exclamé para mí mismo, cansado de fallar una y otra vez—. Que. Mal.
Quise golpearme contra la pared.
—Pol, ¡Pol! —la miré compungido—. Que no pasa nada. ¡Dios! Relaja, te veo tenso.
Ella miró mi hombro muy fijamente y al final, asintiendo, me dio dos golpecitos.
—Muy tenso —repitió marchándose.
Las comisuras de mi boca se extendieron, al final no lo había hecho todo tan mal, había ayudado un poco a la fobia de Thesa.
Me giré para verla por última vez y ella me estaba observando. Sonreí de nuevo tratando de expresarle lo orgulloso que estaba de sus progresos.
«Nivel dieciséis».
*
—Papá tengo un problema, en realidad varios —mi voz sonó cordialmente desesperada. Y papá suspiró.
—¿Cómo de pronunciadas son tus ojeras? —fue lo primero que me dijo.
—¡No lo sé! ¡No tengo tiempo para mirarme en el espejo! —Di un paso para estar delante de la ventana de la cabaña y me analicé en el reflejo—. Sí, vale, tengo ojeras, pero tampoco son para tanto. Sabes que siempre he sido propenso.
Estiré la piel de mi mejilla para tener mejor acceso, y mentía claramente. ¿Cuando había pasado eso?
—Si tú lo dices... Venga, ¿qué has hecho? —preguntó con sutileza
Ya no había vuelta atrás.
—Le he puesto los cuernos a Em.  —confesé, aumentando lo mal que me sentía por todo.
—¡¿Cómo?! —exclamó escandalizado y acabando con mis esperanzas de que hiciera una broma como la del "Club de chicas que han dejado a Pol" o algo así.
Me apresuré explicar:
—Hubo un casi beso.
Papá se echó a reír al otro lado de la linea telefónica. No me hizo gracia, fruncí el ceño.
—¿Y solo es eso? ¡No es nada!
—¿Papá? —pregunté cauteloso—. Pudo haber sido un beso.
—Sí, pero no lo fue. Algo sin importancia, la conseguiste apartar a tiempo, no hay que hacer un drama —apreté la mandíbula—. Venga, cuelga y ve a decirte a Emma lo mucho que la quieres.
Estaba equivocado. Y cuando supiera la verdad se enfadaría.
—Que no, que ese es el problema.
—¿No quieres a Emma? —y más más horror.
—La quiero muchísimo, pero eso no es. El problema es que no fue algo sin importancia, me importó, quise hacerlo.
Silencio. Eso fue todo lo que obtuve. Mordí mis dos últimas uñas con vida mientras esperaba su veredicto.
—Fue con Thesa —afirmó—. La chica a la que le hicimos la pulsera, no una cualquiera.
—Sí... y no, no es una cualquiera, para nada.
—¿Qué sientes por ella, hijo?
—No lo tengo claro —respondí al instante.
—Esfuérzate un poco —me reprendió.
Apoyé la frente en la fría superficie del teléfono.
—Algo que me gusta.
—¿Y volverías con Emma?
—Es tarde para eso.
—¿Pero si pudieras? —insistió de nuevo.
Tomé aire, eso ya lo había pensado durante mis noches en vela.
—No podría mirarla a la cara sabiendo que siento algo por otra persona. Ya no la quiero como debería, papá —dije la última frase sollozando.
Parpadeé para espantar a las lágrimas.
—¿Y qué quieres con Thesa?
—Me gustaría saber a dónde podríamos llegar —mientras pronunciaba esas palabras sentía que estaba traicionando a Emma—. Creo que podría quedar algo bonito.
—¿Qué te detiene?
—Me he estoy sintiendo interrogado —reí con un resoplido antes de contestar—. ¿Qué va ser? Emma, no quiero hacerle más daño.
—¿Y tú? ¿Es que no te haces daño en el limbo en el que estás?
—Yo...
—Solo te voy a decir una cosa Pol: se egoísta por una vez en tu vida, hijo. Piensa en ti y solo en ti. Te lo mereces, y puede que hagas daño al principio, pero se irá calmando el ambiente. Si te pones en modo espera nunca retomaras tu vida, nunca sabrás cuando puedes seguir sin dañar a nadie.
—Oye, que he tenido novias antes y he sabido cuando empezar con otra.
—Está vez es diferente, y lo sabemos. Piensa en ti, ¿vale? Todo irá bien.
Sonreí de medio lado.
—Sabía que dirías eso.
—¿Y qué voy a a decir si no? Eres mi único hijo, y si no te va bien en la vida no podré presumir de ti en el super.
—Entiendo —dije a todo en general.
—Me alegro. Llámame cuando quieras.
—¿Y no dejo más días de luto? —pregunté apresurado antes de que me colgara.
—No si lo que quieres es besar a esa chica. Sois jóvenes, es el momento de vivir.
—Gracias por todo.
Colgué el teléfono y me dejé caer el suelo.
Así que había llegado el momento de ser egoísta. 
¿Y eso cómo se hace?

***
Pues este es el capítulo de hoy. Y no sé vosotros, pero estos consejos...

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