44 TERCERA PARTE

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Y la volví a seguir

Ella entendió que los momentos más difíciles en la vida suceden cuando te encuentras en transición de una versión de ti misma a otra mejor.
SARAH ADDISON ALLEN

CAPÍTULO 44. OFICIALMENTE PARTE DEL EQUIPO

El agua de la piscina se sentía peculiar, y yo sabía el motivo.
Hasta ese viernes me había zambullido en la piscina por muchos motivos distintos, pero nunca por el de ese día. Había llorado, huido de la gente, saltado de palillo para refrescarme, no jugaba al vóley, pero sí admiré el estético cuerpo de Pol viendo los detalles a través de sus gafas. Gafas que llevaba en ese momento y no aportaban ningún tipo de familiaridad.
Estaba rodeada de agua hasta el cuello porque trataba de entender mi existencia o, para los que prefieren las palabras sinceras, evadir la tristeza que me causaba la marcha de Pol.
¡Pol se iba! ¡Y volvía el domingo! Pero yo no era capaz de consolarme con eso.
—Seguro que ahora está esperando al autobús —pensé en voz alta antes de hacer burbujas con la boca.
—Es muy bonito que pienses tanto en una persona.
Con movimientos pesados pero rápidos, me di la vuelta sintiéndome colorada por la pillada.
—Valen, yo no... —traté de excusarme.
—No inventes nada que te he escuchado pacientemente hablar cada noche de él. Eso sí,  tengo que decir que me estáis rompiendo la cabeza.
—¿Por? —pregunté.
—¿Cómo que por? ¡Está claro! —agregó con obviedad—. Tú y Emma sois mis amigas, ambas dos sois geniales, no puedo elegir a una. Es como elegir entre el Kinder Bueno blanco y el normal. ¡Todo un dilema!
Nadé a modo perrito hasta el borde de la piscina y apoyé los antebrazos, Valen se sentó en la tumbona que ocupaba mi toalla verde claro.
—¡No hay nada que elegir!
—¡Ni siquiera consigo decidir si lo que hacéis Pol y tú es buena idea! —exclamó haciendo oídos sordos a mis palabras.
—Soy buena persona —me defendí.
—No te das cuenta de nada, pero me hacéis elegir bando, como en los triángulos amorosos, no sé si es Emma la mejor opción para él o lo eres tú.
—Yo nunca he pretendido salir con Pol.
Valentina clavó sus ojos severos en los míos.
—Puede, pero es justo lo que quieres.
—Nunca podría salir con Pol.
—¿No puedes o no quieres?
La pregunta del siglo fue pronunciada por la valiente de Valentina.
Pol llevaba desde que tuvimos la primera sesión diciéndome que debería contárselo a Valen. Ella era la persona más comprensiva y leal que había conocido. Me dijo que se pasó la vida esperando a Daniel y que por los que quería era capaz de remover las arenas de Dune. Hasta Vera me dejó caer que parecía que había encontrado a personas en las que confiar.Sería genial tener a más personas de mi lado, que conocieran mi problema y no me miraran mal por ello, ella no sería como mis amigas de Madrid, no me haría ese feo. Valentina tenía pinta de tener mucha empatía. ¡Y me ayudaría igual que Pol a sentirme a gusto y poder disminuir la tensión! ¿Por qué no se lo había contado antes?
Suspiré, salí de la piscina, me envolví antes de congelarme y sentada en la tumbona de enfrente, le conté mis secretos más tenebrosos.
Lo solté todo muy deprisa, sin darle tiempo a hablar, y cuando acabé con la situación actual de mi fobia desarrollada en TeDI, sonrió. Valentina Mayo me sonrió como si fuera lo mejor que le había pasado nunca.
Me sentó mal.
—¿Te hace gracia? —pregunté incrédula.
Ella negó con la cabeza de forma suave y recordándome al control de Pol sobre sus emociones, pero a ella la había visto salirse del molde en muchas ocasiones, no era lo mismo.
—Era justo lo que necesitaba.
—¿Una amiga fóbica?
—No.
—¿Entonces?
—Me faltaba descubrí cual era tu enemigo, tu adversario para ser tu misma. Ahora ya lo sé y puedo decir con seguridad que eres de las mías. Me hace tan feliz.
—No entiendo nada —declaré.
—Como persona que ha luchado contra sus sombras, te digo que el camino es difícil, muy difícil. Pero el resultado es tan glorioso que merecerá la pena.
De eso sí que me enteré.
—Debe ser bonito el final, sí.
—Eres una Simple, Thesa. La segunda Simple, y tú me ayudarás a encontrar al resto.
—Dios, Valentina, habla en cristiano.
—Simplemente Thesa, a eso aspiras, a ser simplemente tú.
Su sonrisa se calcó en mis labios al sentir una conexión que me unía a esa chica de cabellos castaños. Tenía tanta razón. Todo por lo que había luchado, por lo que estaba luchando, al final resultaría en mi esencia,  mi yo más absoluto, ese era mi objetivo.
—Y... —empecé—. ¿Solo nos has encontrado a nosotras con problemas?
—Todo el mundo tiene algo, pero yo quiero encontrar a las fundadoras. Las fundadoras de toda una legión de Simples.
—No me digas que vas a formar un ejército .
Valentina rió a modo de broma.
—Soy la líder, la fundadora y puedo reservarme el beneficio de la duda.
—¿Y cómo son las... Simples?
Sonrió con más intensidad.
—Las Simples aman la vida y por eso lloran y ríen por sus metas, por eso caen y se levantan con más fuerza, porque saben ver el lado positivo de la oscuridad. Son valientes. Y por eso somos Simples, Thesa, aspiramos a ser simplemente nosotras, ¿entiendes?
Decir que está completamente normal es mentir. Valentina podía tener toda la razón del mundo, pero era raro raro.
—Creo que sí, en el fondo tiene sentido.
—¡Y en la superficie también! Pero ahora te tengo que preguntar una cosa. —El ambiente se puso serio—: ¿Te he incomodado mucho estos días?
Se la veía preocupada.
La verdad es que si te pones a pensarlo, ella, igual que todos, podrían haber estado arruinando mi estancia en TeDI. Si yo no fuera tan habilidosa alejando a las personas y no hubiera estado yendo al psicólogo desde enero, la presencia de tantos jóvenes habría sido mortal. A lo mejor Vera sí supo ver mi evolución sin la subjetividad de mi madre o yo misma, y fue capaz de decidir cuando estaba preparada.
—No te preocupes, a veces hay que sentirse incomodo para avanzar.
Asintió convencida prácticamente del todo y agregó con su usual voz alegre:
—¿Y Pol te está ayudando? Que gracia, a mí me hizo descubrir la poesía, algo que ahora me encanta, bueno, a lo mejor no fue él, porque lo conocí una vez en el curso, pero me enamoré de su forma de recitar, es tan mágica su voz.
—Hace sentir mucho, sí.
*
No me preguntéis por qué, ¿vale? Pero cinco minutos más tarde estaba corriendo por el campamento en dirección a mi cabaña, y después a la parada de Pol. Llevaba la caja de cartón con el flamenco hinchable comprimido dentro, bajo el brazo derecho.
Yo pensaba entregárselo de una forma más elaborada, llamativa y ridícula igual a cuando obtuvo su unicornio. Hasta que hablando con Valentina me di cuenta de que era probable que nunca nadie le hubiera agradecido su ayuda. Era tan altruista y cansino a ratos que tenía pinta de que pasaban de él. Y yo, porque el chico me caía bien, quería dárselo como muestra de agradecimiento. Ya se me ocurriría algo chulo en los tres minutos de carrera que me quedaban.
Al final resultaron ser tres y medio porque tuve que hacer una humilde parada para descansar, sí, soy humana.
La verja de entrada estaba siempre abierta por las mañanas pues traían suministros, pero era por la tarde y estaba bien cerrada.
Problema número 1: la escalada no es lo mio.
Problema número 2: las barras metálicas eran verticales y ya me diréis cómo subo eso.
Pero entonces lo vi, unos setos mal cuidados y algo escasos de hojas. Era mi oportunidad.  Sin olvidar que iba envuelta en una toalla, me la puse por la cabeza y empecé a atravesar lo que podría haber sido la entrada al país de las maravillas.
Legué al otro lado con éxito y la toalla destrozada, con suerte la caja del regalo estaba bien.
Fuera podía sentir la libertad y de una forma más pura que cuando fui a casa de Malena con Malena.
Espera, cuando fui con ella no abrieron toda la verja. Recorrí su longitud y la vi, la puerta que... lo comprobé con el manillar... estaba abierta. Genial Thesa, si no hubieras estado admirando como se encendía tu móvil...
Me encogí de hombros, al menos la vuelta sería más sencilla.
Encontrar la parada de autobús no fue difícil, estaba solitaria, con un poste y un banco cutre al lado.
Pol estaba sentado, moviendo sus piernas envueltas en vaqueros claros, lleva unas Vans rojas y una sudadera del mismo color con la capucha puesta. Se apoyaba en el respaldo y miraba cada pocos segundos el reloj de muñeca que llevaba.
Estaba un poco en shock, no porque estuviera más guapo que de normal, que también, sino porque llevaba ropa de persona que va por la calle, no por un campamento. De repente lo vi más real, el campamento no era donde el vivía, él era de Barcelona. Apreté los labios, no lo volvería a ver después de ese mes.
TeDI no sería para siempre.
Me puse un poco triste y la mente se me nubló. Agité la cabeza y giré el anillo de mi vida. No era momento de pensar en despedidas, no en las definitivas.
Estaba tan adorable, y yo tan ridícula. Con mis dedos peiné mi pelo corto en vano y caminé en su dirección, decidida.
—Theresa —dijo cuando me escuchó y volvió la cabeza.
Cachis, ni siquiera pillándolo desprevenida diría bien mi nombre.
—Pol —dije yo levantado la mano a través de la tela—. ¿Te vas?
—En cualquier momento.
Pol golpeó el banco con su mano izquierda para que me sentara a su lado.
—Me he acostumbrado a tenerte zumbando alrededor, va a ser raro no verte por aquí —dije yo sin sentarme.
—¿Gracias? Aunque es posible que seas la única que me vaya a echar de menos.
—Yo no he dicho que te vaya a echar de menos.
Observé la madera del banco y vi en él otro gran paso en mi progreso. Apoyé mi culo lentamente envuelto en la toalla, me haría de escudo protector.
—Es lo que yo he entendido.
Y no puede llevarle la contraria.
Su brazo se despegó de su costado queriendo abrazarme.
—¿Puedo? —preguntó con una expresión muy tierna.
Aparté la cabeza, quería hacerlo, sentir su cercanía igual que cuando nuestras manos se entrelazaron.
—Hazlo —le dije sin mirar para que doliera menos.
Al segundo y sin poder echarme atrás, su brazo me rodeó por los hombros, mi costado se pegó al suyo y a pesar de que no hubo piel con piel, su mano rozó la piel sensible de su cuello. Me estremecí con la cercanía y un nudo de presión me estrujaba el pecho. Mi cuerpo se volvió rígido y tuve que apretar la mandíbula para contener una respiración irregular.
Me odie por todo eso y cerré los ojos para poder pensar.
Su cuerpo estaba pegado al mío, cierto, él me sujetaba, pero lo hacía de forma delicada y amigable. No había ira en su persona, solo... era reconfortante.
En vez de respirar dos veces decidí acompasar mis aspiraciones y espiraciones con las suyas.
Su cabeza se apoyó en mi hombro y la capucha se cayó para que yo pudiera sentir su pelo. Su pelo blanco, suave y conocido acariciaba mi barbilla y cuello.
—Estás mojada —dijo riendo y haciendo vibrar mi cuerpo.
Y lo entendí, no podía temerle. ¿Cómo podía temer a la persona que ocupaba mis pensamientos desde hacía semana y poco más? ¿Cómo podía temer a quien aceleraba mis latidos con aparecer por la puerta? ¿Cómo podía rehuir de quien quería conservar para toda la vida? No podía.
Mis nervios parecieron entenderlo. Pol no era mi enemigo, no tenía que luchar contra él.
Abrí los ojos a la luz del día y busqué su mirada sonriendo. Subí las rodillas al banco y me dejé querer por primera vez en mi vida.
—Acabo de salir de la piscina —dije viendo el brillo de sus ojos azul tormenta.
Su sonrisa se relajó, seguía mirándome con ternura. Su mano subía y baja por lo que sería mi brazo si estuviera fuera de la toalla
Pol observó la caja que reposa en mi regazo.
—Te he traído un regalo —dije notando el rubor dominar mis mejillas y pasando del tema laborioso.
—¿En serio? —preguntó con la voz más bonita que escuchareis en vuestra vida y completamente sorprendido y emocionado.
—Sí —afirmé tamborileando mi rodilla con los dedos.
—Yo también te pedí algo —confesó tiñendo sus mejillas también.
Me mordí el labio discretamente. Estaba tan cerca de su rostro, y era tan precioso. Tenía una mandíbula tan angulosa, unas cejas oscuras que derretían corazones. Oh por esa piel pálida e impoluta. Y otro oh, para la única peca que decoraba su rostro sobre el lado izquierdo de su labio. Condenada peca.
—¿Sí? —pronuncié recordando como se hablaba.
—Sí —movió su cabeza de arriba abajo muchas muchas veces.
—¡¿Sí?! —repregunté elevando la voz y mis sentimientos por el chico de pelo blanco.
—Sí, sí y sí.
—Ah, pues genial.
—Genial, sí —hizo un mohín encantador—. Pero vas a tener que esperar para dármelo.
—¿Y cargar con él todo el camino de vuelta?
—¿Cargarlo por esos escasos cien metros?
—Estoy muy segura de que son más de cien metros los que me separan de mi litera.
—Pues tendrás que sacar la fuerza que sé que esconden esos brazos de palillo y esperar hasta que vuelva.
—Es taaanto tiempo.
—Sabes que vuelvo el domingo, ¿no? —inquirió.
—Claro, soy de esas que se creen los rumores.
Pol se rió a carcajada limpia y sonora de mi comentario.
—Acabas de subir al nivel diez —dijo cuando paró.
Encaré las cejas.
—¿Y eso?
—Por ser tú misma, Thesa.
¿Me derritió? Sí. ¿Me hice la dura? También.
—Que cosas más bonitas me dices, pero no es exactamente así, es por ser simplemente Thesa, no te confundas, que ya soy cofundadora.
—¿Cómo?
El autobús apareció en nuestro campo de visión y Pol se levantó con un estado de regañadientes que me encantó. Aunque sea complicado de digerir para una mente fóbica como la mía, juro que sentí su vacío como una perdida y no como la liberación que resultaba al desprenderme del contacto.
—A la vuelta te lo explico.
La puerta del autobús/tartana se abrió y Pol apoyó la mano para que no se cerrara.
—¿Has ido a Barcelona alguna vez? —me preguntó cargando su bolsa al hombro.
—No —dije, aún sentada.
—Genial —subió su cuerpo.
—Ya pensaba que me ibas a invitar a ir contigo.
Chasqueó la lengua.
—Para la próxima, hay lio familiar.
El conductor le puso mala cara, Pol no lo vio.
—Oh, vaya, ¿qué ha pasado? —Esta vez a quien fulminó el hombre bigotudo fue a mí.
—A la vuelta te lo explico —logró decir antes de que las puertas se cerraran en su cara.
El hombre no se lo pensó nada, medio segundo más tarde ya estaba con las ruedas girando por el asfalto.
Siéndome más feliz y plena que nunca, vi como se perdía de mi vista.
«Hasta el domingo, Pol»

***
Y este sería el primer capítulo de la tercera parte.
¡Thesa está oficialmente dentro del mundo Simples!

 ¡Thesa está oficialmente dentro del mundo Simples!

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Mañana más.

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