CAPÍTULO 66. ASI QUE ESO ES LO QUE SE SIENTE
—¿Y qué significa eso? —preguntó con la voz baja y clara, mirándome a los ojos y cortándome la respiración.
—Significa que hagas lo que hagas vas a ser Pol.
—Y no me vas a decir que es ser "Pol".
Pol la persona, y no la palabra que esconde tantas cosas, se paró de golpe y tuve que dar un salto para no chocarme. Maldita sean mis reflejos hafefóbicos, no me habría importado chocarme.
Me miró de una forma tan directa, regalándome toda su atención, que no puede evitar humedecerme los labios, recé para que la voz me saliera normal. Uff, tenía unas pestañas tan largas.
Negué con la cabeza muy lentamente.
—Chico listo —dije sin apartar los ojos de su boca, su cara, su cara...
Suspiré con pesadez por haberle dicho que se alejara de mí cuando hablamos, y seguí andando.
Cuando el momento incómodo (o intenso) que habíamos provocado se disipó, me atreví a hablar.
—¿A dónde vamos? —pregunté saliendo por la puerta trasera del campamento.
—Lo sabes.
—Era por llenar el silencio, ¿vale?
Emitió un ruidito con la boca en plan "que pena" y yo me devané los sesos tratando de decidir que plan llevábamos. Porque mi corazón estaba empezando a gritarme que lo correcto era volver y pedir disculpas a Emma por haberle hecho semejante putada, mientras mi cuerpo me instaba a seguir a Pol y dar la vuelta al mundo juntos.
Ah bueno, íbamos a la playa.
Y llegamos muy pronto.
Y bajamos, de noche, a pesar de saber que Pol odiaba estar ahí a esas horas. Llegó a mi cabeza el momento en el admití que una de mis fantasías era besar a alguien en el mar o en la piscina. Se me oscurecieron los pensamientos por la posibilidad.
—No nos quedaremos a dormir aquí, ¿verdad? —inquirí sacándome los zapatos de un puntapié y sintiendo la arena meterse entre mis dedos.
—Ya te gustaría que hubiera perdido tanto la cabeza.
Decir que notaba la felicidad desbordarse por cada poro de mi piel, era de todo menos una farsa.
—¿Y has perdido una parte, o qué?
—Aja —pronunció.
—¿Y qué significa eso? —le pregunté copiándolo.
Nuestros cuerpos estaban uno delante del otro, deseando acortar la distancia que nos separaba, incluso yo estaba impaciente. El horizonte se extendía imponente a mi derecha. Mis ojos de forma sutil miraban hacía arriba, directamente a los suyos. Unas olas rompían a unos metros contra las rocas, mientras otras acariciaban nuestros tobillos. Sí, la escena era increíblemente bonita.
—No quieras saberlo, Theresa.
—Creo que sí quiero —logré decir con los latidos de mi corazón retumbando en mis oídos.
—No estás preparada —se resistió.
—Déjame probar —lo reté.
—Júrame por Snoopy que entrarás al agua conmigo y me dejarás hablar manteniendo esa preciosa boca cerrada. Solo entonces te lo diré.
Cosí mi boca en un autoreflejo.
Con fuerza de voluntad y expectación extendí mi brazo y mi meñique. Él rodeó mi dedo con el suyo y sellamos nuestro acuerdo. No negaré que ese gesto despertó demasiado.
—Hecho —dije un rato después.
Pol se adentró en el oscuro y frio mar, y yo lo seguí de cerca procurando no pensar en lo congelado que estaba.
No me importó que mi falda se empapara y flotara, total, no se veía prácticamente nada. Ventajas de la suave luz nocturna.
—Quiero saberlo.
Le costó menos de lo que me esperaba hablar, y convertirme en un huracán de emociones.
—He perdido la cabeza por ti, Theresa. Y no sabes cuanto. Creo que pasó el primer día que te vi y he tardado demasiado en verlo, haciendo mucho daño a una persona que quiero más que a mi vida —apartó sus ojos de los míos para centrarlos en el horizonte—. Lo sé, y estoy tratando de no atormentarme con ello.
Di un tembloroso paso en su dirección.
—Que sepas que lo hago por ti. Porque he descubierto que te quiero de una forma nueva que no quiero ignorar. Puede que no sea la decisión que salve más vidas, pero por una vez, lo único que voy a hacer es lo que yo quiero y necesito.
»Y puede que por fortuna (eso es muy creído por mi parte) seas tú eso mismo.
—Voy a ser egoísta y a decirte que te quiero. No sé cuando ha pasado o cómo, pero ha llegado y estoy dispuesto a aceptarlo. Oh, y ahora no me pidas que me aleje por favor —concluyó con una risa nerviosa—. Llevó todo el día pensando lo que te iba a decir y ni siquiera me ha salido como planeaba.
Me bloqueé y dudo que en el mal sentido, sus palabras habían sido tan rápidas. Y de cualquiera forma no supe responder. O no de forma oral, pues mis manos se aferraron con curiosidad y anticipación a su camiseta, pero con muchas dudas y miedo. Dios, ni siquiera tenía claro si aquello era real. ¿Y yo? ¿De dónde había sacado la valentía para no derrumbarme al escuchar todo eso? ¿Y para actuar y contestar?
—Te voy a decir que lo que más quiero en estos momento es que termines lo que empezaste —logré pronunciar, sorprendiéndome aterradoramente a mí misma. Puede que lo deseara más de lo que me atrevía a imaginar.
—¿Y soy yo quién lo empezó? —por mucho que sus palabras gritaran tono creído a los cuatro vientos, la intensidad del momento las llevó a todo lo contrario. Un intento de continuar con nuestra esencia, esa que nos atrajo desde el primer momento.
—Por supuesto que sí, ¿o a caso no recuerdas esa forma increíblemente sexi en la que te acercaste a mí?
—No recuerdo que fuera para tanto.
—Claro que lo fue —dije alzándome sobre las puntas de los pies para estar a su altura.
—Y me toca terminarlo —afirmó volviéndome loca.
—Puedo hacerlo yo.
Y con todas las dudas en mi cabeza acerqué mis labios a los suyos. Peor fue sentir su suavidad y echarme hacía atrás, aterrorizada.
Dios, era mi primer beso, dios, acababa de besarlo, dios, era demasiado para este mundo.
Mis fusibles estaban a punto de cortocircuitar.
—Ya sigo yo —dijo él con la voz ronca y disipando cualquier pensamiento que no fuera su persona.
Presionó sus labios sobre los míos, provocando que una red de electricidad se adueñara de mi cuerpo. Gemí de la emoción, la sorpresa y cualquier sentimiento positivo cuando sus manos se adentraron en mi pelo con delicadeza.
—Adoro tu pelo cortito y gris —medio gruñó separándose medio milímetro con una sonrisa dibujada en el rostro.
—Calla —le ordené acercándome todo lo posible.
Subí mis manos por su pecho hasta rodearle el cuello. Y disfrutando como una nena viví en persona lo que en los libros llaman "aumentar la intensidad del beso".
Mi cuerpo ardía y temblaba a niveles terroríficamente altos mientras aprendía a acompasarme con la persona que deseaba. Era tan hábil y yo tan novata.
Solo cuando temí por mi cordura o por la falta de aire en mis pulmones, me separé apoyando su frente en la mía. Ambos nos reíamos sin poder creer que eso fuera real, y reírse sin respiración es complicado.
Estaba entendiéndolo todo.
—¿Cuantos niveles acabo de superar? —pregunté antes de dejar otro rápido beso.
—Acabas de reventar el marcador —Y sus ojos lo confirmaban.
Con mis dedos acaricié la suavidad de sus mejillas, embelesada por la realidad. Y sin dejar de sonreír, sus labios dejaron besos rápidos por todo mi rostro y cuello.
—Estoy desarrollando una necesidad, Thesa.
—Me alegro, porque llevaba un tiempo con ella.
Con mis manos enmarcando su rostro, lo volví a atraer a mí, alargando el momento todo lo posible.
Fue entonces cuando un poema de Valen cobró todo el sentido del mundo.Y de puntillas,
alcancé aquello que llaman amor.
Con las yemas de los dedos
lo rocé.
Y con las comisuras de los labios
lo expresé.
Porque esas cuatro letras
no nacieron para ser contadas
sino vividas.Y que bonito había sido vivirlo con él.
***
Jolin, que esto ya ha pasado.
Mañana el próximo capi.

ESTÁS LEYENDO
Simplemente Thesa
Teen FictionThesa Lagos, y solo Thesa, llega a TeDI, un campamento perdido al norte de España y con las siglas erróneas, aconsejada por Vera. Vera, es su psicóloga y la misma que la acompañara durante el año más ¿increíble de su vida? Parece adecuado hasta el...