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CAPÍTULO 46. POL

—Arroz con gambas, fideos chinos tres delicias, ternera con verduras y pan chino. Sí, eso es todo. ¿A las nueve y media? —mordí mi uña corazón—. Vale, perfecto. Hasta luego.
Pulsé el botón de colgar y aparté la mano de mi boca, cabreado. No me gustaba morderme las uñas, pero cuando estaba nervioso no podía evitarlo.
Mi ánimo incrementó de nuevo dentro del taxi cuando recordé que hacía unas horas había estado acurrucado con Thesa, y jurando que estaba pasándolo, ¿bien? Oh, y además me había comprado un regalo.
El taxi entró en nuestra calle y arrugué la frente. Iba a tener que hacer un esfuerzo superior para evitar que los Luna se resquebrajaran, pero iba con cargamento pesado, la comida china era nuestro punto débil. No podía permitir que mis padres se separaran, era algo que mi mente no procesaba, ¿cómo iban a dejarlo? Se querían, eso me había dicho él en mi última y única llamada, por ser tan cobarde. Solté un sonido/carcajada sin pizca de gracia, era ilógico que dos personas que se quieren quieran estar separadas. Lo veis, ¿verdad? No tiene sentido.
El vehículo paró sacándome de mis pensamientos en bucle. Eran las nueve y cuarto, justo a tiempo. Le pagué al hombre con billetes roñosos y me despedí en catalán.
—Bona nit —me dijo él en un tono que me dio a entender que aún le quedaban muchas horas de servicio.
Sonreí con empatía y bajé sujetando la bolsa con mi mano derecha.
«Hogar dulce hogar.»
Siempre que volvía a Barcelona después de un viaje sentía un calor en el corazón, estaba en casa y allí todo era como esperaba. Sin sorpresas, cómodo y fácil.
Pero esa vez no sentí el calorcito recibirme al levantar la vista al número de mi portal, sentí un apretujón en el corazón. No era el momento de volver, yo debería haber estado en la cena especial de los viernes de TeDI en vez de otra vez en casa.
Usando mis llaves entré y subí en el ascensor hasta el tercer piso.
Antes de meter la llave en la cerradura lo medité un poco. Debía parecer alegre y dar una sensación de "aquí no pasa nada raro". Levanté las comisuras de mi boca, eso podía hacerlo.
No me dio tiempo ni a empezar a girar la llave que la puerta ya se estaba abriendo con fuerza.
Era papá.
—¡Hola! —dije alegre hasta que vi sus labios apretados.
—Realmente no esperaba que vinieras.
Formé un circulo con la boca, ofendido.
—Oh, papá. Deberías saber que hablaba en serio.
—¡Pero estabas en el campamento! —se apartó a un lado—. Pasa hijo.
Levantando la bolsa del suelo entré en casa.
—¿Hasta cuando te quedas? —me preguntó.
—Yo también te quiero, papá. Me vuelvo el domingo en tren a Santander y Ander me vendrá a buscar con el coche. Tengo suerte de que me aprecien tanto —le di un golpe en el hombro— ¿Qué, cómo va con mamá? —pregunté con muchas esperanzas.
—Llegará a las diez, ha cogido horas extra.
—¡Se le va a enfriar el chino! —protesté.
—¡¿Qué?! ¿Has pedido chino?
—¿Tú me escuchas cuando hablo? Comida china y pelis ñoñas.
—Sí, pero...
—No esperabas que fuera en serio —canturreé—. ¡Papá! Yo siempre voy en serio. De ahora para siempre, tenlo en cuenta.
—Vale, venga, dame un abrazo.
Me sonrió por primera vez desde mi llegada y tras abrazarlo le puse el puño para que lo chocará.
—Me ducho rápido. Tú ábrele al chino y pon "Yo nunca", que Netflix estrena ya la tercera temporada el mes que viene. A mamá no le importará que veamos el primer capítulo sin ella, ya nos lo sabemos —afirmé.
—Te irás y nos dejarás enganchados.
—¡Ay le has dado, genio! Por cierto, prepara veinte euros.
Me metí en el baño con el pijama en la mano y escuché su queja contento de estar en casa en los malos momentos, juntos todo se resuelve mejor.
—¡Y encima tengo que pagar yo!
*
La alcachofa de la ducha a máxima potencia era algo que había echado de menos, las duchas de TeDI, eran ridículas, apenas salía agua.
Con abundante jabón me enjaboné el pelo y con el agua hirviendo me aclaré. Que gloria. 
Salí chorreando y escribí en el espejo con letras grandes "POL", siempre lo hacía, desde niño.
Moviendo la cabeza de lado a lado me percaté de que las raíces oscuras eran más que evidentes, posiblemente podría aprovechar mi finde en Madrid para retocarlo. Si esperaba hasta la vuelta de TeDI sería un desastre.
Apagué la música del móvil tras dejar acabar la canción de "Bad Habits" de Ed Sheeran y apuntando al espejo me hice una foto de cintura para arriba, poniendo morritos, y se la mandé a Emma junto a un "Te quiero, preciosa". Así cuando encendiera el móvil tendría algo seguro por lo que sonreír.
Metí las piernas por el pantalón de rayas y la camiseta lisa fue entrando mientras salía al salón. El timbre había sonado hacía un rato y a mí los fideos me gustaban calentitos.
—Pero bueno, papá. Te has lucido —dije orgulloso al ver la mesa que había preparado.
Estaba decorada con velas, la vajilla buena, el cuchillo a la derecha y el tenedor a la izquierda. Todo un logro.
—¿Te gusta? —preguntó tímido.
—A mamá le va a encantar.
Nos sentamos los dos en la mesa y yo me serví un primer plato con un poco de todo.
Yo comía muy a gusto, pero papá solo removía arroz y eso me ponía muy nervioso. Lo observé esperando que cambiara su actitud, tras cinco minutos igual con el capítulo de fondo, pausé el vídeo y me encaré.
—Papá, vamos a hablar tú y yo. De hombre a hombre.
Levantó su pequeña cabeza y vi sus ojos azules completamente rotos. Mi corazón sí que se convirtió en cenizas.
—Quiero a tu madre más que a mi vida, Pol —un par de gotas rápidas y devastadoras—. No sé qué voy a hacer sin ella.
Trató de esbozar una sonrisa pero solo consiguió gemir.
Estiré el brazo por encima de la mesa y le agarré la mano.
—Conseguiremos que no te deje.
—Me va a dejar porque es lo mejor. Tu madre es así, eficaz —Apreté la mandíbula—. Con lo que me gusta de ella lo practica que es y me lleva eso mismo al divorcio.
—No digas eso, nunca —le advertí.
—Tú no lo has visto.
—Claro que sí, vivo con vosotros, no te olvides.
—Venga ya, si te pasas el día con Emma y te vas a pasar el verano en el norte. Está empeorando, cualquier razón es buena para discutir.
—Pero es que no lo entiendo, si dos personas no quieren discutir no hay discusión.
—No sigas por ahí. Tus rollos no me sirven para nada. Yo no soy como tú, si me levantan la voz no voy a dejarla en grado medio.
Fruncí el labio y continuó hablando.
—Nos enfadamos por todo, cualquier cosa nos irrita. La llevé al italiano del ático que nos gusta tanto y fue muy bien, la noche acabó de maravilla...
—No hace falta que entres en detalles —le aclaré.
Asintió tristón pasándose las manos por la cara. Mi padre era atractivo a pesar de su edad, gracias a Dios su miedo de juventud no se había cumplido y seguía teniendo pelo. A mí que fuera un clon suyo en joven me encantaba, podía asegurar que envejecería bien.
—¿Por qué sonríes? ¿No ves que estoy de drama? —me reprendió.
—Perdóname, estaba pensando en mis cosas.
—¿En chicas? —casi pareció esperanzado por quitar el foco de la conversación de su persona.
—Ni remotamente parecido.
—Da igual —se quejó, remolón—. Háblame de ti, ¿cómo está yendo este año el campamento?
—Primero prométeme por Snoopy que vas a luchar para sacar a flote tu matrimonio, nuestra familia. Ninguno de los dos quiere dejar escapar a mamá porque sabemos perfectamente que todo se irá al garete. Ni tú podrás mantener esa amistad que quieres conseguir, ni yo podré elegir entre tú y ella. O peor, me haréis ir de lado a lado todas las semanas.
Se rió por lo bajo y me sentí afortunado por provocarlo.
—Que sepas que estoy conociendo a mucha gente nueva —le dije metiéndome una ganchada de fideos, como me gustaban.
—¿Y eso no pasa todos lo años?
Bajé la vista al plato repentinamente tímido y cogí una gamba con el tenedor.
—No siempre es tan interesante la gente.
—Amigo...
Lo fulminé con la mirada achinando los ojos.
—No soy tu amigo, padre.
—Oh, padre, que viejo me haces sentir —me señaló con la cabeza—. Desembucha.
—A ver, no esperes nada del otro mundo. Bueno, ha venido Valentina, la chica que conocí en el curso de poesía. ¡Y su novio, Daniel! Que es tío estupendo. Dan un aire de novedad al ambiente.
—Me alegro me alegro.
—Buah, y lo mejor de todo, no te lo vas a creer —me tapé la boca con la mano y vi sus ojos chispear—. Macarena, mi ex y Emma, se llevan bien. Bien, papá, mi ex y mi novia. ¿Es o no es para quedarse en colores?
—Lo es, lo es. Una vez dos de mis ex se tiraron de los pelos por mí.
Encaré las cejas.
—No es cierto —afirmé.
—¿No te crees que eso pueda pasar? Yo rompí muchos corazones antes de conocer a tu madre.
—Mamá me dijo que solo habías tenido una novia antes. Hacen falta dos personas para discutir. 
Él balbuceó algo inconcluso con la boca llena de granos de arroz.
—¡Es que esa es ahora tu frase favorita! Entre lo de que te tome en serio y esto, estás que te coronas. Y mírate un poco eso tuyo de salir cada año con una.
—¡Que me dejan a mí!
—Algo harás, a este paso van a fundar un club de "Las chicas que dejaron a Pol Luna".
—Te juro que no hago nada, yo las quiero con toda mi alma y todo mi corazón, y me dejan, no suelo llegar al año, es verdad. Pero, tengo las esperanzas de estar con Emma toda la vida.
—No digas eso.
—Por mucho tiempo pues, pero que sepas que tú y mamá sí sois para...
—Para, que me aburres. Has venido aquí para disfrutar de la familia —me interrumpió.
—Sabes perfectamente que no —murmuré.
—Dime algo más del campamento, ¿han mejorado la comida?
—La comida siempre ha estado increíble. ¡Ah! Pero no te he hablado de Theresa, es su primer año y espero que no el último.
—¿Theresa? —preguntó ganando interés.
—Bueno, en realidad, es Thesa.
*
Con el pelo completamente blanco y el cuerpo confuso por no saber ni por donde iban a ir los aires en mi familia, llegué a TeDI cargando con mi mochila.
Conseguiría o trataría de desconectar lo que me quedaba de campamento y a la vuelta el tiempo habría hecho lo debido.
Si mi familia se deshacía haríamos de ello una nueva realidad y si todo continuaba su curso, me encargaría de que las peleas en casa renacieran con un nuevo porcentaje mucho menor.
Que ganas tenía de besar a Emma. Y de poner de nuevo a Thesa a prueba. Que superara su fobia era mi nueva segunda prioridad de vida, por encima va la familia, pero luego iba ella.
Ander, el monitor de pelo pelirrojo que me había ido a buscar a Santander porque el bus que llegaba a TeDI solo pasaba los viernes, apoyó una mano en mi hombro.
—Vamos, pronto es la hora veinticinco.
Y se rió como si fuera cosa de niños, él, que no se  llevaba más de diez años con nosotros.

***
Este ha sido el capítulo de hoy.
Aunque ST se ambiente en verano, os digo que estas navidades voy a seguir publicando capítulos como hasta ahora. Así que nos vemos el lunes, y votar, porfa, que es navidad.

Simplemente ThesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora