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CAPÍTULO 17. DANIEL

Pum. Pum. Pum pum. Pum. Llamé a la puerta de la cabaña 5A. La de Valen, el amor de mi vida.
Esperé dando saltos impaciente durante poco más de tres segundos.
Al ver que nadie contestaba acerqué de nuevo la mano a la puerta de madera, y justo a tiempo recordé que no era solo la cabaña de Valentina.
Me bajé del porche y fui directo a la ventana. Con suerte las cortinas no estaban corridas. Dentro vi la cama de arriba pulcramente hecha y... debajo, nada. Fruncí el ceño. ¿Dónde estaba? Si no fuera a pasar todo un mes en un sitio para locos con ambiciones de desconexión, la habría llamado y solucionado.
Di con el puño en la ventana.
—¡Valentina! —grité— ¡Valentiiiiina!
La cabeza castaña de mi chica favorita se asomó somnolienta por la puerta del baño. Sonrió y fue suficiente para enamorarme un día más. Como si eso fuera necesario...
Se acercó corriendo y abrió tan rápido la ventana que me golpeó con ella la nariz.
—Oh, mierda. —me quejé.
—Ostras, lo siento un montón, Dani. —dijo abriendo los ojos y alargando las palabras.
—No lo sientes en absoluto.
—Un poco sí.
—No lo creo.
—Pues no lo creas. —se asomó más a la ventana y puso morritos.
Recorrí los escasos metros que retrocedí tras el golpe y me quedé a dos centímetros de sus labios.
—Venga —me apremió.
—No te he perdonado.
—Venga ya. Ha sido un golpecito de nada.
—Todo lo que tú quieras, amor. Pero no te he perdonado.
Abrió los ojos y se cruzó de brazos con el ceño fruncido. Era taaaan adorable.
—Peeeerdón.
—No me sirve.
Bufó.
—¿Qué quieres, Daniel Rojas?
Sonreí.
—Tienes tres minutos. Estaré en la puerta.
Eché a andar.
—¡¿No me vas a dar un beso?!, ¡¿de verdad?!
—No, cariño.
—Está bien.
A los dos minutos estaba fuera con una coleta que parecía de toda la noche, un vestidito blanco de tirantes finos y chanclas moradas.
—Soy Flash. Y no puede negarlo.
—Cierra los ojos, Flash.
—¿Quieres que me caiga por estas cuestas?
—Nada más lejos de la realidad. Quiero darte una sorpresa.
Soltó una risilla.
—Es ese caso... —me tendió su mano y tras agarrarla con fuerza cerró los ojos.
—Prometo no estamparte deliberadamente contra una cabaña.
—Vale. —contestó alegre.
En silencio y de la mano, la llevé hasta la ladera y zona central de TeDI. Mi sorpresa no era muy sorpresa, o bueno no al completo.
Una vez estuvimos en el embarcadero, me coloqué detrás de ella y la rodeé con mis brazos.
—Abre los ojos. —le susurré al oido.
No la vi abrirlos, pero si noté como su cuerpecito de deshinchó de la desilusión.
—Anda, pero si no lo había visto nunca. —se giró y me dio un beso rápido—. Podías haberme llevado a la playa, aún no he ido y dicen que está a diez minutos.
—Si quieres vamos esta tarde. —dije entre medio de los besos que iba dejando por toda su cara.
—No podremos, hoy cuelgan las actividades de julio.
—Tendrás todo el mes.
Apoyó una mano en mi pecho y me apartó.
—Las actividades no se repiten.
—Está bien. Te enseño la sorpresa y luego vamos.
—¿Esta no es la sorpresa?
Negué divertido.
—Como tú has dicho, ya lo has visto —señalé el borde del embarcadero de madera—. Siéntate ahí, con las piernas colgando.
Con cierta reticencia hizo lo que le pedí, y crujiendo el suelo que pisaba me tumbé a su lado con la cabeza apoyada en su regazo.
Supo porque lo hacía, se le iluminó la cara y empezó a estirar los mechones de mi pelo, uno a uno.
—Gracias, Dani.  —me dijo.
—En cuanto lo vi, lo primero que pensé fue que querrías hacer esta pose tan típica.
—Siempre sale en las películas —añadió sonrojándose—. Me extraña que lo supieras.
Trabé sus ojos con los míos.
—¿Te extraña que te conozca?
—Me asusta que lo hagas tan bien, sí.
—Hum —murmuré levantando la cabeza, con cierta dificultad, para poder darle vía libre a mi boca.
Y así estuvimos hasta que el chaval catalán de pelo decolorado, se acercó a incordiar.

***
El capítulo de hoy va para los que echan de menos a D y V. Y es que no me digáis que no sería adorable tener una relación como la de ellos... Yo firmaba ahora mismo 🙈🙈.
Bueno, nos vemos el lunes.

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