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CAPÍTULO 62. ¿Y CÓMO CONTACTO CON ÉL?

Por la mañana temprano, a al menos lo suficiente para que TeDI no estuviera despierto, abrí el ojo derecho. Sí, por decir algo, porque discrepaba con respecto a haber dormido esa noche.
Mientras las horas habían pasado, yo trataba de refrenar mis impulsos para ir a la cabaña de Pol y llamar. Y luego que pasara lo que pasara. Pero no lo hice, y no solo porque me diera algo de vergüenza, sino porque le tenía aprecio a Valen y no iba a llevarle la contraria de una forma tan descarada.
Viendo que eran las siete en el reloj de la habitación, decidí que necesitaba otra perspectiva a la de una amiga que aprecia a todos los bandos.
Con el pijama amarillo aún puesto, me calcé las deportivas sin calcetines y salí de la cabaña.
No hacía frio, pero sí el suficiente para erizarme el bello y añorar mi chaqueta gris. Me abracé con los brazos y fui andando hasta el teléfono.
Seguro que mamá tenía algo que decirme. Esperaba que fuera esclarecedor.
Giré la esquina en dirección al lateral de la caseta de recepción, y paré de golpe, silenciándome todo lo que fuera posible. Estaba ahí, era tan bonito observarlo que me obligué a no alarmarlo. Pol apoyaba la frente en el teléfono, el pelo blanco le caí tapándole los ojos. Su mano izquierda se aferraba a lo que viene siendo el cacharro por el que hablas y... se le veía tan mal. Con la derecha golpeaba la pared que tenía delante una y otra vez, atormentándose por lo que fuera.
Un sentimiento de maldad me invadió al pensar que yo había llevado a la ruptura de su relación y que encima quería aprovecharme de eso. Pero duró lo mismo que un parpadeo, porque era imposible no tener el corazón calentito ante una persona como él.
Dejé caer mi cuerpo a la pared para poder observarlo con calma y, ese fue mi fallo.
Su agudo oido notó el cambio y se giró en mi dirección.
Primero, me espanté por el mal aspecto que tenía, si es alguien como él puede llegar a tenerlo del todo, y luego me cohibí porque al fin y al cabo, lo estaba espiando.
—Yo, iba a hablar con mi madre —me expliqué.
Pol esbozó una sonrisa triste.
—Puedes llamar tú primero, sigo decidiéndome.
Fui andando hacía él.
—Tú has llegado antes, no tiene sentido que me cuele.
—Voy a tardar —insistió.
—¡Y yo! Las madres pueden hablar mucho...
—No tanto como las abuelas.
—¿Vas a hablar con tu abuela? —inquirí.
—No.
Y por la forma en la que se encogió de hombros, no sé, me enamoré un poco más.
—Voy a dar una vuelta y vuelvo luego —dije sintiendo un poco de pena por él.
—The... —dudó—, eh, no sé seguro si quiero llamar, así que pasa, por favor.
Sintiéndome mal por haberle dicho aquel día que no me llamara Thesa y ahora tenerlo confuso, puse una mueca y acepté.
—Está bien.
Se separó del aparato y me dispuse a marcar. De reojo miré su figura.
—Ay, perdona, no me he dado cuenta, me alejo un poco. Intimidad.
—Sí, gracias.
En mi opinión fueron escasos los pasos que dio.
—Pol —levanté las cejas y apreté los labios—. Fui fui.
—¿Más? —preguntó mostrando algo expresivo en su rostro y marcando con ello algunas arrugitas
En el plano físico, me limité a asentir con la cabeza y en el plano mental pensé: «Claro monada, voy a hablar de ti».
Cuando fue suficiente le indiqué que parara y aún con todo al escuchar la voz somnolienta de mi madre, susurré.
—Hola mamá —contesté a su saludo.
—¿Qué pasa?
—¿Tiene que pasar algo para que te llame? Hace mucho que no hablamos.
—Ya, ya, pero me huelo algo.
—No seas mal pensada, te llamo porque quiero y ya está.
—Thesa —dijo seria y bostezando al mismo tiempo.
—¿Qué?
—Está claro que no me llamas porque eches de menos mi voz.
Dejé caer los hombros, derrotada y me senté en el suelo estirando el cable. A las madres no les puedes ocultar nada, no.
—No, es cierto.
—Venga, cuenta.
—Es que me he enamorado y he hecho algo horrible.
—¿Las dos cosas?
—Sí —admití a mi pesar—, y las dos a la misma persona.
—Ya veo, es un caso difícil.
—Y tanto que sí.
Instintivamente alcé los ojos en busca de Pol y allí seguía, con la espalda apoyada en la pared y las piernas inclinadas. Y lo peor fue, que con su cara de "me derrumbo en cualquier momento" fue capaz de darme ánimos.
Sabiendo que no tenía más remedio, le conté todo lo necesario a mi madre. Que el chico que me gustaba tenía novia y ya no, que era el mismo que me ayudaba con mi fobia y que no sabía que hacer.
Me escuchó delirar con paciencia y amor, preguntando cuando consideraba que le faltaban datos y asintiendo cuando me iba por las ramas.
—Y eso es todo.
—Es bastante —concluyó.
—Bueno, ¿y qué hago? ¿Le hago caso a Valentina y me aparto?
Crucé los dedos mentalmente para que no me dijera justo eso, porque era la opción que menos me apetecía.
—Tampoco es eso, Thesa, no tienes que ser tan extremista. Yo, bueno, te voy a dar un consejo, no sé si el mejor, pero mi consejo: sigue a tu corazón, el te dirá que hacer.
—¿Cómo?
—Piénsalo, Thess, piénsalo.
Y colgó, ¡y flipé! ¡Que siguiera a mi corazón! ¿Qué narices significa eso? ¿Que haga lo que yo quiera? Nah, ese no era el estilo de mi madre, pero... ¿entonces qué?
Gesticulaba con los brazos de forma inconsciente mientras pensaba. A ver, que era mi madre, descifrar sus adivinanzas no podía ser tan complicado.
Negué con la cabeza. Sí, era imposible.
Y abrí los ojos, ¡era mi madre! Si alguien conocía su forma de pensar, esa era yo.
Saqué el anillo de mi dedo, pensativa, y lo golpeé suavemente contra mi cabeza.
—Tú puedes, Thessita. —me animé en voz baja.
El anillo acabó sobre la punta de mi nariz, y bajé los brazos obteniendo el conocimiento que necesitaba. Ella siempre lo decía, que hiciera lo que creía que fuera correcto, mi corazón me lo diría.
Resoplé.
«Pues venga, vamos a preguntarle a mi corazón».

***
Con este capítulo aprovecho a decir que esta semana y la siguiente puede que algún día no pueda actualizar. Se vienen exámenes y lo primero es lo primero, pero los que me dejé de subir los pondré todos de golpe. Eso es todo.
Y gracias por leer mi historia.

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