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La atención de todos se fue sobre el hombre que vestía un traje militar de color beige con botas altas con todos sus cordones atados. Su cabello era un tono castaño oscuro peinado hacia un lado, con mecha cayendo por su frente, su semblante había cambiado drásticamente, de serio paso a entregarles una cálida sonrisa a todo el grupo de Seúl, pero, por otra parte, sus militares seguían mirándolos con cierta seriedad y por supuesto, desconfianza.

Quien se presentó como el general le tendió la mano a Jackson que estaba en frente de él. Algo dudoso, el militar estrecho la mano con Joong-ki, gustoso el hombre, agito la mano en su saludo sin dejar de sonreír.

—¿Por qué sonríe tanto? —pregunto entre susurro la hermana de Hueningkai.

—Qué sé yo, pero da miedo —respondió Soobin que estaba a su lado.

Los acompañantes del general eran dos mujeres y cinco hombres que hondaban entre sus veintitrés hasta por los treinta y siete más o menos, una que aparentaba tener entre veintitrés y veintisiete, no más. Ellas eran las única que no contaban con uniforme militar, tampoco un casco, pero si en sus manos cargaban armas de grueso calibres, eran la excepción, pues los otros hombres vestían como el general e igualmente con armas y con cascos.

—¿Cómo es que llegaron hasta aquí? ¿A pie? —preguntó Joong-ki.

—Veníamos en nuestros autos, pero tuvimos que dejarlos atrás —contesto Hoseok quien lo miraba.

—Pensé que el refugio nos harías preguntas.

La paciencia de Yoongi se estaba agotando.

Joong-ki por su parte asintió con una sonrisa.

—No se preocupen, pueden subir al convoy. Soyeon avísales que ya vamos de regreso.

—Sí señor —­acoto orden la rubia.

El general se apartó para que todos los grupos se fueran subiendo a la parte trasera del vehículo en el que andaban. Por suerte, era lo suficientemente grande que se lograron acomodar hasta con los hombres y la chica que quedo atrás, la otra se fue de copiloto. El grupo estaba tenso con las miradas que estaban puestas por parte de cada militar que oba ya en camino hacia el refugio.

Cada uno iba completamente en silencio, lo único que se lograba escuchar claramente, era el ruido del motor del convoy y los murmullos de la chica y el general que iba delante. Los de Seúl iban mirando como mejor podían hacia fuera, pero la cortina de plástico del vehículo les impedía ver hacia donde era la dirección, los militares, por normas de seguridad amarraron las cortinas, uno de ellos fue el que se levantó con un claro malhumor.

—¿Hacia dónde es? ­—pregunto Sehun sin titubear.

—Es confidencial ­—respondió en seguida el que amarro las cortinas.

—¿Cómo sabes que si nos llevan hasta allí? —cuestiono Wang seriamente.

—¿No te basta con ir en un convoy? —ataco la otra mujer que iba de piernas cruzadas y brazos de igual forma.

El militar bufo y aparto su mirada hacia la dirección de Eunwoo quien iba con Sunwoo sobre sus piernas, luciendo bastante aterrada. Él acaricio su espalda para transmitirle la suficiente calma. Ella le sonrió como pocas fuerzas, pero de toda manera agradecida por la atención.

El único que intentaba descifrar el camino hacia allí, era Namjoon, que por los movimientos brusco y pequeños saltos que daba el convoy, podía deducir que se trataba de un camino terroso, igualmente que por el vehículo se lograba filtrar un aroma a tierra humedad y sobre todo a plantas silvestres.

Quizás era por un bosque.

Así fue todo el camino, simple silencio y miradas de desconfianza por parte de ambos bandos que solo se analizaban. Instantes después, el convoy fue bajando la velocidad hasta que el Joong-ki detuvo por completo el carro militar apagando su moto y cerrando la puerta para bajarse y abrirles la cortina a todos para que bajasen.

Outlast ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora