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Las escaleras estaban llenas de cuerpos de caminantes, no mostraban señales de disparo, si no de cuchillos justo en el centro de la frente.

Yeri junto al arma, fue bajando cada escalón teniendo cuidado de no caer o hacer algún ruido que llamase la atención del grupo que solo iba un poco más abajo que ella.

Los llantos de Yeonjun aun no paraban y eso le ayudaba a Yeri a seguirlo.

El olor a muerto y la sangre le generaba asco a la muchacha, hace ya tiempo que no veía esa cantidad de caminantes, o respiraba ese putrefacto aroma que le recordaba a sus malos tiempos en el campamento o peor aun, en el pueblo cuando llegaron todos y los obligaron abandonar el lugar.

Se negaba rotundamente a vivir eso nuevamente, por ello debía apresurarse para tomar a Yeonjun y salir de allí lo antes posible. La luz había vuelto, así que tomaría el ascensor del piso que fuera y bajaría hasta el menos uno como estuvo escuchando de los adultos.

La hija de Eunwoo se detuvo al oír como abrían una puerta de golpe con una patada. Ella se agacho y miró asomándose por las barandas de fierro de las escaleras.

Entraron al piso cinco, apenas estuvieron dentro los disparos se oyeron como ráfagas; no cesaban. El lloriqueo de Yeonjun no se podía escuchar por culpa del ruido estrepitoso de las balas.

En ese momento Yeri se puso a pensar cómo lo haría, no sabía disparar, usar un cuchillo tampoco, si debía levantar el arma lo más probable que una bala loca iba a salir por el culpa del poco control que tendría Se sentó en un escalón y vio el arma, la analizó.

El gatillo, la mira, las cargas, su forma y el peso.

Solo debía saber tomarla, apuntar y disparar, sin dudarlo.

Respiro hondo y espero a que el ruido cesara para volver a guiarse por Yeonjun.

Al minuto, los disparo habían acabado y la muchacha firme y lista, se puso de pie para seguir en busca del hijo de Kim.

No se iría sin ese bebé, que estaba sufrir de las fechorías de personas que solo buscaban el daño, como lo eran esos tales Cobras. Yeonjun tenía que estar con su padre por sobre todas las cosas, separarlo de él solo generaba que las angustia de Taehyung creciera y ella lo sabía con solo ver su cara. Antes de salir vio el rostro afligido de Kim intentando buscar la forma de llegar a su hijo.

Yeri no quiso esperar a que armaran un plan, ella simplemente le quitó el arma a su madre y bajo sin miedo para seguirlos.

La chica comenzó a avanzar cautelosa, sin emitir ruido al pisar. Aun se oía el llanto de Yeonjun a lo lejos, le dolía el alma escucharlo llorar de esa manera tan desgarradora.

Al entrar al centro de la sala de espera del piso cinco, vio los cadáveres tirados llenos de agujeros por el cuerpo, igual que la sangre pintaba el blanco suelo de hospital llegando a hasta las suelas de sus botas.

Yeri oyó a Yeonjun desde la derecha, así apresuro el paso hasta allí. Miró por cada puerta de las habitaciones que se encontraban abiertas por si acaso estaba en una de ellas. A sus ojos era el peor escenario que le ha tocado ver desde la muerte de su padre.

Las paredes con sangre salpicada, agujeros en ella, cuerpos y cuerpos sin vida por el pasillo, entre pacientes, doctores, médicos, enfermeras y hasta militares tirados en el suelo como si no fueran nada.

Outlast ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora