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El otoño ya casi llegaba a su fin y lo que más le generaba cierta fascinación de aquella época era ver como todos los árboles quedan desnudos, sin ni una sola hoja entre sus ya débiles ramas.

Mientras caminaba con su hijo en brazos iba mirando el paisaje limitado que le ofrecía el patio del refugio. Límites marcados por rejas, no lo suficientemente gruesas, pero mantenían a la gente segura.

Se había escapado por unos minutos para descansar de haber limpiado todos los baño nuevamente. Gracias a Eunbin y Bahiyyih que andaban afuera con los niños pudo ver a Yeonjun y ahora estar con él.

Extrañaba tener a su pequeño entre sus brazos como en el hospital que, a cada hora, lo tenía entre ellos envuelto en la calidez de su propio cuerpo. Ahora era más difícil, entre hacer lo pedido por el general y que a eso se le sumaba el hecho de que Yeonjun estaba creciendo cada día, se le complicaba.

Al estar caminando se daba cuenta como su hijo miraba el entorno con interés y gran curiosidad que se veía reflejada en su par de ojos oscuros, mientras que su boca emitía pequeños balbuceos y se dibujaba una sonrisa. Amaba verlo así, Yeonjun era un bebé risueño, alegre y que no lloraba tanto, a excepción de cuando tiene hambre, solo eso hacía que el amor de su hijo creciera cada vez más que sentir que el corazón le estallaba.

Cuando vio que Yeonjun lo miró por un segundo y este sonrió con sus pequeños labios abultados con rastro de leche, no pudo evitar dejar un beso en su mejilla rojiza.

—Eres lo más lindo que mis ojos han visto —dijo juntando su frente con la de hijo mientras este hacia pequeña burbujas con su propia baba.

—Pensé que era yo —dijo una voz tras su espalda.

Taehyung se dio la vuelta con su hijo en brazos y vio que se trataba de su novio que le había hablado. Min, vestía su ropa beige, una chaqueta sin mangas de color negro la cual tenía su nombre en una etiqueta y por último, de su hombro, colgaba un bolso estilo bandolera del mismo color que su chaqueta.

—¿Te pondrás celoso de tu hijo? —preguntó a modo de broma.

Este se acercó hasta ellos y miró al bebé, este también le sonreía. Escuchar que era su hijo provocaba en Yoongi pura dicha y gratitud por ver como Taehyung lo aceptaba como un padre para Yeonjun.

«¿Soy papá?»

Sonrió mientras acariciaba la cabeza redonda de Yeonjun.

«Sí, lo soy.»

—No, no puedo —negó mientra besaba la cabeza del bebé—, es demasiado adorable.

Kim amaba la más simple interacción entre su pareja e hijo. Ver como Yoongi lo quería de una forma sincera y pura le provocaba una gran felicidad en su pecho. No podía evitar que su rostro doliera de tener una sonrisa de oreja a oreja cada vez que miraba al mayor, sabía que era real, que todo lo que había entre ellos y Yeonjun.

Era una pequeña familia, algo que alguna vez quiso en un futuro, pero que ahora se había adelantado años y para nada le disgustaba, al contrario, lo amaba.

—¿Qué te trae por aquí? —le preguntó a Yoongi.

Ambos caminaron hasta una banca de madera que estaba en el patio. Caminaron entre alguna personas que andaban por ahí, mientras veían como los niños y niñas se divertían entre ellos.

—Te traje una merienda, Jimin me dijo que te escapaste —comentó mostrándole una galleta de avena y leche de fresa que tenía en su mano.

Los ojos de Taehyung brillaron al ver la leche en caja, hace tiempo que no sentia el placentero sabor de esa fruta roja que era una adicción para él.

Outlast ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora