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Seokjin tomaba la manta que dejo en el brazo del sofá de tres cuerpos entre sus brazos y se dirigió a la salida de casa para luego encaminarse a una pareja en donde Namjoon lo esperaba para pasar tiempo juntos y a solas, algo que han querido desde que volvieron a formalizar su relación tras el reencuentro.

La idea fue meramente de Namjoon. El moreno dijo que alejado del granero había una zona perfecta para relajarse y conversar entre ambos. Por allí pasaba un riachuelo con agua cristalina, rodeado de árboles y arbustos ya opacos por la estación de otoño, lo mejor, el silencio y la serenidad del ambiente.

El doctor caminó entre los árboles sujetándose de los troncos para no resbalar por la tierra o no tropezar mal. Al llegar al punto de reunión que tenía que con su novio se sorprendió al no verlo por ni un lado. Miro su alrededor buscando al moreno con sus ojos nerviosos, le extrañaba no verlo cuando Namjoon era el más puntal entre los dos.

—¿Namie? —Lo llamó con voz temblorosa, sin dejar de mirar a sus espaldas y frente.

—¡Aquí estoy! —De repente sintió como lo tocaban de los hombros con fuerza pegando un grito al cielo de paso.

Miro hacia atrás y vio que era el moreno quien lo asusto de forma sorpresiva. El médico con la manta lo golpeo con eso mismo en el hombro, haciendo que Namjoon se defendiera levantando sus brazos, protegiendo su rostro.

—¡¿Qué pasa contigo, Kim Namjoon?! —regañó.

—Solo fue un susto, Jinie —dijo apaciguando al chico tomando sus manos.

—Sí, claro, un susto… —murmuro entre diente. — ¡Casi se me sale el corazón de la boca! —alzo la voz dándole un manotazo en el hombro. Namjoon se frotó la zona golpeada.

—Ya… Lo siento, lindo. Solo quería darte una sorpresa.

Rodó los ojos.

—Vuelve a hacer eso y te dejo en abstinencia hasta la primavera —amenazó.

—No hay para que ponerse extremo, ¿no crees? —Namjoon le tomo el rostro y le beso los labios con ternura.

La pareja tendió la manta debajo de un árbol de copa alta, frondoso, hojas cafés y amarillas ya secas por la estación, las cuales caían cada tanto en tanto sobre la tela a las raíces de suyas. Seokjin se acostó sobre las piernas de Namjoon mientras que este le acariciaba el cabello castaño de su novio. El chico recostado se estaba relajando hasta tal punto que sus ojos se cerraban, pero el moreno no se lo permitía. Para mantenerlo despierto le hacía costillas en el cuello, Jin reía y le apartaba la mano de golpe.

—Déjame descansar, Namie. —Pidió somnoliento.

—Me gusta verte despierto, además no sé qué quieres descansar —dijo sin entender.

—¿Cómo vas a saber? —Se sentó y le miro a la cara. —Alguien como tú no lidia con el peso de ser el lindo de la casa.

Namjoon carcajeó divertido por la ocurrencia de su novio. No se ofendía, mucho menos se enojaba, Seokjin, desde que lo conoció, hace ese tipo de bromas. No podía mentir tampoco, su novio tenía un ego bastante elevado, al igual que su autoestima.

—Cierto, no sé para qué pregunté —fingió arrepentimiento.

Seokjin le beso la mejilla.

—Amo que sigas el juego —confesó el doctor sentando mejor junto a Namjoon.

—¿Quién más lo haría si no fuera yo?

—Nadie más —murmuró acercándose a los belfos del moreno.

Namjoon al sentir lo frio que estaban por el clima del entorno sintió un cosquilleo en su boca. Tomo la nuca del Seokjin para profundizar aún más ese beso ansioso, además de deseado. Seokjin se comenzó a mover de tal manera que paso una pierna sobre la pelvis de su novio para sentarse a horcajadas y besarlo de una forma cómoda para ambos.

Outlast ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora