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Hace cinco años atrás.

Hace no muchos años, tres exactamente, la relación entre Yeo Hwang-Woong y Min Yoongi comenzaba luego de meses viéndose y hablando de cosas en común entre los dos jóvenes, gustos, disgustos, objetivos personales y como no, sus metas en la vida. Una relación poco convencional que jamás creyeron que pasaría, menos los padres de Yeo que se negaban a creer que su hijo, el cual permanecía en un centro de rehabilitación para gente con problemas en adicción a las drogas, encontraría a un chico que lo amara, cargando con demonios y vicio que lo consumían día tras días.

Fue en la primavera del año 2014, cuando el joven de cabello rubio ceniza entraba por primera vez al centro por encargo de madre a dejar una caja de diversas verduras y frutas, productos que ella se dedicaba a cosechar y vender como medio para pagar las deudas dejadas por su ex marido, quien se fue cuando Yoongi apenas tenía seis años.

Cuando iba saliendo por el patio trasero en dirección a la Van de su madre, apenas iba llegando a la salida oyó llanto de profunda tristeza que provenían de uno de los rincones de aquel patio, ahí fue cuando vio a un chico de estatura más baja que él, bastante delgado, de rostro demacrado, aunque con cierto brillo en su par de ojo y su cabello de color azabache. Lloraba escondido entre sus piernas, como si tuviera vergüenza de quien era.

Todo había comenzado con un simple "hola, ¿cuál es tu nombre?"

Ahora eran tres años apenas cumplidos de una relación llena de subes y bajas, Yoongi nunca soltó la mano de Hwang-Woong en esos momentos en donde las recaídas era una verdadera pesadilla. La última residida fue hace más o menos un mes, apenas eran las ocho de la noche cuando Yeo llegó irreconocible, apestaba a alcohol y lo peor es que sus pupilas estaban dilatadas, lo único que aseguraba era la que dosis de adrenalina corría por sus venas; sudado, frenético, alterado y furioso, había llegado a discutir con Yoongi. Su cabeza le repetía miles de veces, de la manera más cruel, que Min lo iba dejar, que se olvidaría de él y lo quería por mera lastima.

No ha sido así, Yoongi amaba a Hwag-Woong de una manera real y pura. Cuando ocurrían esas recaídas, la madre de Yoongi, Ja-hyun, lo apoyaba más que nadie, veía que su hijo estaba realmente enamorado del chiquillo, así que junto a su hija menor ayudaba en lo más podían.

Desde esa vez las cosas comenzaron a ir extrañas, Hwang-Woong quería ir más allá en a la relación hasta deseaba de verdad formar una familia con Min, apresurado hasta para Ja-hyun que sabía que el objetivo de su hijo era estudiar en la universidad, pero por los problemas económicos fue algo que quedo estancado allí, Yoongi juntaba y juntaba dinero para la matricula, mientras que ella se encargaba de la escuela de Suran. Era por eso que a Yoongi se le hacía tan extraño.

Su novio conocía lo que quería hacer y que, de pronto, saliera con un tema delicado como lo era tener un hijo era hasta increíble.

El chico no paró de insistir hasta llegar a un punto que hacía enojar a Min.

"Egoísta."

"Me lo prometiste".

Palabras que clavaban a Yoongi todos los días, sobre todo cuando discutían.

Para darle en el gusto, aunque sea para dejar atrás las peleas, Min le propuso ir a un hospital para que les realizaran exámenes a ambos para descartar problemas en un futuro caso de tener hijos, Yeo a duras penas lo acepto.

Hoy era el día que lo resultados llegarían a sus manos, la pareja estaba sentada en la oficina de la doctora encargada de sus exámenes de fertilidad. Un cuarto con uno que otro cuadro de honor, algunos afiches de maternidad y paternidad responsable, miles de cosas que hacían crecer una cierta ilusión en Hwang-Woong.

Outlast ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora