Un mes después.
—¡Hay mucha gente que quiere comer, así que apurarse para sacar las bandejas!
El grito de Seoho resonó en todo el comedor. Las personas lo miraban aterrados como si ese chico que alguna vez le brindo ayuda, se había ido para no regresar.
El muchacho caminaba de lado a lado, recorriendo la larga fila que había armado. Con el arma al hombro vigilaba a la gente, esta misma cada que pasaba por si lado de alejaba de él o se encogía en su lugar. Las madres y padres dejaban a sus pequeños escondidos para que el hombre no se les acercara con el arma.
Ser quien mandaba ahí era realmente increíble, solo para él.
Las cosas en un mes estaban de lo peor y todo comenzó cuando Joong-ki no volvió a salir de oficina tras ver a la gente que se quedó en cuarentena totalmente convertida en mordedores. Sus piel pálida, las ganas de morder algo vivo y lo peor, los ojos de cada uno inyectados en sangre. Ese escenario le hizo echarse para atrás y comenzar a dejar de lado lo que creía.
Ayudar a su gente. Jamás pudo, por más que tuviera a un buen médico como lo era Do-hyun, no lo logró. Sentía que les fallo a quienes menos debía hacerlo y se escondió tras la puerta de su oficina por todo este tiempo. Tomó la primera mala decisión, la cual era haber dejado a Seoho a cargo del refugio. Él ya no sabía nada de nadie, ni como es que este chico manejaba el refugio, pero si se animara a salir quedaría impactado al darse cuenta como tenía a cada refugiado.
Vivir allí ahora era como vivir bajo dictadura. Una voz movía a todos, un hombre dirigía suministros, cuando el arma estaba sobre la mesa ante persona débiles, podía darse el derecho de humillarlas y hacerles ver que sin él estarían muertos. Así llegaron las nuevas reglas; comida muy reducida, toques de queda severos, la prohibición de la salidas al exterior, duchas cortar de no más cinco minutos y la nueva forma de castigo para quien desobediencian; encerrados en cuarentena como si fuera una cárcel.
La gente prefería estar en sus cuartos encerradas, pero por más que lo intentaran, llegaban hombres de Seoho y los sacaba a la fuerza.
El giro fue trágico, desolador y ya nadie tenía ganas de continuar así.
Tras las nuevas ordenes aparecieron más problemas. La gente, sobre todo los adultos, se iban de ahí a su forma y la única vía de escape de ese infierno era acabar con sus vida. En el mes se habían encontrados a más de cuatro de personas fallecidas las cuales se convertían y sembraban caos.
Realmente atroz.
No podía faltar ese típico rebelde que odiaba las reglas y que se encontraba de dar dolores de cabeza. Ese mismo fue Jackson, quien apenas vio todo fue a golpear la puerta del general mas no hubo respuesta alguna. Seoho se encargó de inaugurar las “celdas” con Wang, quitando su puesto como parte de la seguridad y dejando tres día allí.
Hasta que el grupo que llegó de Seúl más Gang-tae, Ye-ji y Soyeon se unieron a la rebeldía y así arruinarle todo a Seoho.
Hubo un día en todo ese mes que llegó Jungkook, Yoongi y Soyeon a ser encerrados allí por una semana, pues la chica y ellos dos intentaron salir al patio para tomarse los tan famosos autobuses, pero justo los atrapo un vigilante de la torre oeste del refugio. Encendió la alarma y llegó hasta allí.
Min lo enfrentó, lo golpe hasta casi romperle la nariz, pero no dio para basto cuando tres hombres lo agarraron de los brazos arrastraron hasta el refugio. Taehyung había presenciado el trato hacia a Yoongi, intentando frenarlo para que no lo encerraron, pero fue inútil. Seoho lo había empujado para que se apartara y en ese momento Jungkook también lo atacó.
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Outlast ¹
FanfictionKim Taehyung y Jeon Jungkook son dos jovenes que se conocen en un tren camino a Daegu. Los planes de ambos muchachos se ven detenidos cuando un horrible suceso en la ciudad les obliga sobrevivir y luchar por sus vidas. ▫️Yoontae | Kookmin. ▫️La hist...