"Recuerda, el dolor es momentáneo. Es tu enemigo, pero también es tu aliado". ~Albert Espinosa.
Suiza.
La vida muchas veces nos enseña que no podemos estancados en el tiempo, que debemos avanzar y darle vuelta a la página, debemos ser como la nieve que en invierno se congela pero en primavera fluye.
Quizás nuestra primavera había llegado y sí, nunca podríamos superar completamente la muerte de la mujer que amábamos, nos seguiría doliendo en el alma su ausencia y sería prácticamente imposible dar paso a otro sentimiento que no fuese el de dolor y las ganas de venganza, podíamos vivir con ello y quizás volver a sonreír un poco.
Claro que el que diéramos vuelta a la página no significaba que dejaríamos nuestro plan de venganza, ese seguía intacto y nos encargaríamos de hacer pagar con creses al bastardo que nos la había arrebatado, tampoco le abriríamos nuestros corazones al amor, simplemente nos encargaríamos de no sumirnos más en el profundo hoyo de la desesperación.
Después de la noche en la que había compartido con Selene, sentí que de cierta manera podía volver a desear, aunque como lo habia hablado con Conall, tener sexo no era lo mismo que amar a alguien, eso era algo que ninguno de los dos podría hacer jamás, teníamos tatuada a Key en nuestros corazones y eso nadie lo podía negar, ella nunca podía ser remplazada y nosotros no estábamos interesados en buscar un remplazo, ella era única e inigualable.
Se lo dije a Selene, "Sólo puedo ofrecerte sexo y no me pidas más, porque ni aunque pasen veinte años podré amarte", ella aceptó, después de todo parecía que realmente deseaba que yo estuviera en su vida y ella tenía la vaga ilusión de que yo cambiaria, pero eso no ocurriría, como siempre lo había dicho, cuando le arrebatan al diablo el amor, no hay nada que pueda hacer que su infierno vuelva a arder.
—¡Papá! —gritó el niño corriendo a brazos de Conall.
—Enano—murmuró Conall alzando a su hijo en brazos —. ¿Cómo estás, Campeón?
—Se la ha pasado comiendo, pero creo que ya se acostumbró a compartir hogar con el viejo Kennett.
—Tío, ya quisiera yo llegar a tu edad como estas—se burló Conall con una carcajada—. ¿Tiene sangre Harrison, verdad?
—¡Por supuesto! Aunque puedo ver que hay algo más, es como la sangre de los Kim.
—Tío...
—¡Es verdad! ¿O no? —preguntó a los ministros quienes se acercaban a nosotros.
—Eso es verdad—aseguró el ministro siguiéndole la corriente —. No por nada le decimos que es nuestro nieto.
—Belitos—murmuró Niall corriendo a brazos de los ministros —. Belita.
—¿Belitos?
—Abuelitos—aseguró Conall—. Sabe hablar pero hay algunas cosas en las que aun debes adivinar.
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Sólo tú. Mi dulce tormento.©
ActionLa mujer salvaje se levanta como un fénix de las cenizas de su vida, para convertirse en la heroína de su propia leyenda - Shikoba . . . Un año y nueve meses desde el último adiós a Keylani, la mujer que se convirtió en leyenda, pero que por azares...