Capítulo 38.

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Quiero ser tú

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Quiero ser tú.

"La envidia es una declaración de inferioridad".~ Napoleón Bonaparte


Bien dicen que en la vida debes de tener metas para seguir un orden y tener un plan en caso de que esas metas no las puedas realizar, pero además, debes tener esas metas para saber qué es lo que quieres lograr en un futuro, las metas quizás no siempre son como las permanentes, es decir podemos tener diferentes metas y cambiarlas a lo largo de nuestra vida pero siempre habrá una que queremos no importa nada más.

Bien dicen que cambiamos nuestras metas de acuerdo con nuestros intereses presentes, pero las metas se convierten en obsesión cuando queremos seguir un estándar o algo que vemos que a otras personas les funciona, no está mal tener a una persona a la cual admirar, de hecho muchas veces eso es el motor que nos ayuda a seguir, pero otras veces nos damos cuenta de que muchas personas no sólo admiran el trabajo sino que quieren ser eso, no quieren seguir el ejemplo, quieren tener exactamente lo mismo y eso realmente es peligroso porque cuando alguien envidia a los demás el corazón se le cierra y lo único que desea es poder tener lo mismo que la persona que supuestamente ellos admiran.

La ambición de muchas personas se convierte en peligro, cuando estás en el mundo militar te das cuenta de eso, nosotros protegíamos a personas de las cuales mafiosos o criminales se habían obsesionado con ellas, les hacen daño o intentaban malograr sus trabajos. Pero también perseguimos en esos mafiosos, que querían más y más de lo que ya tenían, querían alcanzar y ser los reyes de la mafia y eso era lo que era preocupante estando en ese mundo.

Todo el mundo tiene ambiciones, mi ambición era ser la mejor de la IISMFCMO, pero no lo había hecho escalando o pisoteando a demás personas, lo había hecho con mi propio honor y yo sabía que era capaz de hacerlo, así que no necesitaba malograr el trabajo de los demás, pero incluso dentro de este mundo, hay personas que les encanta pisotear o hacer daño por querer ser grandes, pero no grandes a su estilo si no reemplazando a alguien.

Siempre había detestado a las personas que querían lo que las otras tenían, porque esas personas que envidiaban lo que los demás tenían no sabían con qué trabajo dolor o pérdida lo habían conseguido, porque sí todo lo que tenemos lo conseguimos con algún sacrificio o con el inmenso dolor que tenemos que obtener a cambio de la felicidad, muchos envidiaban los logros de los demás sin saber que quizás ese puesto les costó sangre, dolor, pérdida y lágrimas. Yo como muchos otros, siempre trataba de ocultar eso que había en mi pasado, lo que había tenido que sufrir en mis primeros años como soldado o las pérdidas y el dolor que debía sufrir para poder ascender en el puesto que tenía.

Claro que yo sabía que muchos me querían abajo, incluso algunos que se llenan la boca de ser mis amigos pero en realidad no lo eran y yo sabía quiénes eran esas personas, por eso al regresar de mi supuesta muerte ni siquiera me había interesado en retomar la relación con ellos, porque sabía que sus palabras supuestamente de alegría al verme estaban cargadas de ira y veneno.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora