Capítulo 19.

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"La cuestión no es quién va a permitírmelo, sino quién va a ser capaz de pararme

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"La cuestión no es quién va a permitírmelo, sino quién va a ser capaz de pararme."~ Ayn Rand

Avanzar.

La vida a veces nos pone demasiadas pruebas que son difíciles de superar para nosotros como seres humanos, tropezamos una y otra vez tratando de superar esa prueba que en la vida nos han puesto o impuesto más bien, porque no podemos rodearlas u omitirlas, tenemos que pasarla sí o sí; pero muchas veces estas pruebas sirven para medir las capacidades que tenemos, también para abrirnos los ojos y ver lo fuertes que somos para enfrentar los retos que son indiscutiblemente difíciles.

Cuando era pequeña mi madre siempre me inculcó que debía centrar mi mente en lo importante, que no debía importarme todo lo que ocurriera alrededor siempre y cuando yo mantuviese la vista firme en mi objetivo, ella siempre me había dicho que esa era la mejor estrategia que podía seguir para poder llegar a ser grande, a ella le había funcionado en los negocios, cuando mis abuelos habían muerto, se había centrado en ser la mejor empresaria de todo el mundo y lo había logrado con sólo 22 años de edad, realmente estaba orgullosa de mi madre y me enaltecía que me nombraran como su hija.

Ella también había roto la brecha que existía en el mundo militar en donde las mujeres no podían ser ministro, o como lo habían llamado en su época regente general, pero ella al lado de mi padre había demostrado que no tenía que ser una sub-regente, ella podía ser la maldita regente y después una ministra qué se respetaba y que con solo mencionar su nombre hacía temblar al mundo militar. Ella me había demostrado que no sea necesitaba tener un par de bolas colgando para poder pararse frente a un ejército y dar la cara por el mundo.

Mi padre también siempre había dicho que como mujeres nosotros podíamos lograr lo que quisiéramos, y eso era completamente cierto, cuando una de las dos tenía problemas sólo se metía si nosotras pedíamos ayuda, pero muchas veces nosotras éramos las que solucionábamos los problemas de mis hermanos o mi padre y eso me enorgullecía. Mi madre siempre había bromeado diciendo que las mujeres Rossi eran valientes, tenaces y fuertes, que podían afrontar mil tormentas y aun así seguir de pie listas para acabar con todos los que se atrevieran a dañarnos o a dañar a los integrantes de nuestras familias.

Mi padre Siempre había dicho que yo era la primera descendiente del clan Kim, a pesar de que mi abuelo había sido un hijo de puta, mi padre llevaba con honor su apellido gracias a su abuelo y a todos los ancestros anteriores a mi abuelo. Me había inculcado a portar con el mismo orgullo mi apellido, pues como él lo había dicho en Corea y en el mundo a un Kim siempre se le reverenciaba, él lo había demostrado también convirtiéndose en el rey empresario junto a mi madre y logrando tener en sus manos la organización más poderosa del mundo contra criminales.

Mis dos padres me habían enseñado demasiadas cosas, entre ellas que yo podía lograr todo lo que me propusiera y que sin importar los baches en el camino siempre podría levantar la cara y darle frente a la vida. No me importaba tener que ensuciarme las manos matando al bastardo que me había hecho la vida imposible y me había obligado a alejarme de las personas que amaba; después de todo esa también era una enseñanza de mis padres, quemar el mundo con tal de tener a las personas que amamos a salvo.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora