Capítulo 36.

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Sanar

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Sanar.

"La vida no se trata de esperar a que pase la tormenta... Se trata de aprender a bailar bajo la lluvia"~ Vivian Greene

Muchas veces la vida nos demuestra que pone las personas correctas en el momento indicado, las personas llegan cuando tienen que llegar ni antes ni después y eso es algo que nosotros sabemos en lo profundo de nuestra alma, sabemos que existen las casualidades, sí, pero dentro de esas casualidades también está en destino, el cual le encanta jugar con los tiempos y hacernos saber que fue un momento donde te puede llegar una gran sorpresa que nos ilumina el corazón.

Mi madre siempre me contaba que cuando había conocido a mi padre, fue como si todo su vida tomará un nuevo color, al principio negó una y otra vez el enamoramiento que sentía por un hombre que era completamente diferente a ella, incluso me había contado que empezaron con una relación falsa por algún motivo que no debía contarme, pero que por esa relación falsa había nacido el verdadero amor, que de repente, cuando menos lo esperaba, la pequeña casualidad de haberse encontrado en un lugar, se había convertido en un juego del destino que se había empeñado por juntarlos.

Siempre amé la historia de mis padres al conocerse, a ellos nunca les había importado rebelarse contra cientos de ejércitos o asesinar a cientos de mafiosos para encontrarse entre ellos mismos, su historia de amor era algo que me hacía sentir completa y que en el fondo deseaba también tener una igual. Mi madre me había contado que mi padre había estado en el momento en el que ella había tocado fondo, en el momento en que ni siquiera ella tenía ganas de vivir, siempre había querido que si en algún momento yo tenía ese tipo de ataques alguien estuviera a mi lado.

Y no sólo había encontrado uno solo, había encontrado a dos hombres que estaban dispuestos a todo, que estaban incluso dispuestos a salvarme de mis propias pesadillas, pesadillas que habían sido creadas por los traumas que me perseguían. No volvía a tener miedo de estar sola, por qué como ellos lo habían prometido si yo trataba de escapar nuevamente para vivir mi dolor sola, ellos se asegurarían de perseguirme por cada rincón del planeta, para consolarme y demostrarme cuanto me amaban.

Como siempre dicen existen personas que son curitas para el corazón y otras que lo sanan por completo, para mí Conall y Arniel, eran como la sanación mágica para todas mis heridas, tenerlos a mi lado era lo único que necesitaba para sentirme completa y saber que no había nada en el mundo que pudiera alejarme de ellos, saber que a pesar de todos los demonios que me perseguían ellos estaban dispuestos a luchar incluso contra mis propios sueños, era algo que me llenaba completamente.

Lo que siempre había anhelado lo habían encontrado con ellos, lo que siempre había querido tener en mi vida estaba frente a mí y estaba segura de que ellos realmente no me dejarían sola, ellos tomarían mi mano en cada una de las adversidades que estuvieran enfrente a mí, quizás había cientos de teólogos que contradecían mi apego emocional hacía ese par de hombres, pero no me importaba eso, para mi ellos eran lo único que me hacía sentir en un lugar seguro, un lugar en donde estaba segura no tendría que sufrir la desesperación de no tener a nadie a mi lado, porque habían llegado ellos a sanar cada una de mis heridas y a demostrarme que el mismo amor que yo habia entregado, era el mismo que recibía, pues el amor que yo sentía por ellos era correspondido.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora